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Sumire llegó a su habitación, sus hombros bajos y mirada algo intranquila. Hacia tiempo no se sentía de esa manera; sumergida en un mar de sentimientos confusos. Su habitación a oscuras, solo la luz de luna alumbrando parte de  su cama y gran parte del balcón. 

Camino hacia el y se tiro en una esquina, abrazando sus piernas. 

¿Qué le había puesto de esa manera realmente? Ah si, entrar en la casa de Boruto, su pequeña hermana, él. Esa calidez que emanaba sus padres, la cual le había llegado al alma calentándola, pero solo que a su vez sintiendo un toque agridulce porque al  rememorar momentos agradables, era inevitable recordar aquella situaciones dolorosas que solo quería se evaporaran y dejaran tranquila.

Sonrió con tristeza, y tomo su cabeza.

Las lagrimas resbalando nuevamente por sus mejillas. 

Fue que sintió unos brazos rodearla, se sobresalto pero tranquilizo al ver era Akita a su lado. Le susurro palabras suaves, y la acuno en sus brazos. Sumire sintió el gesto mas maternal que nunca y derramo un par de lágrimas más. 

— ¿Que sucedió bonita? — Akita la había visto llegar con aquel semblante que había ido estando desapareciendo desde que llegaron aquel pueblo. Preocupada de que pudo haber sucedido, no dudo en subir y procurar no salir hasta que estuviera mejor. 

— Agridulces memorias — respondió y Akita entendió enseguida, apretándola mas en sus brazos—. Cuando pensé estaba dando un paso, vuelvo a retroceder— se encogió abrumada.

— No digas eso — acaricia su cabello —. El que hayas vuelto a recordar no significa estés volviendo a retroceder. Sumire, uno en realidad no olvida sino que aprende a vivir con los malos recuerdos.

Aquellas palabras llegaron y se incorporo lentamente, mirando fijamente a la castaña quien le miraba dulcemente. Y viéndola así, Sumire sintió esa sensación de mamá que pensó no tendría mas a su lado. Y ahora mas que nunca entendía que Akita era su familia, y el señor Katasuke también le había brindado mucha ayuda apoyando la decisión de su amor.  

Y Sumire sintió podía sacar algo mas esa noche, algo que se le atoraba en la garganta, y no la dejaba respirar con calma. 

— Akita, ¿eras muy buena amiga de mi mamá? ¿no?  

La castaña sonrió y asintió, le alegraba ver Sumire preguntar por su madre luego de tanto tiempo. No tocaba ese tema, sabia era aun muy duro el como ahora no la tenia a su lado, y había esperado ella lo hiciera. 

— Tu madre fue una gran amiga — acaricio su mejilla—. Era la madura entre las dos, me ayudo mucho cuando tuve problemas con mi familia. 

 Entonces Sumire sintió el miedo recorrerla.

— Akita-san — trago grueso, sintiendo sus ojos humedecerse y las lagrimas volvieron a recorrerla. Akita no volvió a gustarle su semblante—. Yo mate a mi mamá — soltó, ahogándose nuevamente en lagrimas—. Y aun así, ustedes no me juzgan, Akita-san no lo tiendo.  

Akita sufrió con aquellas palabras, sus ojos abierto de la impresión, la angustia llenándola. 

— ¡Por que piensas eso! — dice exaltada, ¿que tipo de pensamientos pasaban por la mente de Sumire realmente? —.  Claro que no, no vuelvas a decir algo como eso — la abrazo asustada. Akita estaba asustada—. Todo es culpa de aquel malnacido, tu no tienes nada de culpa.

Sumire de apretó mas a su pecho llorando, y no hubo mas palabras, demasiado había hecho con pronunciar aquello. Sin esperarlo nadie, un chico rubio recostado de la pared debajo del balcón de la chica, solo mantenía sus ojos abiertos de la impresión de lo que había hace minutos atrás escuchado.

Breathe [Boruto x Sumire]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora