Capítulo 2 - Recuento de daños

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El patio estaba repleto de tulipanes azules, las favoritas de mamá, pero en medio del jardín sobresalía un pequeño grupo de enormes girasoles, esos eran míos; fue un regalo que papá nos había hecho a mamá y a mí, pues ella ni yo podíamos salir más allá de la barda de la casa, papá solamente decía que de esa forma estaríamos más seguras...

- Akame, cariño, por favor despierta, tienes que despertar.

- ¿Mami? Todavía está oscuro, ¿puedo dormir un poco más? Tengo sueño.

- Lo sé dulzura, pero tienes que despertar, por favor, en serio necesito que despiertes...

Despierta...

El suelo de la cubierta se sentía tan suave y cómodo, Akame se permitió disfrutar de esa sensación un poco más antes de abrir los ojos, tal vez Shiu no era tan malo después de todo, debió de ponerle alguna manta mientras dormía, probablemente fue ...

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El suelo de la cubierta se sentía tan suave y cómodo, Akame se permitió disfrutar de esa sensación un poco más antes de abrir los ojos, tal vez Shiu no era tan malo después de todo, debió de ponerle alguna manta mientras dormía, probablemente fue más un acto producido por la lástima, pero ella podía mandar de paseo su orgullo si eso le garantizaba una deliciosa noche de sueño en el bote...

Un par de segundos después de abrir los ojos se dio cuenta que no estaba en el bote, aquello en donde esta acostada no era el suelo de la cubierta; era una cama, con sabanas de color rojo, al igual que toda la maldita habitación.

Inmediatamente se enderezo con un jadeo, pero un instante después sintió una punzada en su mano derecha y su pierna izquierda, su mirada se encontró con vendajes en aquellas partes de su cuerpo; estaba examinándolos cuando de repente escuchó el sonido de una puerta abriéndose. Inmediatamente giró la cabeza en aquella dirección y se encontró con una mujer joven entrando mientras cargaba una bandeja con cuencos de diferentes tamaños y una jarra.

- Oh, qué bien, ya estás despierta – dijo la señora al mismo tiempo que dejaba la bandeja en el buró que había a lado de la cama, luego se sentó en el borde de la cama - ¿Cómo te sientes?

Esa pregunta hizo que Akame recordara todo de golpe. La estampida, ella corriendo enérgicamente, ella saltando en medio del camino para salvar a Izumi, descubrir quién era realmente después de conocer a sus padres y, finalmente, el haberse quedado inconsciente.

Su cara inmediatamente se tornó roja por la vergüenza, lo único que pudo hacer fue agachar la cabeza e inconscientemente su mano comenzó a frotar la muñeca de su mano contraria, un tic nervioso que tenía, al sentir la textura de las vendas fue cuando se dio cuenta de nuevo de su herida y dejó de frotarse, pero rápidamente comenzó a hacer puños las sábanas de la cama.

La mujer no ignoró ninguna de aquellas acciones, era comprensible, despertar herida y en un lugar extraño no debía de ser la situación más cómoda para estar.

- Oye, está bien, no tienes de que preocuparte, estás a salvo aquí – le dedicó una pequeña sonrisa – Creo que lo más apropiado en estas circunstancias sería primero presentarme, mi nombre es Yuga, soy enfermera, estás en el palacio real de la Nación del Fuego, tu nombre es Akame ¿cierto?

Después de todos estos añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora