Capítulo 53

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—¿Sabes qué? —comenzó a decir Daniel, seguramente tratando de poner punto y final a aquella estúpida discusión.

Miré con disimulo hacia el interior de la habitación, tratando de entrever las expresiones de Gabriel y Jude, estos, observaban a su amigo, expectantes por saber lo que ocurriría en cada instante, parecía que ellos ya habían visto peleas de gemelos como aquella, pero yo no, para mí era algo nuevo, no estaba acostumbrada a ello.

—¿Qué? Se muchas cosas, hermanito. Ah, y si vas a decir que pasas de discutir conmigo, ahorra saliva, siempre escapas así de las situaciones como estas, eres demasiado predecible. —respondió Jesús, justo cuando Daniel abrió la boca para finalizar la frase que había comenzado.

Me removí incómoda, la tensión era cada vez mayor en el ambiente, mis dedos se entrelazaban entre ellos, tratando de rebajar los nervios que se agolpaban en mi interior.

—No sé por qué seguimos aquí discutiendo, esa es mi habitación, así que largaos ya. —Daniel negó con la cabeza tras decir eso y dio un paso adelante, quedando bastante mas cerca de Jesús que antes.

—Dame antes la llave de mi habitación. —extendio su mano hacia su hermano, apremiándolo a que le diera la llave que le correspondía, cosa que nunca sucedió, ya que un sonido apresurado, que indicaba que alguien subía las escaleras con mucha rapidez.

Todos nos giramos hacia la persona que hacía aquél ruido, que resultó ser Maya, está parecía estar asustada, nerviosa y, al parecer, algo sofocada, no sabía si por haber estado bailando o por haber subido al piso superior tan rápido.

—La policía... Está fuera... Hay como tres coches de policía delante de la puerta. —nos informó, recuperando poco a poco y hablando con frases más largas cada vez.

Miré a Daniel, este miraba a la nada, con una expresión de duda en el rostro, estaba claro que no sabía qué hacer.

Nos miramos entre todos, sin saber exactamente qué hacer, de repente, todos habían dejado de preocuparse por la discusión entre gemelos que acababa de tener lugar, y, ahora, cada uno pensaba en como salir de la casa sin que la policía nos cazase, cosa que, parecía, ser muy complicada. Se oían voces en el piso inferior, las expresiones de angustia y miedo no faltaban entre las bien intencionadas frases de tranquilidad que dedicaban algunas personas, tratando de calmar a los presentes.

El día que perdimos la inocencia. [Gemeliers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora