"Entonces, ¿me tienes una sorpresa?", preguntó Natasha después de escuchar a Barton explicarle, disculpa tras disculpa, que no llegarían a Inglaterra para el nuevo año.
"Sube al carro y deja que me encargue del resto".
"No te preocupes, estaré bien aquí. ¿O tú quieres salir?".
Algo en aquella respuesta le había molestado; esperaba ir con Peggy, estar en su pequeña casa a las afueras del Liverpool, con guirnaldas en las paredes, luces navideñas y la alegría que aquella mujer le brindaba.
No, definitivamente pasar Año Nuevo con Barton no era algo que le emocionase. No detestaba la idea, Clint era increíble, pero no era lo que ella esperaba.
«Mujeres», pensó Barton, «demasiado complicadas», al escuchar la respuesta de Natasha. ¿De verdad nada habría valido la pena? La desvelada que se impuso para ir a buscar uvas y champagne sin morir en el intento, ni su escapada por comida mientras ella se duchaba con el riesgo de no llegar cuando ella hubiese salido y que notase su ausencia. Vaya que Natasha y su carácter a veces le desconcertaba.
Tomó su brazo y caminaron hacia el estacionamiento. Procuró no mirarle, ella estaba enojada, no quería meterse en más problemas; entenderla era todo un enigma, y la verdad no quería que nada más arruinase su noche.
"Sé que estar aquí en Año Nuevo no era parte de tus planes, Peggy me lo dijo, que ibas a pasar el día con ella. Créeme, realmente quería verte".
"Lo sé. Yo también moría de ganas, pero... Las cosas no siempre suceden como queremos. Llevaba años esperando volver a verla". Sonrió al recordarla. "En fin, ¡no nos deprimamos, agente Barton, hablando de cómo desearíamos pasar la noche. Mejor dígame hacia dónde nos dirigimos".
Estaba confuso, definitivamente jamás lograría entenderla.
"Todo será una sorpresa, solo aguarde y verá".
Barton siguió conduciendo mientras la escuchaba hablar sobre cuando ella estuvo huyendo por Europa. Le hablo sobre un soldado, el Soldado del Invierno, y en un abrir y cerrar de ojos se encontraban en el mirador que tanto le gustaba. Estacionó su carro en una calle aledaña y bajó la bolsa de comida antes de abrirle la puerta.
"¿En serio? ¿Aquí planeabas traerme? Es-".
"Un mirador, el más lindo de la ciudad. Aquí cenaremos; espero no te moleste el clima".
"Barton, crecí en Rusia, deberías ser tú quien se preocupe. ¿Aún extrañas la soleada California?".
"¡Claro!, pero este lugar no es malo, tiene una hermosa vista al Danubio, y el Parlamento, uno de los edificios más reconocidos se encuentra frente a ti".
"Tienes razón, todo es hermoso".
Alzó su mirada, contempló por unos segundos la resplandeciente ciudad. Realmente era hermosa por las noches; los viejos edificios guardaban mil enigmas, el lago reflejaba un mundo distinto y lejano al nuestro, una realidad distorsionada, una esperanza. Natasha deslizó su mano hacia la de Barton y, sin que se diese cuenta, la rozó esperando que con aquel simple toque pudiese decirle lo que las palabras jamás podrían. Compartir con él la dicha de no encontrarse sola aquel día.
"Oh, cariño, y esto no es nada. Espere a ver la maravillosa cena que he preparado para nosotros".
Abrió la bolsa, tomó la botella y dos copas; las acomodó en el suelo sobre un mantel improvisado que Natasha podría jurar, se trataba de una vieja camisa, y luego dos hamburguesas. Por unos instantes creyó que se trataba de una broma, de algún truco de Barton, pero no era así.
"Barton, cuando creo que no podrías sorprenderme más, llegas con esto. ¿Hamburguesas?".
"Si tiene hambre aquello no le importará".
"Lo sé, y si estoy donde quiero estar tampoco".
Barton observó su reloj antes de tomar su mano y comenzar la cuenta que marcaría el Fin del viejo año.
"¡Cinco! ".
"¡Cuatro!". Sus manos se entrelazaron.
"¡Tres!".
"¡Dos!". Sonrieron al cruzar sus miradas y descubrir que por primera vez en mucho tiempo ninguno de los dos estaría solo aquel día.
"¡Uno!", corearon.
Y, demasiado predecible y sin embargo asombroso, Barton se acercó a ella y la besó. Fue un beso corto, casto, algo que ambos necesitaban. Los fuegos artifíciales destellaron sobre el cielo cubriendo el firmamento con pinceladas de alegría, y aun así Nat jamás lo noto. Barton era lo único que en aquel momento le importaba.
"Feliz Año, Clint".
"Feliz Año, Nat".
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Marvel One shots
Truyện NgắnEsto no es una historia de rayita. Si te gusta shippear has llegado al lugar indicado.