Eres dueña de tus propias fantasías, fantasías que en algún momento quizás puedas hacer realidad, nadie te conoce con certeza, únicamente tú, y eso que a veces hasta tú de desconoces.
Por un tiempo habías buscado algo que te haga sentir bien, pero no lo habías encontrado y eso que sondeaste hasta debajo de tu cama. Eres bonita, todos los chicos trataban de conquistarte, pero a ti te gustaba uno en especial, ese chico del cual tu almohada pudo escuchar tu pensar sobre él cada noche, incluso cuando lo llamaste con tu mente cada despertar.
No hace mucho que lo veías, solo sabías que de vez en cuando cantaba en aquel rustico bar de ciudad, incluso esperaste con ansias los viernes para escucharle, y aunque tu bolsillo no daba para mucho te sacrificabas durante la semana para llegar los viernes y tomarte algo mientras le observabas a unas cuantas sillas de distancia.
Un tiempo después incluso le escribías cartas anónimas y se las dejabas en su buzón, que excelente admiradora secreta fuiste.
Hasta ese momento lo mejor que te pasó fue que de una de las cartas que le dejaste él compusiera una canción y la cantara en aquel bar, y no podías decir nada porque lógicamente te delataría, aunque morías por decirlo.
Quizás él estaba destinado para ti, y te diste cuenta desde aquella tarde en la que aprendiendo a conducir chocaste su carro casualmente sin saber que era de él, hasta que llegó a reclamarte.
Y con el tiempo lograste conocerlo, hablar más a menudo y se veían en ocasiones en el café.
Hablabas de él las noches que lograbas comentarlo, preparaste tantas cenas solo para darle un detalle, contabas chistes para hacerle sonreír y enamorarte más con él, te llevaba al cine a ver tus películas favoritas y luego te llevaba a cenar a algún restaurante distinguido de la ciudad.
Se enamoraron y hoy eres suya y él de ti, te has de sentir muy afortunada de tener lo que tanto soñabas, pues te ama como pocos hoy en día lo hacen, y realmente me alegro de eso.
Y ustedes se preguntarán; ¿cómo es que sé todas esas cosas? pues...
... Soy su mejor amigo, y sin elegir a quien amar, la amé a ella, aun cuando sabía que su corazón gritaba con ansias otro nombre, sin embargo siempre estuve en silencio, y muy probablemente siempre lo estaré.
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Gritos de la Mente
RandomCierra los ojos e imagina que estas cosas las has gritado en silencio.