ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ᴅᴏs

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Lo último que recordaba de la noche anterior, era la imagen de la calavera del pecho de Yoon Gi y mi mano en él. Cuando abrí mis ojos a la mañana siguiente, no estaba en ese lugar en el que había estado: estaba en una lujosa y enorme cama de sábanas de seda. El lugar estaba iluminado por una pequeña lámpara de mesa, y a mi lado estaba el cuerpo del mayor, completamente dormido.

Me dolía la cabeza como para tratar de forzar mi mirada a otros lugares, así que tan sólo alargué mi mano hacia un sobre que había en la mesilla de noche que ponía 'espidifen' y lo disolví en el vaso de agua que estaba al lado antes de tomármelo, y caer rendido de nuevo.

No abrí los ojos hasta que ya era de día, quizá más de las doce. No sabía porque no encontraba mi teléfono móvil. A mi lado ya no había nadie, y no había ruidos cerca, sólo silencio. Inspeccioné el lugar con mis ojos, nunca había visto tanto lujo en una misma habitación: Paredes negras, decoración negra y dorada. Alfombras de terciopelo, sillones enormes, una lámpara de oro en el techo.

Al levantarme del lugar, pude comprobar que alguien me había puesto una bata blanca, de seda, que me llegaba por debajo de los muslos. Un fuerte dolor golpeó deprisa desde mi ano hasta mi espalda y me tambalearon las piernas, las repercusiones del buen sexo. Solté un pequeño grito, intentando aguantar de pie, cuando sentí una mano apoyarse en mi cintura.

No eran las manos de Yoon Gi, su piel era demasiado morena por lo que pude ver cuando bajé la vista, como para ser él. Se había acercado tanto a mí que podía sentir algo duro entre mis piernas. 

Reaccioné lo más rápido que pude, dándome la vuelta mientras daba un golpe en aquella mano que me había tocado. Un joven bastante más alto que yo me miraba con los ojos bien abierto, me costó saber quien era, pero supuse que sería el hermanastro de Yoon Gi, el otro 'Tigris', el que se montaba los tríos con mi mejor amigo y el dientes de conejo.

  —¿Qué haces...?— Pregunté sorprendido al ver que no retrocedía, que seguía en aquel lugar con la mirada fija en mí.  

  —Llevaba un rato mirándote dormir, supongo que tuviste algún tipo de sueño húmedo. No dejabas de jadear.

Realmente no recordaba si había soñado o no, sólo quería irme. Estaba empezando a darme miedo la situación de estar tan cerca de ese chico.

—¿Y Yoon Gi?

—Él está con el papeleo...— Unos segundos de silencio y sentí un fuerte empujón que me hizo caer de espalda sobre la cama. Había soltado un amplio grito cuando mi ano fue golpeado por aquel colchón, incluso una lágrima salió por mis ojos del amplio dolor.— Siempre he creído que Yoon Gi tiene un muy buen gusto para elegir culos.

El miedo se apoderó de mí. En mis condiciones no tenía ni fuerza para meter una patada y tratar de darle, y él ya se estaba abalanzando sobre mí mientras desabrochaba su pantalón.

—¡Quita! ¡Déjame! ¡Por favor!— Grité con todas mis fuerza, sintiendo las lágrimas bajar por mis ojos como chorros abiertos, y sólo fui capaz de levantar la mano para golpear su rostro.

Lo vi enfadarse. Tenía los ojos aún más oscuros que lo que solían ser. Una vena se marcó en su cuello, justo en la altura de un tatuaje de una rosa, y levantó su mano para golpearme, justo cuando otra mano le paró.

—¿Qué te tengo dicho?— La voz de Yoon Gi, era él quien estaba sujetando su brazo y quien había hecho que ese rostro que mostraba sus más duras facciones, se relajara.

—Hyung...

—Vete.

Se levantó, dejando de hacer presión en mi cuerpo y dejándome por fin en libertad. Aquel chico marchó rápido del lugar, mientras el de ojos felinos se mantenía mirándome sin expresión. Sus orbes azules viajaron por mi cara, a la par que se sentaba a mi lado.

—Discúlpale, le gustan mucho los hombres bonitos.

Asentí rápidamente y me senté en la cama. Aún estaba temblando del susto que me había llevado.— ¿Y... mi ropa? Es tarde, debería estarme yendo.

—No vas a irte.

—¿Cómo que...?

—Creo que no estás pillando la situación en la que te has metido, pequeño Ji Min.— Unos segundos en silencio, en los que mantenía una de mis cejas alzadas sin entender nada.— No vas a salir de esta casa, ahora eres nuestro. Has sido secuestrado, y ahora o te sometes a ser parte de nuestra mafia, o tengo algunas balas que pueden poner tu nombre. Sería una pena después del polvo de ayer, tener que despedirme de tu hermoso culo.

Se me hizo un nudo en la garganta. Por un momento se me había olvidado hasta cómo se respiraba. No podía llorar, no me salían las lágrimas, y mi corazón cada vez iba más rápido. Ho Seok tenía razón, sin embargo...

—¿Y Ho Seok? 

—Una tremenda incoherencia el llevarte a esa fiesta y dejarte solo. Él sabía que de llevarte, yo tendría los ojos en ti, y de dejarte solo, me acercaría a tratar de captar tu atención.— Una sonrisa ladina en sus labios, la misma que la noche anterior me ocasionaba erecciones, pero esta vez me daba asco. — Tu amigo prefirió un polvo y desocuparse de ti, que mantenerse a tu lado y mantenerte seguro. El pobre trató de buscarte cuando terminó el trío, se desesperó y pidió tu libertad, qué pena que dejarte libre no entrara en mis planes. Agradécele a él tu estancia en este lugar.

La primera lágrima cayó por mi mejilla en ese momento. Mis puños se habían cerrado sobre aquellas oscuras sábanas de la rabia interna y contenida que sentía. Ho Seok formaba parte de una mafia. Mi amigo, con el mismo con el que llegué a jugar con tierra cuando éramos niños; con el que lloré, sufrí, me reí y viví mucho tiempo y el único amigo que tenía, era un mafioso que me había llevado a un sitia, a sabiendas de que podría acabar secuestrado.

—Déjame ir, por favor.

—No.

—No diré nada, no llamaré a la policía...

—Cállate.—Y me callé, al menos dejé de hablar, pues las lágrimas cada vez eran más constantes y había empezado a sollozar. A Yoon Gi parecía agradarle el verme llorar, como si le gustara ver el sufrimiento en mi rostro. Su mano había acariciado mi cara, y rápidamente me aparté de él, viéndolo como un absoluto monstruo. —  Oh, bebé... Creo que te estás equivocando. ¿Ves todo lo que te rodea ahora mismo? —Asentí con mi cabeza, alejándome un poco de él hasta ponerme en la otra punta de la cama. — Pues es sencillo. Puedes colaborar conmigo, ser mi fiel aliado y tener esta hermosa habitación y todos mis cuidados, o retarme y acabar durmiendo en el puto sótano, atado de pies y manos a una tubería, compartiendo suelo con ratas, porque aunque no hay, llenaré el lugar de ellas para que te coman vivo. Puedes jugar conmigo o jugar contra mí. Soy muy buen jugador, y al contrario que tú, tengo todos los recursos para que pierdas. —Se levantó de la cama y dejó sobre la mesa de noche otra pastilla para el dolor de cabeza. Volvió a mirarme a los ojos, y sentí todo el miedo agruparse de golpe en mi pecho. El chico que había sido el mejor polvo de mi vida, era mi secuestrador.—Te dejaré pensar si eres mi compañero o mi mascota. Cerraré la puerta con llave por si acaso a alguien se le ocurra venir a molestarte y vendré a buscarte para el almuerzo. 

Y se marchó, no sin antes haberme guiñado uno de sus ojos.

Tigris. || BTS || 1° Parte, Yoonmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora