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Solo podía observar por la ventana en el bonito paisaje que le regalaba el ferro mientras avanzaba por los rieles. Casas, campos, granjas, de todo un poco había sido espectadora. Fue cuando enfoco sus ojos violetas a mirar a través de la ventana hacia su frente; a una hermosa mujer de cabello castaño y lentes, conversar y reír junto a hombre un poco regordete de lentes, sentados frente a ella. Notaba sus miradas picaras y sonrojos exagerados mientra se hacían mimos.

Fue cuando paso una señora vendiendo chucherías y dulces en el angosto pasillo, y el hombre no se hizo esperar luego de unas palabras de la mujer, comprando varias cosas y decidió no seguir enfocando su mirada en ellos.

— ¡Sumire-chan! — chillo la mujer hacia la chica quien miraba por la ventana, y ella sobresaltada le devolvió la mirada — Katasuke compro un pastel para ti — le extendió una servilleta con el bizcocho cubierto de crema rosa — Aun queda una hora de viaje, y nada que mejor comer algo ¡anda, tómalo! — le animaba con su gran sonrisa.

Ella solo mira el pastel y sus manos sudan dudando si aceptarlo. La castaña suspira al darse cuenta, y tan predecible y energética que es, tomo una de sus manos y le entrega el pastel con cuidado de que no se cayera. Sumire le mira sorprendida, ella solo le guiño un ojo, para luego esbozar una pequeña sonrisa.

— Espero te guste, Sumire, se que te gusta mucho los pasteles — fue Katasuke quien hablo con una amable sonrisa, y ella observo como devoraba una bolsa de papas fritas—. Vamos, come.

Sumire miro nuevamente el pastel, y en ese momento se vio a ella en otro lugar, en una pequeña mesa, en una versión mas pequeña mirando con una sonrisa inocente a una mujer preparar frente a ella un pastel parecido a ese. Cerro sus ojos, apretándolos como si hubiera sido un recuerdo doloroso.

—Gracias — habla finalmente mirándolos. Su voz era apagada, su voz tenia un tono amargado. Pero, si era sincero su agradecimiento. La castaña asintió con una sonrisa cálida para luego ella destapar una bolsa igualmente de frituras.

Sumire solo siguió observando por la ventana, comiendo con tristeza.


Nunca había estado en ese pueblo. Sumire observaba a las personas pasar con sus brazos detrás en su espalda. Estaban en lo que parecía una agosta pero movida calle con tiendas frente a frente, y precisamente estaba ubicada afuera y aun lado de una esperando a que Katasuke comprara unas cosas, a su lado Akita disfrutaba de un refresco contenta, el cual ella se había negado a uno cuando llegaron.

— Sumire — ella pronuncia su nombre, y la mira enseguida—. ¿Quiere que te compre algunas blusas o pantalones? — al frente había una tienda de ropa precisamente.

— ¿Eh? — aquello le sorprendió —. No es necesario, estoy bien con mi ropa.

Akita suspiro, y lanzo el envase del refresco a un cesto. Pego un brinco al no fallar, para luego mirarla fijamente.

— He visto tus prendas, muchas están desgastadas, otras seguro te quedan muy ajustadas. Tienes diecisiete, te haría bien ropa nueva — anima colocando una mano en su hombro. Sumire no sabia que decir —. Se que es duro, pero confía en Katasuke, confía en mi — llevo otra mano a su cabello revolviendo un poco, y aquel tacto cálido la hizo flaquear.

Bajo la mirada, y miro aun lado.

— Esta bien, pero solo un par de blusas.

Akita aplaudió contenta, y tomo su mano para llevarla a la tienda. En medio de la caminata sacaba su móvil para enviarle un mensaje a Katasuke en donde se encontraban. Sumire miro la pequeña tienda, la verdad, aunque no lo admitiera en voz alta, siempre le había emocionaba comprar ropa. Y pensó que en ese presente ya no seria así, pero, Akita le había vuelto un poco la emoción en ese momento.

— Tienen prendas muy interesantes — opinaba Akita mirando los estantes y maniquís.

Sumire siguió por otro lado, y fue cuando se encontró de frente con un vestido blanco con estampado de flores violetas de tirantes, estiro su mano para tocarlo, era precioso.

— Llevaremos ese también— Akita se situó a su lado tomándola, depositandolo en una canasta donde había tres blusas de de algodón de diferentes colores y modelos, junto a un pantalón y un short. Sumire iba a decir algo, pero Akita se aparto rápidamente. Luego de no interesarse por mas nada, la castaña paso a pagar y Sumire la espero cerca de la puerta de cristal mirando hacia afuera.

En eso noto a Katasuke esperándolas con una sonrisa. Fue cuando en un parpadeo un joven rubio llegaba corriendo y sin fijarse tropezaba con él, casi haciendo que se cayera las bolsas. Este se disculpo rápidamente para seguir corriendo, mas atrás aparecieron tres chicos de igual manera apurados, pero no tropezaron milagrosamente con el hombre quien miraba de un lado a otro nervioso.

No pudo evitar soltar una pequeña risa, debía admitir que Katasuke era gracioso. Podía ver entonces, que había visto Akita en él, o al menos una de sus razones.


Katasuke introdujo la llave en la puerta caoba de esa acogedora casa. Era de un estilo campestre, amplio, con cierto toque entre humilde y lujoso. Habían llegado a un pequeña urbanización, y la mayoría de las casas tenían el mismo modelo, salvo algunas modificaciones en ciertas partes que seguro habían agregado con los años.

Dejaron las cosas un momento en el pasillo principal, y Sumire observo una larga escalera estilo caracol al piso de arriba. Akito llego y le indico que su habitación estaba identificada, e incluso le comento que tenia propio baño por si quería tomar una ducha antes de la cena que prepararía en ese instante. Ademas de estar equipada con varias cosas.

— Si

Llego a la habitación dejado primero su bolso personal, y maleta, seguido de las bolsas donde habían guardado lo que Akita le había comprando sobre la cama. Toco el colchón, y era tan suave. Miro al rededor; la puerta del closet, la puerta del baño, un pequeño balcón, un tocador vació, un sillón a un lado del ventanal que daba al balcón, una alfombra a sus pies, y un televisor guindado a la pared.

Fue enseguida al baño, y parpadeo al verlo equipado con shampoo, cepillo de dientes, toallas, jabón, y demás cosas de uso personal. Se pregunto quien se había encargado de todo, llegando a la conclusión de que debía ser un conocido de Akita o Katasuke. Se despojo de su ropa dejándola en un cesto de ropa cerca de la puerta, y abrió la regadera. Su mano derecha fue la primera en hacer contacto con el agua, el cual estaba fría.

Frió.

De esa manera se sentía.

Sus piernas flaquearon y fue que paso, se arrodillo frente a la regadera y abrazo sus piernas escondiendo su cara entre sus pálidos muslos. Fue inevitable; sus mejillas se humedecieron, sus lagrimas caían sin tener la intención de parar por mas que las quiso retener. Quiso gritar, quiso golpear algo. Pero solo se mantenía inmóvil. Llorando, abrazando sus piernas, y con cada segundo su respiración haciéndose mas pesada, como si se ahogara.

Pero ya no quería retenerlo, se permitió desahogarse en ese cuarto de baño.

Media hora después, salio del baño envuelta en una toalla. Sus ojos algo rojos e irritados, y deprimidos. Se vistió rápidamente con un mono color negro, y una blusa de botones color lavanda. Elevo la mirada una vez vestida hacia el tocador y inmediatamente vio su reflejo.

Su largo cabello morado caía en su espalda, llevo una mano a el para acariciar un mechón. Sonrió débil, recordando algo, su mente volviendo a viajar hacia el pasado. Camino hacia tocador y se sentó en el pequeño banco. Llevo sus manos a su cabello y prosiguió hacerse una trenza de lado. Al terminar, la miro fijamente...

Y...

Llevo una mano a su pecho y apretó.

Solo quería que dejara de doler tanto.

Se sobresalto al mirar a Akita aparecer detrás de ella mirándole con compasión, en sus manos una bandeja con comida.

— Debes comer algo Sumire-chan — dejo la bandeja sobre el tocador, su voz tan cálida. Akita era una mujer muy hermosa y cálida —. Otro día si quieres come con nosotros, descansa, fue un viaje largo — revolvió su cabello, y con una ultima sonrisa abandono el cuarto.

Sumire miro la bandeja, y luego de tanto, una apenas visible sonrisa se vio en sus labios. Si, ellos dos eran muy buenas personas, pensó.

Breathe [Boruto x Sumire]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora