Capítulo 18. ¿Qué pasa?

4.1K 410 2
                                    

**Capítulo Narrado por Alice**

Por una vez en la vida, tenía que darle la razón a Leonardo y es que la cena  había resultado un desastre y tener que lidiar con mis familiares y amigos, me había dejado totalmente exhausta y deprimida. Esperaba que mi bebé no se avergonzara de sus abuelos y tíos como yo lo había hecho aquella noche. Ya lo había hablado con Leo y habíamos decidido prescindir de reuniones de ese tipo sobretodo si estaban Helena y Ricardo entre los invitados quienes era más que evidente que se gustaban pero se negaban a asimilarlo discutiendo entre ellos. No entendía que con lo corta que era la vida, no se lanzaran a dar rienda suelta a su pasión. Que yo supiese, Luca sólo era un amigo especial....ellos sabrán....

-¡Por fin un poco de tranquilidad!- exclamó Leo mientras se quitaba la ropa para meterse en la cama-.

Me quedé embobada viéndolo, mi prometido era todo un bomboncito y por más que quisiera jamás me acostumbraría a aquel cuerpo moreno y perfecto. Si a eso le añadíamos el hecho de que andaba con las hormonas disparadas por el embarazo, me faltó tiempo para babear( literalmente).

-Alice-alzó una ceja-. ¿Tienes hambre?. Me miras como si fuera comestible

-Y lo eres. Al menos para mí.

Se acercó a mí con paso seguro seduciéndome con la mirada hasta colocarse justo en frente mío.

-Entonces permítame decirle, futura señora Felice , que usted también luce muy apetitosa para mí.

Nunca me cansaría de tener sexo con este hombre. La forma en qué acariciaba cada parte de mi cuerpo, el roce de sus labios húmedos besando mi cuello, la sensación de tener sobre mí a un dios griego llenando mi cuerpo de sudor, sus jadeos sabiendo que era yo la única que le producía aquel placer y lo salvaje y a la vez dulce que era cuando entraba dentro de mí, hacía que mojara las bragas con tan sólo pensarlo. ¡Mi futuro marido era un ser perfecto! Aunque cabezón al máximo todo hay que decirlo.

No se si fue por el estrés de la cena o porque nos  necesitábamos el uno al otro pero lo cierto es que aquella noche apenas dormimos. Nos amamos hasta que caímos exhaustos al amanecer.

-Buenas tardes, pequeña dormilona-sentí la voz ronca de Leo susurrando en mi oído-.

Me dolía todo sobretodo una parte de mi cuerpo que creo estaría feo describir o nombrar en este momento. O estaba vieja o el embarazo me dejaba ko.

-¿Qué hora es?-pregunté abriendo un ojo de mala gana-.

-Las tres de la tarde, señorita-acarició mi pelo a la vez que me daba un besito en la frente-.

¿Y se atrevía a llamarme dormilona? Nunca se me dieron bien las matemáticas pero no hacía falta ser un genio para saber que había dormido menos de ocho horas. Me ponía de mala leche dormir poco y sobretodo que me despertaran. Ya podía tener una buena excusa porque de lo contrario, no tendría más hijos conmigo(ni con nadie).

-Si no me hubieras tenido sodomizada hasta las ocho de la mañana,quizás hubiera dormido menos-le espeté-.

-No te quejabas tanto esta noche cuando estaba dentro de tí de hecho creo recordar que mencionaste algo acerca de que no parase-se reía-.

-Eres un imbécil, Felice. Ya puedes tener una buena razón para despertarme de lo contrario, te quedarás sin más descencia de la que tengo en mi barriga pidiéndome comida a todas horas.

-Entonces tiene a quien parecerse, Alice.

¿Qué insinuaba? ¿Qué era una glotona? ¡Qué papi más pedante tienes,Altair! No tomes ejemplo de él si quieres llevar una vida tranquila y sosegada.

-¿Te apetece comer?-me preguntó-he hecho tu plato preferido y sí, tengo algo que decirte. Por eso te he desperado.

-¿Has hecho berenjenas a la parmesana?. Me da igual lo que tengas que decirme. El madrugón y la noticia merecerán la pena.

Leo no era un gran cocinero pero había tres o cuatro platos que los bordaba y las berenjenas estaban en su maravillos repertorio. ¡Ah¡ ¡Cómo me gustaban! Estaba salivando más que los perros de Paulov.

-No estoy tan seguro pero aún así adelante, preciosa. La mesa está lista.

Corrí hacía la mesa al igual que un niño corre hacía un caramelo escuchando las carcajadas de Leonardo tras de mí. ¡Era feliz comiendo! ¿Qué importaba que mi demente novio se riese de mí?.

Disfrutamos de la comida juntos sin apenas hablar. Estaba demasiado ocupada saboreando aquel platillo que me volvía loca. Tan pronto terminamos, Leo me dijo:

-Alice, hay algo que tengo que contarte y creéme que no me gusta nada la idea pero no tengo alternativa.

Tenía el gesto serio y triste y parecía estar esperando mi señal para poder continuar.

-¿Y bien?- pregunté-.

-He de viajar a India a visitar unos proveedores. No se exactamente durante cuanto tiempo pero al menos me tomará un mes. Me lo han notificado esta mañana.

-¿Un mes sin mi Felice?-pregunté un poco triste-.

-A no ser que quieras venir conmigo, preciosa.

Medité un momento. Por un lado me apetecía ir con él pero no podía dejar mi trabajo llevaba demasiado tiempo trabajando allí y la idea de dejar a mis pequeños para siempre me rompía el corazón. Sin embargo, Leo volvería y ese período nos serviría para amarnos aún más si cabe. ¿Qué hago? Podía tomar copas de vino o cervezas pero decisiones, eso era harina de otro costal.

-Leonardo, yo te amo y te amaré por siempre pero ahora mismo no sé que decirte.

-Siempre supe que no podrías dejar a tus niños-contestó un poco triste como si leyese mi mente-. Mañana por la mañana tendré que partir. Te echaré de menos, preciosa

-Y yo a ti, Leo.

La mañana siguiente llegó más rápido de lo que hubiese esperado y cuando vi a Leonardo perderse en la cola de embarque del avión sentí que me moría de pena. ¡Un mes sin Leonardo! ¿Qué haría sin él?

"Lo que siempre has hecho,Alice. Disfrutar del momento y ser feliz".

"¿Quién eres?".

¿Acaso esta conciencia ha cambiado de dueño?.

Tu Sarai Sempre la Mia Vita(COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora