Natasha & Clint

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—Señora Banner, ¿podría hablar con usted un segundo? —Preguntó Clint, al encontrarse frente a Natasha.

—Será un honor —contestó—; y por favor, no me diga señora Banner me hace sentir... Ugh, me hace sentir vieja.

—Tienes razón, siempre serás mi Nat —declaró Barton, acercando a la pelirroja entre sus brazos—. Me cuesta creer que este día haya llegado. Mírate, con el velo y tu vestido blanco, ya sabes con todo qué significa, ahora que has encontrado a tu verdadero amor y vas a ser feliz.

— ¿Dudaste de mí?

—Ni un solo segundo. Es solo que nunca creí que fueses a encontrar un hombre que te mereciese. ¿Te dije cuán preciosa te ves hoy?

— ¡Barton!

— ¡Es la verdad! Y vamos, Nat, alguien tenía que decírtelo.

— ¿Puedes creer que el tiempo se haya ido tan rápido?

—Parecieraque ayer estábamos en Budapest.

—Tienes que recordármelo, ¿aún lo recuerdas?

¿Cómo rayos Clint lo olvidaría?

Aún en sus más profundos sueños Natasha aparecía tan deslumbrante como aquella noche; un sencillo vestido blanco, guantes, perlas y su cabello brillando a la luz de las velas. Sonreía, caminaba por el salón ignorando a aquellos petrificados por su gran belleza. Buscaba a alguien con la mirada —el agente que Peggy prometió enviar, aquel con una orquídea en su solapa—, rechazaba más de una mano, y de repente, se encontraba frente a él.

—¿Cómo esperas que lo olvide? ¡Me apuntaste con una pistola!

—Te perdoné la vida gracias a la deuda que tenía con Carter.

La agente le había jurado que estaría a salvo en cuanto lo encontrase, que viajarían a América y allí ella podría iniciar una nueva vida. Sin embargo no podía evitar sentirse preocupada, era buscada por todas las fuerzas de SHIELD y estaba asustada. ¿Y si no era el agente correcto? ¿Y si la traicionaba?

Natasha admiró el sol que se escondía entre los árboles que les rodeaban. Se aferró a Barton al pensar en todo lo que pasaron juntos, todos aquellos momentos que ayudaron a entretejer sus vidas.

Había caminado hacia él, tomado entre sus brazos y le llevó directamente a la pista de baile.

«¿Cree que hoy me hará falta un paraguas?», hubo susurrado, tomando su orquídea.

«¿Cómo dice?»

La música les guiaba, giraban y bailaban en la oscuridad. Natasha tomó el arma que se encontraba en su bolso, la preparó para disparar al agente que bailaba con ella, hasta que sintió una mano sobre la suya.

«Natasha Romanoff».

«¿Agente?».

«Barton, Clint Barton, el agente que Peggy Carterprometió enviarle»

«Entonces, ¿por qué rayos no respondió a mi pregunta?».

«La olvide al verla».

Nat frunció la mirada, no se fiaba del agente que le habían enviado, y mucho menos de su extraña forma de ser. Sabía que aquella sería una noche muy larga.

— ¿Por qué, Natasha? ¿Por qué después de todo lo sucedido en Budapest aún quieres que yo te entregue? —Preguntó Clint, jugando con los cabellos de Natasha.

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