12- Surreal.

38 5 0
                                    

LOGAN

¿Está bien?— me decía el paramédico preocupado.

No era capaz de formular una respuesta. Estaba embobado, mirando al techo de la ambulancia y sonriendo como un idiota.

¿Por qué?, la respuesta consiste en una sola palabra, esa palabra que se ha convertido en mi favorita en los últimos días, esa palabra que resuena en mi cabeza todas las noches.

Rebecca.

Embobado con su sonrisa, y con esos ojazos que me hacen perder la cabeza. Yo presentía que sus labios eran suaves, pero lo que yo le imaginaba no era posible de asemejarse a la suavidad y delicadeza de sus labios, estaban fríos, helados. Ya había olvidado lo lindo que era estar cerca de ella. Todo su ente me atraía, me volvía loco, sus largos rizos llegaban hasta el cielo, ya no iba a poder contenerme, no iba a poder estar al lado de ella sin querer besarla.

Es tan... surreal.

Tuve que controlarme para no arrancarle toda la ropa, pero no era el momento, ni las condiciones, yo quería un beso de Rebecca Woods ¿Estaba esperando que fuera normal? Imposible, el beso fue una de las escenas más caóticas, turbias y hermosas que he experimentado. Yo con un vidrio clavado y mi boca ensangrentada, ella sin su remera y todo su cuerpo empapado, pero no le importo nada, me beso, con sangre, vidrios y sin ropa.

¿Y ahora qué? ¿Somos novios? ¿O amigos?

Todo era muy confuso, Rebecca no es una chica que la impresiones con un par de rosas, un chocolate, o un osito de peluche que diga "te amo" no me puedo imaginar regalándole eso, así que voy a buscar en los lugares más negros de mi mente para poder darle algo que a ella le gustase de verdad.

¿Se encuentra bien?— me preguntaba el paramédico, esperando a que esta vez respondiera.

Perfectamente— le conteste sin parar de sonreírle a la nada.

Creo que el paciente estuvo ingiriendo drogas— susurro uno de los médicos y sonreí aún más.

Me bajaron de la ambulancia y movieron mi camilla rápidamente, no podía prestarle atención a nada, me metieron al quirófano, donde las luces blancas cegaron mi vista, cerré los ojos antes de dormirme por la anestesia, para imaginármela una vez más.

Rebecca— susurre y me desmaye por completo.

UNA HORA ANTES

¿Que hago?— me preguntó nerviosa haciendo un recorrido con su mirada, de mi herida a mis ojos, de mis ojos a mi herida, la lluvia se había detenido— ¡Logan, respóndeme!— ambos estábamos sentados en el suelo mojado.

¿Que?— le sonreí, no podía parar de mirar su boca, esos suaves labios. Una bofetada me devolvió a la realidad, la miré y enarqué las cejas.

¿Que rayos?— le pregunte y ella bufó, le empuje el hombro levemente, ella me lo devolvió, la empuje con mas fuerza ella se tambaleó y cayó al suelo, rápidamente y si importarme el dolor pose ambas manos a cada lado de su cabeza, tumbándome sobre ella.

Muevuete— objeto, aunque yo sabía que no quería que me moviera.

¿A donde?¿Aquí?— me deslicé por su cuello depositando besos húmedos, subí por su mandíbula hasta que llegue hacia la comisura de su boca, deteniéndome al rozar sus labios, fríos.

—¿Más?

—Más.

Y ahora la bese yo, estaba seguro de que Becca de había convertido en mi adicción favorita, una de la que nunca me cansaría.

La chica de porcelana (Libro R)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora