Capítulo 6

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-No seas tonta, no voy a dejar que te vayas andando el primer día de Instituto, te voy a llevar yo. -aseguró con un tono serio.

-Está bien. -asentí levemente, algo más calmada.

-Ahora desayuna bien, a menos que quieras que te de un patatus en clase. -comentó bromeando, pero señalando seriamente el vaso de zumo que había dejado sobre la mesa.

Solté un largo suspiro y me bebí el vaso en a penas tres tragos y me comí la magdalena mientras me calzaba unas deportivas grises y azules de Nike que me había comprado tiempo atrás.

Tras cinco minutos esperando a que mi madre saliera de casa, estando yo montada en el asiento del copiloto del coche, ambas nos dirigimos hacia el Instituto, donde estarían muchos de mis antiguos amigos y compañeros, que había dejado atrás hacía tres años.

Las calles eran tal y como las recordaba, algunas casas habían sido reemplazadas por altos rascacielos y edificios de oficinas, pero el encanto de esa gran ciudad seguía presente, seguía siendo Madrid, seguía siendo el lugar en el que viví durante catorce años de mi vida.

-Ya hemos llegado. -informó mi madre tras un par de minutos en el coche, haciéndome salir del estado de trance en el que me había sumido desde que había empezado el trayecto.

-Gracias por traerme, mamá. -le agradecí con una sonrisa amable y, tras dejar un suave beso en si mejilla, bajé del coche, colgando mi mochila en uno de mis hombros.

-De nada cielo, pásatelo bien. -me aconsejó, segundos antes de volver a arrancar el coche y salir de allí.

El corazón me latía con fuerza contra mi pecho, parecía que se iba a salir de entre mis costillas e iba a huir hacia el interior del gran edificio que se erguía frente a mi, era realmente impresionante. Decenas de grupos de estudiantes se agolpaban frente a algo, comentaban un par de cosas y, luego, se dispersaban.

Miré a mi alrededor algo confusa, sin saber exactamente que hacer, así que, seguí a la multitud hacia una de las paredes del Instituto, donde se encontraba un gran corcho con dieciséis hojas distintas, en ocho informaban de las listas de cada clase y el las demás de representaba el horario de cada clase. Busqué mi nombre en las cuatro listas de segundo curso que había en el corcho, hasta encontrarme: 2° C. Leí algunos otros nombres de esa misma lista, buscando a alguien conocido, a algunos de los alumnos no los conocía, pero otros me animaron bastante.

El día que perdimos la inocencia. [Gemeliers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora