1~ Te esperare en los sueños.

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Estoy seguro que no soy el único, él que cada noche se queda pensado en aquellas respuestas tardías que son exactamente lo que querías decirle a esa persona. A veces todas esas ideas y respuestas que rondan por mí cabeza, las escribo en una pequeña libreta que está junto a mi escritorio. Pero ya es hora de cerrar los ojos para descansar y dejar de pensar tanto en lo que sucedió ese domingo...

Eran las ocho de la mañana con nueve minutos y yo aún en la cama, me levanté y tomé una pequeña ducha para luego ir al comedor — Legard, ¿Dónde quedo mi cargador? — ¿Disculpa? Explícame, ¿Cómo que es tuyo? — Sí, claro que lo es, bueno al menos el cable... — Esther, mira presta atención, es muy simple, el cargador es mío, ¿a quién se lo dieron de cumpleaños número 19? — ¡Pero igual!, Legard, lo necesito, ¿Dónde lo tienes? No vuelvo a repetir la pregunta. — Ash, pero que insistente eres Esther, búscalo en mi habitación y no toques nada de lo que te puedas arrepentir — ¡Huy! Pero que amenaza, pero no, por el momento lo más importante es el cargador, ya luego veré que haré contigo. — Estás avisada Esther (diciendo en tono amenazante)

Se las presento, ella es mi hermana mí querida pero irritante hermana. Algunas personas dicen que es linda, realmente no puedo decirles lo contrario, test blanca, mide por los 1.82 cm, aunque tampoco creo que consiga un novio, ella es muy ella, sé que no aclaro nada, pero la irán conociéndola supongo. Desde lejos se puede observar una cabellera que parece cascada a los más natural con un color castaño, con ojos color azul marino y a contra luz azul claro, ella sabe que es linda y lo aprovecha, solo que en ocasiones se pasa un poco...

—Esther ya es hora, se te va el autobús (se escucha una voz femenina agitada y algo nerviosa por el cansancio de la mañana) — Ya voy Madre, solo déjame buscar el cargador — Melissa Esther, no vuelvo a repetir que te apures, no hagas que me enoje contigo (esta vez, no bromeaba, cuando ella dice los dos nombres es mejor hacerle caso...) — Adiós madre, despidiéndose con beso. — ¿Y tu hermano? — No te preocupes, es mejor que sea así, a que me lo de forma hipócrita. — Legard no empieces por favor, tu eres el mayor. — Sí, sí, ¿pero tú crees que ella es inocente? al momento de escuchar esto, le saca la lengua de una forma tan infantil, la chica lo hizo en señal que aún es una niña seguido de una sonrisa burlona. — A dios, cuídense.

— Legard, recuerda lavar tu ropa, me voy al trabajo. — Si Madre.

Tal Vez no se los había comentado, pero ella es mi quería progenitora, una mujer no más de 1.69 cm de altura, con una cabellera totalmente cafe oscura y su tes blanca. Algunos dirían que ella es seria, pero, es todo lo contrario, su carácter no contrasta para nada con su personalidad. Si se preguntan ¿Dónde está mi progenitor? Él nos dejó hace ya mucho, específicamente cuando ella estaba embaraza de Esther en ese entonces yo estaba en la adolescencia. Cuando se le pregunta por él siempre contesta de una forma tan positiva, pero talvez, solo talvez, no sea así, puede que mienta simplemente para que no lo terminemos de odiar tanto.

Y era las diez de la mañana, estaba algo aburrido, encendí la TV por cable par a ver qué tal, y justo ahí, después de mucho tiempo, mi serie de la infancia (Dibuja con Louis) si por casualidad no saben cuál es, es de un pequeño conejo que dibujas cosas las cuales cobran vida de una forma caricaturesca lo que hace que el programa sea divertido, entretenido y aprendas a dibujar. No lo puedo negar he aprendido hacer varias clases de dibujo mirando ese programa. — Y si, efectivamente, así me quede por casi todo el día.

(Se escucha la puerta cerrarse) — Ya estoy en casa ¿Legard? — En la cocina, apura — Me extraña que no lo estés, gritando mientras se dirigía donde él. ¿Qué haces? Pregunto un poco desconcertada por todo los platos y harina que miro regados por la mesa. — Que, ¿No lo recuerdas? — Recordar el que Legard, por el amor de dios. — Esther, hoy es el cumpleaños de nuestra Madre, ¿Tan descarada eres para no recordarlo? — Claro, lo recordé perfectamente, diciendo con una pequeña sonrisa — Solo dije hacia mis adentros, estaba más que claro que mentía.

Letras Oscuras (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora