6~ Sombras de un corazón.

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¿Qué harás? — No lo sé, pero aún recuerdo mucho. — ¿Aun no comprendo qué diablos nos pasa? — Ni yo puedo decirte que nos pasa. — Entonces... ¿Piensas en dejarme en la deriva solo otra vez...? — No, solo que no entiendo por... — ¿Qué no entiendes? ¿Que eres un gilipolla? — No, eso no es exactamente. Si no, el simple hecho de no saber adónde ir. Eso es lo que me enloquece. — Solo imagina, yo estoy aquí varado contigo sin poder hacer absolutamente nada, condenado a tus inútiles decisiones — Lo sé, y soy consciente de eso. Pero... ¿Estás muerto? — No, ¿porque esa pregunta? — Si no estás muerto, significa que, no todo lo hago mal. Así que agradece que estas vivo, al menos por el momento.

— ¿No te cansas de mirarlo? — Tal Vez, estoy más como observando de lejos. — Vamos, has dicho ¿observar?, acaso eres un acosador. — La verdad no, pero ¿Quien no lo va hacer mirándolo a él? — cierto...

— Legard, le hablo a lo lejos una chica de test blanca. Lo cual hizo que bruscamente se detuviera con su monólogo interno.

La castaña era una de sus mejores amigas. Y muy orgulloso de ello, ya que era atractiva, con sus ojos color verde y un cabello lacio, el cual era la envidia de media universidad. Pero sin olvidar aquella figura tan hipnotizante que ha cualquiera dejaba boquiabierto.

— Alisson por aquí, levantando las manos el castaño como un niño. — ¿Qué haces aquí? pregunto la castaña por la rara área donde estaba. — Solo quiera respirar un poco de aire fresco, respondió Legard, en un intento por decir una mentira piadosa. — La castaña sabía que le mentía, pero solo le dedico una sonrisa un poco tímida.

— Por cierto, Legard, haciendo una pequeña expresión como si tratase de recordar algo. — Con esa expresión luces como una dulce e inocente niña, diciendo entre algunas risas leves pero honestas. — ¿Sí?, y tú disimulas ser un buen acosar Legard. — ¿Que? No, no, Yo no acoso y ni miro a nadie, diciéndole en tono infantil. — ¿Enserio? entonces dime, ¿Porque tus mejillas están de color carmesí? — El chico al escuchar tal cosa, disimulo su notoria vergüenza, haciendo un puchero. — La castaña entre unas risas, divisó un enojo próximo, lo cual hizo que se callara. — ¿Ya? dijo Legard con un tono un tanto enojado. — sí, Pero corre Legard, que vamos a Bioquímica y sabes cómo es ese viejo.

El tiempo paso extremadamente rápido para su gusto.

Se escuchó un sonido seco a lo largo de toda la universidad, para algunos era cambios de clase, y para otros la salida de ese matadero. Para mí era la salida.

Saliendo corriendo de aquella universidad poco agradable, continúe al casillero donde tomé un pequeño folder, el cual tenía algunos documentos civiles.

— Ojiazul grito la castaña desde lejos. haciendo referencia a aquellos ojos que parecían un mar bastó, en donde te podías quedar mirando por mucho tiempo, sin perder la misma emoción del comienzo.

Legard simplemente cerró el casillero, y corrí como si no hubiera un mañana. — La castaña al ver aquello simplemente frunció los labios y le dio poca importancia.

Momentos después, el ojiazul se encontraba recostado en un pequeño sofá, el cual tenía en su habitación. Se levantó con dirección a la ducha, pero primero tendría que buscar su móvil para reproducir alguna canción, mientras se daba una pequeña ducha.

Pero para gran sorpresa el móvil estaba muerto.

Ya en la ducha, se integró con una suavidad, al sentir aquella agua sumamente fría, dejó escapar como unos sonidos peculiares, parecían sonidos de placer y excitación.

Así estuvo por Tres horas en la ducha, sintiendo como el agua era más que una droga para su cuerpo, la cual era una necesidad en su día a día. Le hacía escapar de su realidad y lo transportaba con euforia a su infancia.

Letras Oscuras (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora