Capítulo 4

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Todos estaban encerrados.

—Bien, gusanos malolientes
—habló SooMan caminando como si se tratase de un coronel de ejército —, todos vosotros tal vez vais a morir hoy —dijo gritando, gritando a los cuatro vientos y a todos esos chicos.

Muchos se habían aterrado y echado para atrás muy tarde. Estaban en una clase de laberinto, todos vistiendo de negro y distintos tipos de armas, según su capacidad de francotiradores.

Entre ellos habían, jóvenes, adultos y alguno que otro niño abandonado metido en eso. Era detestable lo que hacían.

SooMan les envió a formar grupo de tres y la regla era no morir. Si morías, eras carne para perro. El cuerpo de cada uno hasta podía ser follado, y tenían que quedar al menos quince de cincuenta y dos al final del juego.

—¡Comenzad! —gritó el viejo, disparando al cielo y después oyendo a quien le caía aquella bala. No le importó en lo absoluto.

Hombres y mujeres corriendo de aquí y allá, tratando de tomar otras vidas con tal de salvar las suyas. Abrían fuego cada segundo que pasaba, tal vez por temor a morir, o por querer ganar ese juego tan loco de supervivencia.

Pasando los segundos, ya habían personas fallecidas, heridas y otras bien. A SooMan le divertía todo lo que veía tras la pantalla pequeña.

Su nieto ya adolescente, simplemente no hablaba, no decía nada de nada. Era un simple títere. Una persona ya arrebatada de sus sentimientos con todo y esperanza de salir de aquello, queriendo morir y terminar de soportar el sufrimiento ajeno y vivir lo hermoso del mundo cual no conocía.

SooMan viendo sangre desparramada, cuerpos inertes en el suelo y los heridos desangrándose con tal sufrimiento, al hombre le deleitaba mucho. Tan solo mirando, sabía exactamente la causa de cada muerte y el por qué de ello.

Sonreía como un hijo de puta satisfecho con su hazaña, tan desquiciado el hombre que, daba temor ser siquiera su familia.

¡Abuelo, ya detente! su nieto se acercó a él, con lágrimas y tristeza en su rostro, era de pena. El chico no quería ver eso, no podía. Era un simple ser humano que se compadecía de los demás.

El hombre ya anciano, se puso de pie y fulminó a su nieto con la mirada. Le regaló un gruñido y el chico tan neutro lo retó.

¿Quién mierda te crees? dio pasos lentos y cortos de frente, cortando distancia poco a poco.
Recuerda que no eres nadie. Y si no te gusta, pues ve y toma sus lugares, enfrentate y no estés aquí lamentándote como un jodido cobarde. Anda y demuestra tu valentía, Soo. —el hombre le tiró un rifle con buen calibre en las manos y él anonadado, la sostuvo sin replicar.

Hizo un rictus con los labios, procesando las ciertas palabras de su abuelo. Ahora vería quién era el cobarde.

Tomó bien el rifle y le apuntó al viejo, viendo la asquerosa sonrisa de no te atreverás, lo sé y jaló el gatillo, acertando con su puntería.

Oyó un simple bastardo que salía de la boca de su abuelo, quien yacía tirado en el suelo con los sesos volados. Le había reventado el cerebro y la cabeza.

A pasos impresionados, caminó hasta el botón rojo que paraba todo ese caos y sonó, acabando con el martirio de los supervivientes. Se dio cuenta de lo que había hecho y se derrumbó con lágrimas de sangre.

Maldito [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora