Capítulo 2

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Las hojas del frío viento azotaban su ventana, haciéndolo levantar de improviso.

Abrió sus ojos legañosos con sorpresa, esperando acostumbrarse a la tenue luz de la habitación, sentándose a lo indio sin fuerzas y mirando al reloj. Era medio día y durmió muy bien.

Tenía cierto dolor en su parte baja al hacer movimientos, pues la noche anterior se había divertido tanto que le paso.

Levantó su cuerpo despacio de la cama luego de sentir un pinchazo en la cadera y trasero, corriendo sin correr al baño. Sus pies se resintieron al frío suelo y se pusieron rojas ambas plantas, pero eso no detuvo su cometido.
Entró rápidamente y vacío su vejiga llena, soltando un jadeo satisfactorio al orinar.

La lleno de agua caliente tanto como fría, jugando con la temperatura para saber cual sería apta para él. La encontró y puso sales que olían a lavanda y a hierbabuena, una combinación buena para otoño. Se quitó toda la ropa y se metió con el pensamiento de quedarse mucho tiempo porque el día anterior no pudo asearse.

Jugó con el color violeta que sobresalía de la espuma y metió su dedo gordo del pie al pequeño grifo presente en su mirada, quitándolo por temor a que se le atore.

Hizo peinados un tanto punk con su propio cabello, se depiló entero mientras cantaba al son de Judas de Lady Gaga y tiró la afeitadora al cubo de basura.

Le siguió Bad romance que cantó a todo pulmón con su espumosa mano haciendo de micrófono, sufriendo a la vez con la canción.
Tarareaba y tarareaba con su voz melodiosa y sus labios acorazonados que soltaban risas para él mismo, le agradaban esos momentos de soledad y espacio personal.

Recordaba que su madre era muy muy fan de la tipa, tanto que la siguió en muchos conciertos de América como Europa, haciéndose miserable porque ella ya no estaba y no podían compartir momentos así aunque quisiera.

Salió de la bañera con el corazón en la garganta, sintiendo las lágrimas ganarle y escurrir por su rostro, soltando hipidos y sin emitir sollozos por aguantar. Su poco tiempo de felicidad lo disfrutó, pero no tener a sus padres no es un tema superado para él.

Mamá.... —susurró entre lágrimas como un pequeño niño añorando que su madre regrese de la muerte, algo imposible.

Desnudo y mojado se resguardó en su almohada que tejió ella, hundiendo su nariz y sintiendo el olor de años impregnado en ella. Cuanta jodida falta le hacía esa mujer.

—¡Suéltame! —gritó forcejeando para que lo soltara, algo que parecía imposible.

—¡Suelta a mi hijo! —el hombre que parecía hembra corrió hacia ellos con un jarrón de vidrio en mano. Lo lanzó sin tener la puntería suficiente.

El otro hombre alzó la mirada y la fijó en él, con una sonrisa que le descolocaba por completo, era siniestra y el de apariencia de mujer dio pasos en retroceso, pero él soltó al pequeño y avanzó hasta él.

Maldito [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora