-No seas tonta, no voy a dejar que te vayas andando el primer día de Instituto, te voy a llevar yo. -aseguró con un tono serio.
-Está bien. -asentí levemente, algo más calmada.
-Ahora desayuna bien, a menos que quieras que te de un patatus en clase. -comentó bromeando, pero señalando seriamente el vaso de zumo que había dejado sobre la mesa.
Solté un largo suspiro y me bebí el vaso en a penas tres tragos y me comí la magdalena mientras me calzaba unas deportivas grises y azules de Nike que me había comprado tiempo atrás.
Tras cinco minutos esperando a que mi madre saliera de casa, estando yo montada en el asiento del copiloto del coche, ambas nos dirigimos hacia el Instituto, donde estarían muchos de mis antiguos amigos y compañeros, que había dejado atrás hacía tres años.
Las calles eran tal y como las recordaba, algunas casas habían sido reemplazadas por altos rascacielos y edificios de oficinas, pero el encanto de esa gran ciudad seguía presente, seguía siendo Madrid, seguía siendo el lugar en el que viví durante catorce años de mi vida.
-Ya hemos llegado. -informó mi madre tras un par de minutos en el coche, haciéndome salir del estado de trance en el que me había sumido desde que había empezado el trayecto.
-Gracias por traerme, mamá. -le agradecí con una sonrisa amable y, tras dejar un suave beso en si mejilla, bajé del coche, colgando mi mochila en uno de mis hombros.
-De nada cielo, pásatelo bien. -me aconsejó, segundos antes de volver a arrancar el coche y salir de allí.
El corazón me latía con fuerza contra mi pecho, parecía que se iba a salir de entre mis costillas e iba a huir hacia el interior del gran edificio que se erguía frente a mi, era realmente impresionante. Decenas de grupos de estudiantes se agolpaban frente a algo, comentaban un par de cosas y, luego, se dispersaban.
Miré a mi alrededor algo confusa, sin saber exactamente que hacer, así que, seguí a la multitud hacia una de las paredes del Instituto, donde se encontraba un gran corcho con dieciséis hojas distintas, en ocho informaban de las listas de cada clase y el las demás de representaba el horario de cada clase. Busqué mi nombre en las cuatro listas de segundo curso que había en el corcho, hasta encontrarme: 2° C. Leí algunos otros nombres de esa misma lista, buscando a alguien conocido, a algunos de los alumnos no los conocía, pero otros me animaron bastante.
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El día que perdimos la inocencia. [Gemeliers]
FanfictionSe podría pensar que el regreso a tu ciudad natal es conmovedor y lleno de alegría, que todos los amigos que tenías allí seguirán estando para ti, que no te han olvidado, que siguen queriendo ser tus amigos, ¿no? Para Anna Simmons, su vuelta a Madr...