Capítulo 2. Él

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**Leonardo en multimedia**

**Capítulo narrado por Leonardo**

Aquella cálida mañana de verano salí de mi casa tras haber tomado un desayuno frugal. Llegaba dos minutos tarde  y estaba de muy mal humor. Leonardo Felice nunca llegaba tarde a trabajar pero parece ser que ese día, una sorpresa estaba preparada para mí y la verdad no supe calificarla si como agradable, desagradable o hiriente. Justo en la puerta de las oficinas centrales de mi empresa,  una mujer un poco más jóven que yo de una belleza indescriptible, chocó contra mí. Me molestó obviamente que se tropezara conmigo pero lo que más me frustró fue el hecho de a ella yo parecía importarle una mierda. Yo intimidaba a todo el mundo, nadie me decía una palabra más alta que la otra y siempre se me trataba con respeto. Yo era el jefe. Pero aquella chica no sólo se había dirigido hacía a mí con impertinencia sino que me había insultado y se había largado tan campante dejándome con la palabra en la boca.

Para mi desgracia, no había podido quitármela de la cabeza, ¿cómo puede tratarme así e irse de ese modo?. Estaba muy cabreado y necesitaba dejarle las cosas claras. Si después no volvía a verla me daba igual pero ella debía saber quien era Leonardo Felice.

-¿Señor Felice?- me preguntó mi secretaria con gesto serio y preocupado-.

-¿Sí, señorita Grazia?- le costesté secamente-.

-Le preguntaba que tipo de café deseaba tomar hoy-.

-Capuccino, por favor. Y por favor, después de traer mi café, acérqueme los informes sobre los proveedores de telas hindúes.

-Sí, señor Felice.

Se despidió. La señorita Grazia era la única de mis empleadas a la que toleraba. Ella no me miraba con ojos libidinosos haciéndome sentir incómodo. Por lo que sabía, estaba felizmente comprometida con un buen chico que la cuidaba y amaba al igual que ella a él. ¿Cuánto hacía que no me enamoraba? Desde que Guilia me había humillado, abandonado y engañado hacía ya más de cinco años,  no había vuelto a confíar en una mujer. Había sufrido hasta más no poder. Supongo que esa mala experiencia y la empresa habían contribuído a agriar mi carácter pero había decidido que nadie nunca más te trataría como a un tonto. Las pocas mujeres que habían logrado entrar en mi vida, habían sido de paso. Nada de sentimientos, sólo pasión de una o varias noches.

¿Por qué pienso en esto ahora mismo?. ¿Acaso esa chica había causado algún tipo de reacción fuera del cabreo en mí?. Sólo había una forma de saberlo. Ella había dicho que tenía alumnos de dos años....

-Señorita, Grazia- le dije cuando me trajo mi capuccino-. Necesito una lista de toda las escuelas infantiles de la ciudad, por favor.

-¿Está seguro, señor?- preguntó perpleja-.

-Muy seguro, señorita Grazia y no, no tengo un hijo bastardo si es que lo que te estás preguntando.

-Yo no quería dar a entender eso....

-Rápido, Grazia. No tenemos todo el día.

Media hora después volvió con la lista. Salí de la oficina inmediatamente.

-Volveré en un par de horas, Grazia. Espero los informes encima de la mesa. Cuando termine su trabajo, puede irse.

-Así lo haré, señor Felice.

No se que es lo que guiaba mis pasos. Estaba totalmente convencido de que eran mis ganas de darle a entender a aquella niñata las consecuencias de meterse conmigo. Así podría quitármela de la cabeza y todo volvería a ser como siempre. Sí, esa era la única y auténtica razón de todo aquel circo en el que estaba a punto de meterme hasta el fondo. Estaba tranquilo. En unas horas volvería a ser yo. El genuino Leonardo Felice. Nada podía fallar.

Tu Sarai Sempre la Mia Vita(COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora