Capítulo 6. Los días pasan

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**Capítulo narrado por Alice**

Ya han pasado tres semanas desde la última vez que ví a Leonardo. Después de aquella memorable noche de pasión, había desaparecido de mi vida y parecía que de toda la faz de la Tierra. He de reconocer que al principio albergué la esperanza de que volviera a mí pero con el transcurso de los días fuí perdiéndola.  Había pasado la última semana en el sur de Italia visitando a mi familia y tenía las pilas cargadas para enfrentarme a todo lo que la vida me pusiese por delante. De por mí misma era bastante enérgica pero el tema Felice me había dejado un pelín tocada. No me arrepentía de haberme entregado a él era un adonis y a nadie le amargada un dulce pero me había dolido un poquillo que se fuera sin despedirse.

Nunca me habían preocupado demasiado las cosas y bien sabe todo el mundo que era la mujer más despreocupada del mundo entero pero cada día cuando iba a trabajar era incapaz de dejar de mirar de reojo la sede de su empresa por si por un casual cayese la breva y lo viera. Él nunca aparecía y yo seguía mi camino pero un día que iba más temprano de lo habitual me topé con su hermano Ricardo.

-Ciao, Alice-venía directo a abrazarme alegremente-.

-Hola, Ricardo-le saludé respondiendo a su abrazo-¿Qué tal estás? Hace mucho que no te veo.

-Igual de guapo que siempre, preciosa-me dijo guiñándome un ojo-.

-Qué egocéntrico eres, Ricardo. ¿Sabes qué la belleza humana es efímera? Algún día serás viejo.

-Alice, algún día será no te lo niego pero de momento soy tremendamente jóven. Carpe Diem, bella.

Me gustaba Ricardo. No como novio, amante o pareja sino como persona y como amigo. Sabía que me iba a llevar divinamente con él pues teníamos la misma forma de ver las cosas. Al contrario que el idiota de su hermano. ¡Fuera Leonardo! ¡Fuera de mi mente y mi vida!.

-No seré yo quien te niegue la razón respecto a eso. Ventajas de tener unos padres hippies.

-Eres una caja de sorpresas, Ali. ¿Te apetecería cenar conmigo esta noche? -mi cara debió ser un poema porque pronto se disculpó-. ¿Recuerdas lo que dijiste en mi casa el otro día?

-Tengo muy mala memoria, Ricardo. Lo siento

-Está bien. Te la refrescaré.

Puse los ojos en blanco. Odiaba no tener una memoria a largo plazo decente. Aún no se ni como fuí capaz de sacarme una carrera universitaria. ¿Qué más da? No importa.

-Dijiste que si mi hermano no te volvía a llevar a casa irías para convertirte en mi amiga así que, bonita, no puedes faltar a tu promesa.

-Está bien-dije después pensar por unos segundos-pero con una condición.

-¿Siempre pones condiciones?-preguntó divertido-. Creo que el tema de sonreír conmigo está solucionado.

-Lo sé de sobra, bobo. Lo único que quiero es que no me lleves a tu casa si Leonardo está en ella.

-¿Te ha hecho daño?-me dijo con un atisbo de horror/cabreo en su rostro-.

-No tienes que comportarte como mi guardaespaldas, Ricardo. Y no, no me ha hecho nada malo, al contrario pero no me apetece verlo.

-¿Me lo prometes?-suplicó cogiéndome de las manos-.

-¿Realmente me ves capaz de mentir a alguien? ¡Oh vamos! ¡Si siempre suelto todo lo que se me viene a la mente!

-Está bien, pequeña amiga. Te espero a las nueve justo aquí.

-¡Hecho! Nos vemos, Ricardo.

Y me despedí de él para proseguir mi camino a mi ritmo habitual. El día transcurrió normal aunque un poco más lento. Me gustaba Ricardo, me hacía reír y tenía ganas de disfrutar de la velada con él. Cuando al fin llegó el momento, me puse un vestido blanco calado con volantes, ribetes y todas esas cosillas que me gustaban a mí y fuí al encuentro de Felice( el único de los hermanos que hacía honor a su apellido). Llegué tarde(¿Debería cambiar esa costumbre?) Y vi a Ricardito muy elegantemente vestido dando paseos de un lado a otro. Me acerqué por detrás sin que me viera y le toqué el culete.

-¡Te pillé!- le dije a la vez que él daba un saltito que me hizo muchísima gracia-.

-¡Qué susto, Alice!-exclamó sobresaltado-. ¡ Me has tocado el culo!.

-¿Cuál es el problema? - pregunté extrañada-. A mis hermanos también les toco el culo y ninguno de ellos pone la cara que tú estás poniendo.

¿Qué le pasaba?

-Está bien. Aceptaré pulpo como animal de compañía.

Se acercó a abrazarme. Adoraba que lo hiciera. Era tan fraternal.

-¿Lista para comer la mejor pizza de tu vida?.

-¿Pizza?. ¡Oh Dios, Ricardo! Me casaré contigo.

Él se carcajeo ante mi infantil muestra de entusiasmo. Quizás pasará demasiado tiempo entre niños. Fuímos caminando hasta un restaurante cercano. Era ruidoso(raro en Florencia) y las mesas tenían manteles de cuadros rojos y blancos tal cual a mí me gustaban. Eso era sinónimo de comida rica y casera. ¡Perfecto!. Mi nuevo amigo no mintió. La pizza era increíble. Sólo en Nápoles la había comido tan rica y disfruté junto a él de una maravillosa velada con buen vino, estupenda comida y mejor compañía. ¡Qué bien me lo pasaba con aquel hombre! Debería haberlo conocido antes que a su hermano cada segundo lo tenía más claro.

Salimos del restaurante riéndonos a carcajada limpia. El vino hacía estragos pero estaba tan rico.Todo era perfecto hasta que una sombra empañó todo nuestro perfecto goce.

-Alice, Ricardo. Es toda una sorpresa veros juntos y tan felices.

Leonardo el desagradable estaba parado delante de nosotros con una sonrisa irónica. ¿Qué esperaba? ¿Qué me iba a abandonar y estaría llorando por las esquinas? Este hombre me daba alergía de veras.

¿Tres semanas desaparecido y ahora tenía los santos cojones de aparecerse allí con sus ínfulas de hombre poderoso y desagradable? Leonardo eres estúpido y deberías de saberlo ya. Ni en mil años volvería a juntarme de nuevo contigo. Cogí a Ricardo de la mano y tiré de él sin ni siquiera decirle hola a Leonardo. ¡Qué te jodan!.

Tu Sarai Sempre la Mia Vita(COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora