Restriego mis ojos con el dorso de mi mano, tratando de acostumbrarme a la luz. Perezosamente me levanto de mi cama, rascando la parte posterior de mi cabeza.
Hoy es el primer día de clases de mi último año en la escuela. Entro en el baño y me quito el pijama, en el espejo veo una figura, triste, con ojeras y con el cabello rubio muy enredado. Me restriego los ojos tratando de que las ojeras se vayan, sin éxito por supuesto.
Me meto en la ducha, me lavo rápidamente el cabello para tener más tiempo de afeitar mis piernas. Salgo del baño y aplico crema. Escojo unas bragas negras con un sujetador del mismo color.
Coloco mi uniforme —si, se usa uniforme en mi escuela, que es sólo de niñas, por cierto— y me seco el cabello.
—Jordan mierda, ¿puedes apurarte? —Grita mi madre desde la planta baja, muy enojada. Qué raro.
—Voy —Me limito a decir en un susurro para mi misma.
—Dude, apresúrate que vas tarde —mi hermano Dylan ríe afuera de mi habitación. Bastardo. Siempre me llama "dude" obviamente por mi nombre. Es muy sencillo de explicar porque me llamo así. Mis padres deseaban tener solamente un hijo, varón, y se alegraron mucho al tener a Dylan, pero cuando se enteraron que yo nacería, se enojaron mucho y rezaron para que fuera niño, cosa que no paso. Por furia decidieron llamarme Jordan.
Bajo las escaleras con mi bolso y mi libro de matemáticas en la mano. Cojo mi botella de agua, un vaso térmico para café y una manzana. Sirvo el café y salgo de la casa. Mamá ya no estaba, ni su auto. Genial.
Entro otra vez a la casa y subo las escaleras. —Dylan ¿crees que puedes llevarme? —pregunto desde afuera de su habitación. Estoy segura de la respuesta de todos modos.
—Seguro —contesta sorprendiéndome.
—¿En serio?
—Pero claro que no, dude, llama a alguna amiga... oh claro, no tienes —se burla.
Ruedo los ojos y salgo de casa, preparándome mentalmente para caminar 20 minutos en una cuesta y luego enfrentarme a las chicas de la escuela.
Llego sudada a la oficina, donde me dan mi horario y mi número de casillero. "Casillero #0707" dice en rojo en una esquina. Mi primera clase es química, así que voy al laboratorio.
Toco tres veces hasta que un joven me abre la puerta. Me asombran sus ojos, y lo joven que es para ser un profesor.
—¿Parker? —Pregunta dirigiendo la mirada a un papel en su mano, y luego regresándola a mi. Asiento y me indica donde sentarme.
Las chicas entre las que estoy hablan sin parar de este chico guapo. Trato de escuchar la clase pero se me hace imposible por sus murmullos.
—Ayer subió un vine, se veía tan guapo —dice la castaña con un chicle en la boca.— Lo se, y cuando Cameron se levanta la camisa —dice la pelirroja del otro lado. Al parecer no les importa mi presencia.
—Matthew es hermoso —dice la castaña suspirando y sonriendo al mismo tiempo.— ¿Y viste su foto en instagram? —Pregunta la misma.— Si —responde la otra sacando su celular. Abro los ojos al notar que el profesor ni siquiera lo nota. La pelirroja pone su teléfono justo enfrente de mi, para que la castaña lo vea. No puedo con la curiosidad y disimuladamente bajo la mirada. El chico de la foto me parece guapo, pero no me asombra. Aunque se ve con una sonrisa natural y unos ojos cafés, con un brillo que me resulta fascinante.
—Ustedes tres, afuera —dice el profesor que por lo que veo en la pizarra su nombre es James, apuntándonos con su dedo índice. La pelirroja resopla, y la otra toma enojada sus cosas y sale sin decir más. Se me queda viendo a mi y levanta sus cejas.— Pero yo no... —comienzo a decir pero con su mirada sé que no será flexible.
—¿Y te pareció guapo Matthew? —Oigo a mis espaldas la voz de la castaña.— Es mío —río. —Um, bien —contesto indiferente.
—Él nunca te haría caso, dude —ella resopla y se va.
Mi siguiente clase es literatura, mi favorita.
Así pasan las horas hasta que regreso a casa. No hay nadie para variar, así que decido salir a caminar. Las calles de Los Ángeles están abarrotadas. Decido caminar a la playa, que queda a 10 minutos de donde estoy.
Me quito mis toms y los tomo en mi mano para empezar a caminar por la arena. Voy examinando las uñas de mis pies, pensando en que tengo que quitarles el negro casi despintado y volverlas a pintar cuando llegue a casa, hasta que un cuerpo choca con el mío y caemos hacia atrás. El chico se levanta y se sacude la arena.
—Lo lamento mucho —digo mirando al suelo mientras me levanto, procurando que algunos mechones de cabello caigan en mi cara, para poder esconder mi vergüenza—. La culpa es mía —responde él. Es bajo, y también va descalzo con sus zapatos en la mano, unos lentes grandes de sol están frente a sus ojos, pero puedo verlos un poco. Diría que tiene algo asiático.
—Soy Carter —se presenta extiendo su mano—. Jordan —respondo y él ríe— ¿Jordan?— Mis padres esperaban un niño —resumo para no explicar mi historia a un completo extraño. Cuando menos me doy cuenta él empieza a caminar, y con los ojos me incita a que camine a su lado.
—¿No eres de acá? —pregunto viendo un hotel y luego a él— Nop, vengo de visita— me contesta sonriendo— ¿Tú solo? —él niega sonriendo—; vengo con algunos amigos, ¿quieres conocerlos? —amablemente pregunta. Asiento en silencio y me guía hacia el hotel.
Está lleno de chicas, y cuando él las ve retorna en sus talones, jalándome del brazo— Mierda, mierda, mierda —dice repetidamente.— ¿Qué sucede? —digo inquieta— Ummm.... te cuento todo esto luego, cuando conozcas a los demás ¿de acuerdo? —contesta. Asiento.
"Habitación 205" se lee en la puerta. Él la abre y justo se oyen muchas voces.— Chicos, llegué y traje a alguien —las voces se callan y se aproximan pasos.
—Más vale que sea un repartidor de pizzas Carter Reynolds porque si no... —una figura aparece mientras yo me apoyo en el umbral de la puerta. Matt. Lo reconozco de la foto de las chicas de la escuela.
—Um... ¿tú eres? —pregunta y me mira de pies a cabeza. Trato de sonreír— Jordan —digo extendiendo mi mano, pero él duda en tomarla. Carter, que al parecer había entrado al baño, sale y le da un codazo, negando con la cabeza.
Entonces Matt se relaja y me estrecha la mano.
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Different || Matt Espinosa
FanfictionNadie sabía cuan perdida estaba, cuanta ayuda necesitaba... pero llegó él, con su carisma, su energía e hiperactividad insaciables, con unos ojos café con el brillo más hermoso, y una sonrisa radiante. Todo fue... diferente. Logró enamorarme, logró...