ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ᴜɴᴏ.

12.3K 800 317
                                    

El día de mi secuestro, yo sólo quería follar.

Me había puesto un pantalón ajustado en color negro, una camiseta blanca de botones con tres de ellos desabrochados, un hermoso chocker con una perla colgando de él que mostrara mi lado más pasivo, y hasta me había maquillado. Olía a la colonia más afrutada que tenía, de mora, y mi cabello estaba perfecta y milimétricamente colocado de forma en que cayera a ambos lados de mi frente.

En un principio no quería ir, pero mi mejor amigo me había hecho entrar en razón, o quizá me la había quitado.

-¿Crees que es mejor idea quedarte en casa, llorando por alguien que no va a volver? Han pasado ya seis meses, Park Ji Min. Para ser estudiante de psicología, lamento decirte que necesitas un psicólogo.

Y era verdad, pero siempre duele más escucharlo que pensarlo. Desde que había roto con ese falso hetero que tanto me había prometido, no había sido capaz de levantar cabeza ni siquiera para mirar el camino. Los fines de semana eran rutina: el viernes gastaba dinero en comprar alcohol barato y un paquete de cigarrillos -aunque no solía fumar-. Me sentaba a beber en el sillón, viendo novelas de amor online, hasta que acababa llorando, gritando su nombre y acababa autocomplaciéndome hasta acabar durmiéndome en algún rincón de la casa. Los sábados hacía lo mismo, y los domingos, comía con mamá porque papá no me miraba desde que había dicho que era gay.

Recuerdo haber llegado a un enorme jardín de una casa que podría ser diez veces mi piso de estudiante. Estaba perfectamente decorado, iluminado, pero daba asco el ambiente: jóvenes borrachos, drogados, algunos que yo juraría que eran menores y otros manteniendo sexo tras los arbustos. En aquel momento, evalué si era mucho mejor quedarme en casa con mi botella de alcohol barata, pero Ho Seok no me dejó pensar mucho porque me arrastró hasta la entrada de la casa.

Mi amigo era, por decirlo de alguna manera, un culo sociable. Conocía a todo el mundo, todos querían saber de él. Era divertido, guapo, simpático, agradable, deportista, inteligente, con una hermosa sonrisa... Y luego estaba yo, que era algo así como su sombra: el chico calladito, estudiante promedio, bailarín en el grupo que HoSeok lideraba y encima tenía un diente torcido. No me sorprendía que todo el mundo lo saludara al entrar, ni que después de haberme dado una copa, un chico alto, muy guapo, con apariencia más joven que él y unos dientes de conejo se acercara y le pidiera hablar unos segundos, a solas.

Me quedé en el sitio, apoyado en la improvisada barra, mientras mi mirada vagaba por aquel lujoso lugar con sillones de terciopelo rojo, lámparas de vela apagadas pues lo iluminaba unos focos de luces parpadeantes en azul y rojo. La única música que se escuchaba en ese lugar era tecno, demasiado fuerte para mi gusto, así que ni siquiera estaba bailando como los otros.

Cuando repasaba las caras de zombie, mi mirada recayó en uno de los sillones más lujosos, en donde dos chicos estaban sentados mientras compartían sitio con dos mujeres, cada uno. No veía bien sus rostros, pero parecían que ellos habían visto el mío pues el que parecía más alto me había señalado, y el otro me había mirado antes de empezar a susurrar.

-¿Qué haces?- La voz de Ho Seok retumbó en mi oído y me giré para mirarlo.

-Sólo...

-No los mires. No te acerques a ellos, y si se te acercan, sé amable.

-¿Por qué...?

-Son Kim Tae Hyung y Min Yoon Gi, los hermanastros Tigris. Son quienes llevan estas fiestas y no son unas personas fáciles.

-Yo tampoco soy fácil...

-¡Ho Seok!- El chico bonito de antes había vuelto a acercarse a nosotros, tomando la cara de mi amigo para susurrarle algo al oído y por la expresión de su cara, era bueno.

Tigris. || BTS || 1° Parte, Yoonmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora