10-¿Por qué?

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REBECCA

Solo mantén la calma— le dije a Thomas.

Después de que el se desmayara apareció la policia, los padres, las ambulancias y los exasperantes reporteros.

Mis padres no se encontraban en la multitud de personas, por lo que agradecí. Así que me subí a la ambulancia con Thomas, el cual le había bajado la presión.

Me gusta cuando sonríes— dijo con la voz temblorosa— pero me gustas aún más cuando no lo haces.

Lo miré confundida y achine los ojos, está pálido como la luna y se lo ocurre decirme eso. Esta loco, mi amigo esta loco.

Solo, descansa— respondi mientras el cerraba los ojos.

Llegamos al hospital, lo bajaron de la ambulancia lo más rápido que pudieron y lo metieron en una habitación.

Dejándome ahi, a mitad del pasillo impidiéndome pasar.

Genial.

Repose mi minúsculo trasero en el asiento celeste de la maldita construcción de los moribundos.

Odio los hospitales. Me generan inquietud, algo se remueve en mi y ese algo no me gusta, me da ganas de salir corriendo y abrazar a todas las personas del mundo.

Esa miseria me genera.

Pero luego recuerdo que odio al %99 de la población mundial así que se me pasa, y en ese uno porciento hay seis personas, cuatro de ellas son imprescindibles en mi, las otras dos están en el limbo.

Jake.

Una gran persona. Es raro, pero eso solo lo hace mejor, y además ¿Quien no es raro? Me encanta su forma de ser, despreocupada y libre, no le importa lo que le digan o hagan, el sigue con la cabeza en alto.

Coco.

Esta demente y tiene una imaginación tan grande que rebalsa de su cerebro, graffitea toda pared que encuentra y en cada una hace dibujos distintos, que se le ocurren en el momento, toda su vida ha sido difícil, pero lo supero.

Nina.

La señorita perfección más imperfecta que conozco, calificaciones perfectas, alumna del mes cinco veces consecutivas, futbolista estrella, ganadora de el concurso de violonchelo del 2016 y por último un título de el gobierno por ser la alumna más destacada de la ciudad. Pero no le gusta nada de eso, no se pone feliz por una nota, suelta el miedo si se saca un diez, el miedo a esos dos adultos exigentes que nacieron para explotarla, para reflejar en ella todo lo que nunca pudieron ser.

Thomas.

El que más encaja y desencaja a la vez en el grupo, capitán de la escuela, atractivo desde todos sus ángulos y la mejor persona que conozco, la persona que me conoce tanto que me asusta, la que siempre estuvo a mi lado, la que siempre me miraba con otros ojos y no ojos de amigos, aunque yo lo sabía lo ignoraba, la persona que tengo suerte de llamar como mejor amigo.

Kate.

La chica más alegre que conozco, la positiva, mi ex mejor amiga, la chica que siempre se encerraba en el baño para vomitar, no era gorda pero en nuestro antiguo insitituto estaba de modo la anorexia, la llamaban cerdo, se volvió bulimica hasta que en tres meses llegó a bajar diez kilos, pesaba cuarenta y cinco kilitos, era un saco de huesos. Mi saco de huesos preferido, hasta que de una semana para otra su pelo se volvió rubio y su guardarropas lleno de color, ella usaba colores cafés y naranjas, nunca en su vida había usado una remera celeste o rosa. Suerte con Logan.

La chica de porcelana (Libro R)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora