"Steve, cielo, cuánto te echo de menos. Odio que ya no estés aquí, que solo seas un recuerdo", pensaba Peggy Carter mientras caminaba en el boulevard una noche, bajo el cielo neoyorquino cubierto de estrellas.
Hace años que Steve había desaparecido, y aún así ella lo seguía amando.
A pesar de que el tiempo comenzaba a llevarse sus recuerdos, él seguía ahí con su bella sonrisa y su torpe hablar en la mente de Peggy, llevándole esperanza o sumiéndola en tristeza. Había envejecido, Peg no era sombra alguna de la hermosa heroína que hace casi medio siglo fue; su precioso rostro había desaparecido, aquel viejo lienzo había sido manchado, cubierto de arrugas y dolor, el dolor que el pasar de los años le había causado, sus ojos antes brillantes ahora carecían de vida. Peggy no era la sombra de la mujer que Steve amó, y sin embargo, seguía soñando que algún día podría encontrar a su amado y bailar a su lado, que podría llorar mientras él la abrazase, al que podría decir adiós, pues aunque le doliese admitirlo,probablemente ellos jamás se amarían como durante la guerra lo hicieron.
-Steve, tantos años y siempre he pensado en ti. ¿Puedes creerlo? Hace tanto que no te veo y tu sonrisa sigue plasmada en mi mente... -rememoraba-. Te extraño, Steve.
Las lágrimas corrían a través de su rostro porel solo recordar el pasado, lentamente la agonía se apoderaba de ella, la controlaba y debilitaba, jugaba con ella, le hacía bromas al ilusionarla, al hacerle creer que podría encontrar a aquel soldado de diamantes azules como ojos en medio de tan vasto océano.
-Steve, ¿aún me reconocerías?, ¿aún me dirías que soy hermosa?
-Sabes que eres hermosa Peg, no necesitas que alguien más te lo diga -respondió una voz familiar, que sobresaltó a la ex-agente.
-¿Howard?-Preguntó Peggy, sorprendida por la presencia del multimillonario-. ¿Qué haces aquí?
-Necesitaba verte, necesitaba ver a una vieja amiga y saber que no estoy solo-Peg esbozó una sonrisa con sus labios frágiles, a la par que sus rizos plateados ondeaban al compás de la noche. El invierno había llegado a ellos llevándose con él a los jóvenes que tiempo atrás fueron.
Ninguno hablaba, disfrutaban meramente de la presencia del otro como en los viejos tiempos, solo que esta vez sus pensamientos eran distintos; no hablaban de guerras ni estrategias, sino pensaban en todo lo que sucedía a su alrededor. Peggy pensaba en Sousa y en cómo hubiera sido haber llevado una vida a su lado sin tener la sombra de su gran amor aún persiguiéndola, privándola de amor, dejándola esperando a un hombre que estaba muerto ante los ojos de todos, y Howard, pensaba en su pequeño Tony, su orgullo y su más grande creación.
-Es Tony, ¿cierto? ¿Has estado peleando con el últimamente?-Preguntó Peg, al recordar al miembro más joven de los Stark.
-Sí, es solo que últimamente creo que he sido una porquería de padre, es que... No lo sé, hay una barrera entre nosotros, él no me habla y lo entiendo, jamás estuve para él, jamás lo felicité,jamás- ni siquiera comí un helado con él. Lo olvidé, olvidé a la familia que tenía, y ahora que quisiera hablar con él, ser como cualquier padre e hijo, él me ignora.
-Lo siento-respondió Peggy, mientras abrazaba a Howard y miraba al horizonte preguntándose cuándo ambos habían fallado, cuándo rayos sus vidas se habían tornado tan miserables.
-A veces solo desearía poder pasar una tarde con él y María como nunca lo hice, y poder escuchar un sincero te quiero de sus labios.
-Yo solo desearía no haber destruido mi vida por un viejo amor, un amor que hace años debí haber superado. Tú lo sabes Howard, sabes cómo me esforcé en olvidarlo, pero no puedo, me cuesta olvidar y dejar-Peg, aún aferrada a los brazos de Howard, observó el océano mientras los fantasmas del pasado acechaban sobre ambos.
Ahí estaban los dos, recordando las historias de una guerra cuando el futuro parecía llevársela en esperanza y alegría consigo a un mundo oscuro, a un mundo que después de la guerra para ellos empeoró y los olvidó.
-Howard, no deberías estar aquí, vete, habla con Tony y trata de arreglar las cosas, estoy segura de que no es tarde.
-Pero Peg, tú...-Y es que Howard sabía que Peggy tenía problemas en cuanto a amor se refería. Su primer amor falleció en la guerra justo antes de casarse, dejándola sola y con el corazón roto, luego decidió enlistarse y conoció a Steve, quien repentinamente le fue arrebatado de su vida-. No quiero dejarte sola.
-Estaré bien, llevo años estándolo.
Ambos finalmente se separaron, acto seguido se miraron a los ojos y sonrieron, el mundo podría arder pero ambos siempre estarían allí cuando se necesitasen. Se miraron a los ojos y sonrieron, ella pensando en que él podría volver a ser feliz, y él pensando en que ella pronto podría volver a sonreír así.
-Peg, Steve te ama-fue lo último que Howard dijo, antes de desaparecer en la fría noche neoyorquina.
Howard jamás se lo confesó, pero comenzó una búsqueda incansable para traer a Steve Rogers a casa, al lado de Peggy, y justo una fría noche cuando estaban a punto de darse por vencidos, un rastro de vida fue encontrado cerca de donde años atrás se hallaba sumergido el Tesseracto. Era Steve, Howard lo sabía, sabía que era el momento de traer a un viejo amigo a la vida.
Lo habló con Peggy y le prometió encontrarlo aun si eso le llevaba el resto de su vida. Y, desafortunadamente, Howard murió un par de días después en un supuesto accidente automovilístico-lo cual era falso, lo habían asesinado a sangre fría, sin piedad, retorciéndose en su propia miseria, pensando en Tony y Peggy justo antes de dejar este mundo-.
Tony jamás supo cuanto lo amaba su padre.
Peggy jamás pudo reencontrarse con el amor de su vida.
Trató de buscarlo, sin embargo, la misión fue olvidada.
Y solo en aquel momento comprendió que tal vez nunca estuvieron destinados a estar juntos, que era momento de vivir el presente y dejar el pasado.
¿Le costó? Sí, como no pudiera hacerse idea; lloró, maldijo al destino aún sin olvidar los fantasmas del pasado, pues estos eran parte de ella y jamáspodría abandonarlos. Después de un tiempo regreso con Sousa, y por primera vez en mucho tiempo, fue feliz.
Pero, ¿qué hay de Steve y Howard? Peg los seguía amando, y cada año, hasta el final de sus días cuerdos, continuó visitando el mismo boulevard neoyorquino en el que habló por última vez con Howard Stark, únicamente para lanzar dos girasoles al océano. Uno para Howard, su primer gran amigo, y otro para Steve, quien aún vivo soñaba con ella en el profundo y frío océano.
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Marvel One shots
Short StoryEsto no es una historia de rayita. Si te gusta shippear has llegado al lugar indicado.