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Alzo su mano para tocar las gotas de lluvia, miraba concentraba como se deslizaban en su mano. Ubicada en el balcón de su habitación bajo el techito de este apoyada del barandal. Siendo de mañana, la lluvia caía a cantaros ese día. Observo entonces como poco a poco iba disminuyendo las gotas, hasta solo ser apenas visibles para luego desaparecer por completo.

Amaba la lluvia, bailar o correr bajo ella, pisar los pequeños charcos y saltar alegre... con su madre. Apretó el barandal al pensar en lo ultimo, y sus hombros se tensaron. Fue cuando un destello amarillo la hizo bajar su mirada al captar su completa atención. En la casa de al lado, noto como una niña salia corriendo al jardín y alzaba sus brazos hacia el cielo emocionada, para luego correr hacia los hermosos girasoles que ella misma había admirado desde que llego hace tres días desde su balcón.

Tres días que no había querido salir mucho de su habitación, pese a la suplicas de Akita para que salieran un rato a distraerse, conocieran a los vecinos. Sobre todo a un conocido de Katasuke quien era que había acomodado todo para cuando llegaran, como había adivinado desde que vio la casa tan equipada y según el propio Katasuke, hacia mas de diez años que no pisaba dicho lugar.

Observo entonces a la niña por primera vez desde que llego, parecía inspeccionar los girasoles. Sintió algo en su pecho, como algo cálido al verla tan concentrada como si fuera lo mejor del mundo. Sin esperarlo o siquiera verlo, una tunee sonrisa apareció en su rostro, era una lastima no hubiera un espejo en el momento para que ella lo notara.

Su entusiasmo tan inocente, había tocado su corazón.

— Sumire-chan — Akita hizo acto de presencia en su habitación.

Sumire dedico una ultima mirada a la pequeña niña, y sin darse cuenta, otra persona en el momento en el que se giro por completo se empezó a acercar también a los girasoles. Se adentro y parpadeo al ver en las manos de una sonriente Akita un uniforme escolar. Entonces fue cuando lo recordó, la pequeña conversación que habían mantenido el día anterior; donde le platicaba que al menos continuar sus estudios, precisamente; terminar su ultimo año en preparatoria.

Miro con duda un segundo el uniforme.

— Arregle todo, podrás empezar este lunes — comenta dejando el unirme guindado en la puerta del closet—. La directora accedió sin problemas al ver tu gran rendimiento académico—. Katasuke salio hace cinco minutos, dijo te compraría materiales escolares.

O quizás le di lastima, pensó la chica.

— ¿Quieres almorzar?

Sumire iba a negarse pero su estomago rugió, haciéndola abrir sus ojos de par en par y un tunee rosa apareció en sus mejillas, causando la risa cantarina de la castaña quien aplaudió emocionada. Sumire miro aun lado tratando de ocultar su vergüenza por el inesperado y divertido momento.

— Eso es un si, por suerte, casi estará listo el pasticho de berenjena — hizo un gesto como si fuera lo mas rico del mundo al pestañear—. También habrá corteza de pan frito, se que te encanta — guiño un ojo.

Sumire observo detenidamente a la castaña, su corazón se estrujo al procesar o comprender todo lo que hacia por ella. Ella pensaba que no personas tan buenas como esa mujer, no debían ser tan amables con su persona. Y debía de admitir que sentía bien que al menos ella y Katasuke, no la juzgaran, por mas que se lo mereciera.

Miro la espalda de Akita mientras bajaban algo abrumada.


— Me encantaría ver esa película, los tres juntos.

Estaban las dos en el jardín, sin prevenirlo Akita la había convencido a Sumire de almorzar afuera. Una mesa y un tordo las protegía de los fuertes rayos de sol luego de lo nublado de hace rato. Todo el almuerzo había estado delicioso, y solo faltaba terminar aquella refrescante limonada con hielo.

Akita disfrutaba todo muy alegre.

— ¿De que genero es la película?

La castaña se quedo inmóvil un momento, para luego mirar sorprendida a la chica quien miraba el pequeño canasto donde antes habían estado las cortezas de pan. Nunca pensó le preguntaría mas la película, sino solo se quedaría callada asintiendo a lo que ella decía, estuviera de acuerdo o no. Sonrió para si misma, orgullosa de ver en ella adaptándose mas a su persona, como también de haber escogido el lugar correcto para que ella fuera, de a poco, volviendo a respirar con calma.

— ¡Akita!

Ambas alzaron la cabeza al escuchar un grito nervioso o ahogada de Katasuke desde el interior de la casa. La castaña miro confundida a la chica, para luego levantarse rápidamente en su dirección. Sumire se levanto para comenzar a levantar los platos, y fue cuando algo toco su pie. Agacho la mirada al ver un balón amarillo y un girasol en el medio.

— Disculpe — escucho una pequeña y dulce voz. Elevo su mirada hacia la cerca que separaba aquella casa con la de Katasuke. Parpadeo al ver que era la pequeña de los girasoles. Su cabello corto azabache y pequeñas perlas azules le miraba fijamente curiosa—. Podría alcanzarme mi balón, lamento si la molesto señorita.

Sumire sintió una gota resbalar por su nuca, y se pregunto como esa pequeña había alcanzado esa altura de la cerca. Tomo el balón enseguida y camino hacia su dirección. No era buena con las palabras en ese momento, así que solo extendió lo mejor que pudo para que la niña lo tomara con sus brazos. Al tomarla, la pequeña sonrió ampliamente, tan ampliamente que la hizo parpadear al ver que tal alegría podía irradiar esa pequeña hacia los demás.

— ¡Gracias! —

Sumire solo asintió.

— ¿Como te llamas?

— Sumire — respondió, le parecía extraño una niña fuera mas activa conversando que ella.

— Bonito nombre, yo soy Himawari — alago y se presento la pequeña. De repente, se escucho un llamado, precisamente era a la niña —. Bueno, me tengo que ir, ojala podamos jugar juntas y conversar algún día. Veo que son nuevos, hace tiempo no teníamos vecinos —de nuevo pronunciaron su nombre, ella volteo hacia atrás para asentir para luego mirarla nuevamente—. Nos vemos, mi madre me llama debe ser algo importante, hasta luego Sumire-chan.

Y la niña con una ultima sonrisa se perdió de su vista.

Sumire solo quedo ahí, de pie, sin pensarlo quedo en blanco a causa de la interacción inesperada con la pequeña niña de los girasoles. Imaginándose un momento, que ella corría feliz con su balón morado tras el llamado de su madre hacia la casa. Pero esa ya no era su realidad, porque aunque lo aceptaba no era lo mismo que superarlo.

No. No era lo mismo.

Y no creía poder hacerlo. Esa era su realidad.


Breathe [Boruto x Sumire]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora