—Solo una vez fui completamente feliz —dijo, mientras soltaba un pequeño suspiro y miraba a Gamora a los ojos—. Fue hace mucho tiempo, antes de que ella muriese. Antes de lo que sea que sepas sobre mí.
— ¿Cuándo eras un niño? ¿Cuándo ella aún vivía? —Preguntó una tímida Gamora, justo antes de entrelazar sus manos con las de Peter.
—Sí. Fue cuando ella aún estaba a mi lado. De niño viví en Missouri, una pequeña ciudad tan normal que hasta cierto punto resultaba extraña, con clima cálido en verano y nevadas en invierno. Demasiado ordinaria, que difícilmente recordaría de no ser porque fue escenario de mi niñez... En sí, nunca tuve una familia normal, ¿sabes? Mi padre desapareció poco después de que nací, a pesar de que mi madre aseguraba que él la amaba con todo su corazón; así que como podrás imaginarte crecí junto a ella en una pequeña y bonita cabaña café cerca del bosque, cerca del mundo salvaje. Tuve una infancia fabulosa, con mi madre a mi lado y música increíble, pero, con la falta de un mejor amigo y un padre, alguien en quien pudiese confiar y saber que siempre estaría para mí, y eso, en cierto punto me afecto, ya que veía la vida distinta. Me dolía ver cómo todos tenían una familia "normal". Cómo mi madre sufría cuando aseguraban que ella había enloquecido mientras contaba la historia del hombre que llego de las estrellas. Cómo nos señalaban y cómo se burlaban de los extraños, porque yo fui uno de ellos, aquellos niños que se sentaban solos y eran observados por todos; los raros, los incomprendidos.
Peter se sujetó a Gamora como si ella pudiese defenderlo de su pasado. Tenía miedo, viejos temores habían vuelto a través de las palabras, pues los recuerdos del pequeño niño indefenso de Missouri lo destrozaban.
—Tranquilo, cielo, ven, no llores, estoy aquí, ¿de acuerdo? Nadie te volverá a hacer daño —susurró Gamora como si le estuviese cantando una canción de cuna a Groot―. Tan solo prométeme que podrás confiar en mí.
Peter la miró a los ojos, y por un instante podría jurar que todo desapareció; los brazos de Gamora no eran los que lo sujetaban, sino los de su madre, quien mientras acariciaba sus cabellos le cantaba, quien lograba tranquilizarlo y quien, en un abrir y cerrar de ojos, desapareció tan rápido como había aparecido.
—Gamora, ¿por qué? ¿Por qué tuvo que irse y dejarme desolado?
—Yo no sé, Quill. Jamás sabes cuándo va a llegar la muerte. Es impredecible, capaz de llevarse la felicidad y la alegría. Y, en ocasiones, la única forma de que comprendas todo lo que tuviste.
— ¿Gamora? A veces sueño con ella. Recuerdo los paseos que dábamos por las tardes a través de los árboles, cuando reíamos, cantábamos y lloraba al recordar mi terrible día. Todavía recuerdo como me dolía estar ahí, como trataba de explicarle a mi madre lo que sentía.
«Es que son diferentes, no sé. Cuando estoy con ellos me siento como un tonto, se interesan por cosas que para mí son aburridas, solo les importa hacer muchos amigos y sin embargo no lo son. Son una mentira, los descuidan, hablan a sus espaldas y... Me desesperan porque ellos son los que me hacen sentir como un idiota, los que me molestan cada maldito día, y los que me hacen cuestionarme si realmente importo».
— ¿Y ella?
—Ella me abrazaba. Secaba mis lágrimas con sus pulgares y me aseguraba que todo estaría bien, que no debía preocuparse, que ellos eran los tontos y no comprendían la vida, que solo se preocupaban por ellos mismos y que un día, tal vez y solo tal vez, lograrían comprender el daño que habían causado. Pero yo solamente sentía dolor, sentía que era el extraño, miserable porque no era tan popular ni simpático como ellos.
Quill sentía que el pasado regresaba, podía verlo. Podía sentir las lágrimas, los moretones que le ocultó a su madre, y la furia, las ganas que tuvo de gritar y maldecir, la sed de venganza que por tanto tiempo reprimió.
—Peter, mi pequeño Peter —podría haber jurado que aquel día escuchó a su madre en vez de Gamora, y que ella fue quien le consoló, quien le hizo comprender que era momento de olvidar el pasado.
—Pet, si esto es difícil para ti, por favor, no sigas, yo- Yo odio verte así.
La súplica de Gamora lo sacó de sus fantasías, le regresaron a la nave donde sin querer se encontraba su familia, pues, aunque a él le doliese, los Guardianes de la Galaxia eran su consuelo en el oscuro Universo.
—Lo siento, Gamora, quiero seguir, pero-
—Vamos, Peter, puedes contar conmigo.
—No lo sé, Gamora, es que es extraño. Todo esto me marcó y me hirió, y en cierta forma ayudó a crear al hombre que ahora mismo sujetas entre tus brazos.
— ¿El hombre al que confiaría mi vida sin dudarlo un segundo? Vamos, Pet, te prometo que nunca te haré daño, y que nadie más lo hará, siempre y cuando estés a mi lado.
— ¿Me confiarías tu vida?
—Sin dudarlo.
Peter sonrió y abrazó a Gamora, mientras ambosdisfrutaban el momento pues, sin querer, se habían vuelto una familia. Unafamilia que regresó la luz a una galaxia llena de tragedias.

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Marvel One shots
KurzgeschichtenEsto no es una historia de rayita. Si te gusta shippear has llegado al lugar indicado.