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Seguían parados en la lluvia, era un momento muy especial entre ambos. Ambos se separaron lentamente, completamente mojados por la lluvia. Sonreían de oreja a oreja. No era el tiempo perfecto, ni una velada romántica, pero para ellos lo fue todo.
Se dirigieron al departamento de Valerie, para que ella se pudiera cambiar. Le dio una toalla a Marcus para que se secara su cabello. Jamás había entrado a su departamento, hasta ese día. Era muy espacioso y estaba muy bien decorado, tenía todas las necesidades que Valerie pudiera necesitar, baño, sala, cocina, inclusive un cuarto de lavado. Marcus estaba impresionado, no faltaba nada, inclusive su cuarto no tenía puerta ni nada, estaba totalmente conectado a la sala. Era hermoso. Tenía un ventanal enorme, que daba pasó a una hermosa vista.
—Ahí esta el baño— Valerie señaló. Se había cambiado a su pijama. Marcus la miró confundido. Pero ella sólo sonrió.
—Hay un chance de que tu ropa se seque en una hora— Valerie se sentó junto a él. —Sí te la quitas—.
Marcus se sorprendió al escuchar esas palabras. Valerie soltó una carcajada y le sonrió. —Ahí en el baño, hay una bata, puedes ponértela mientras seco tu ropa—.
—Gracias— Marcus se levantó y se dirigió al baño. Se sentía como un tonto, el beso lo había dejado así. Sin palabras. Se cambió y se quedó solo con sus calzoncillos. Valerie tomó su ropa y la dejó en el cuarto de lavado. Al parecer tardaría un poco más de una hora.
—¿Es rentado?— preguntó aún sin poder creer que estuviera dentro de ese departamento.
—No, es completamente mío— Valerie tomó asiento en el sofá de su sala. —Tengo películas, música. Adelante, escoge—.
Marcus sonrió y comenzó a ver los discos que tenía en su estante. Había gran variedad de artistas, escogió uno de "The Beatles" y comenzó a reproducirse. La música resonaba en el departamento, no era fuerte, pero sí lo suficiente para que ambos pudieran escucharlo. Pasó el tiempo y llegó una de las canciones favoritas de Marcus. "Something" inundó sus pensamientos. Ahora sabía lo que sintió George Harrison al escribir esa canción. Lo decía muy claro, estaba dedicada para alguien muy especial y sabía que Valerie era su alguien especial.
—¿Te gustan los acuarios?— Marcus le preguntó de pronto. Habían dejado de escuchar música para ver películas, pidieron comida china y simple relajaron en el sofá. Valerie tenía recostada su cabeza en su pecho y Marcus la abrazaba. Se reían mientras observaban las escenas cómicas o algún chiste que se hacía notar.
—Sí, ¿quieres ir a uno?— Valerie alzó su cabeza para mirarlo. Marcus sonrió y le dio un suave beso en su frente.
—Me encantaría— respondió y continuaron mirando películas. Al cabo de unas horas más ambos se quedaron dormidos en el sofá. Abrazados.
El tiempo pasó demasiado rápido para ellos, la lluvia había cesado. Se aproximaba un clima esplendoroso para la mañana siguiente. Marcus se levantó de repente, no le había avisado a sus amigos que estaba con Valerie. Pero notó que ya era de día. El reloj de pared apuntaba las 6 en punto de la mañana. Valerie aún seguía a su lado. Sonrió al verla tan tranquila, no podía dejarla en el sofá. La cargó y la llevó hasta su cama. Se sentó en la orilla, observando la vista de la ciudad. Ahora sabía que le encantaba observar desde lejos a las personas que caminaban por la acera.
—¿Marcus?— Valerie susurró. Se acercó a ella y le dio un beso en su mejilla.
—Shh... Estoy aquí— respondió y con eso Valerie se volvió a dormir. Marcus sonrió y se fue a buscar su ropa. Se vistió y salió a comprar el desayuno. Se moría de hambre. Dejó una nota y se fue.
Al marcharse llamó a Ben, pero este no contestó. Entonces le envió un mensaje avisándole que estaba bien y regresaba en la tarde.
La mañana sí quera muy ocupada en Nueva York, tuvo que hacer una larga cola para conseguir dos cafés y tenía que hacer otra para conseguir el desayuno. Optó por comprar waffles, eran sus favoritos, suponía que le encantaría a Valerie. Así que regresó al departamento y colocó el desayuno en la mesa.
—Buenos días— Valerie saludó dándole un beso en su mejilla. Marcus sonrió y la observó. Se veía hermosa con unos pantalones cortos y una blusa de manga corta.
—Buenos días— Marcus comenzó a servir el desayuno. —No sabía que comprar, así traje esto—.
—Es perfecto, pero, no soy muy fan del café— Valerie le sonrió y sacó unas bolsitas de té del estante. —¿Hace cuánto no tomas té?—.
—Es difícil conseguir una buena taza aquí— Marcus bromeó. —Desde que llegue—.
—Probaras la mejor taza ahora— Valerie comenzó a hervir el agua. Mientras comían comentó que no iría a trabajar ese día. Así que irían al acuario como habían quedado anoche. Marcus era un amante de los animales marinos y eso hizo que se emocionará y comenzará a hablar más y más de los peces que había visto en los acuarios de Londres. Valerie lo escuchaba atentamente y sin dejar de sonreír, era muy lindo cuando se emocionaba.
Marcus se dio cuenta de que se había puesto la misma ropa de ayer y sabía que si regresaba al hotel, sería hombre muerto. Y no quería dejar a Valerie desayunar sola, así que le ofreció acompañarlo a comprar ropa, esto fue un claro sí de Valerie. Le encantaban las compras.
Así que salieron del departamento y se dirigieron a las tiendas de ropa. Valerie había escogido una playera negra de manga corta, sabía que le gustaba el negro y esa era la indicada para él. Por otro lado el escogió sus jeans y su cinturón. No paso desapercibido y vio un hermoso collar, inmediatamente pensó en Valerie y no lo dudó. Compró el collar, pero no se lo hizo saber. Iba a ser un regalo especial.
—¿Ahora ya podemos ir al acuario?— Valerie tomó la mano de Marcus y sonrió.
—Ahora sí— Marcus besó el dorso de la mano de Valerie y se encaminaron al acuario.
Los dos se veían felices caminado por las calles de Nueva York. Ninguno creía que estuvieran juntos, pero, sin embargo no eran novios, Marcus no se lo había pedido. Pero Valerie estaba ansiosa por ese momento. Pero no estaba segura de sí llegaría tarde o temprano.

Tompkins Square Park Donde viven las historias. Descúbrelo ahora