La puerta del motel se cerró firmemente.
¡Oh! Querido, deje mi cosmetiquera en el auto ¿podrías?.. La mirada de extrañeza no se hizo esperar, pero Donovan como todo un caballero fue a buscar lo solicitado... Entre juguetona y traviesa, Esther presurosa se quitó el vestido, buscó el potro tántrico hecho de cemento y cerámica; lo probó... Estaba demasiado frío para sus glúteos apenas cubiertos por ropa íntima de encaje...
¡Ah! Acá se está perfecto... Se sentó, vagamente recordó su parto sus pies se apoyaban separados y su pelvis quedaba perfectamente abierta... Gozó para sus adentros.
Donovan encontró lo que Esther había pedido "Esta mujer está loca" dijo para sus adentros, se aseguró que estuviera bien cerrado y regresó... Al entrar, la música le recibió... ¿Esther?
Recorrió la habitación con la mirada y ella estaba en un rincón esperándole sonriente, la sorpresa en su rostro cambió por un beso apasionado con el que ella lo aprisionó. Se golpeó la cabeza, pero pudo más la respuesta al impulso ansioso y primitivo del apareamiento
Donovan se arrodilló su hábil lengua acarició el tibio clítoris disfrutando aquel olor femenino.
Su segundo encuentro.
Esther había planeado hasta el más mínimo detalle. A pesar del orgasmo de la primera vez, un sin sabor se había apoderado de ella y deseaba ¿Resarcirlo? ¿Vengarse? Tras él.Donovan no podía pensar en otra cosa como no fuera esa vagina tibia y lubricada que tenía en los labios... ¡Labios! Carnosos y gruesos de la vagina coloreada por el estrógeno cuyo olor le enloquecía. La besó, succionó, la mordió con pasión. Esther gemía y sus gemidos resonaban en su oído aumentando su deseo. Olvidando la lesión de su espalda, la tomó en brazos para llevarla a la cama.
Una vez allí, prosiguió el cunnilingus con más pasión que antes, Esther gemía y le tiraba de los cabellos al tiempo que su pelvis rítmicamente se movía, entonces ella, colocando una almohada bajo sus caderas cambió el ángulo ofreciendo una vista sin igual. La sangre de Donovan se agolpó en sus sienes. Sin pensarlo, dirigió sus caricias hacia el ano de Esther lo que incrementó la intensidad de sus vagidos.
Ella respiró hondo y se concentró en sus sensaciones: deseaba el orgasmo justo en ese instante, cerró sus ojos y embistió. La sensación se derramó por su cuerpo naciendo en su pelvis y derramándose por todo su ser. Lo saboreó. Se deleitó en ese orgasmo.La lengua de Donovan recogió su secreción, un sabor más dulce estaba en su boca. Hundió su pene erecto en la carne de la mujer deseada y ambas caderas se unieron al compás de la danza ancestral conocida por toda la humanidad desde el inicio de los tiempos.
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Erotismo a flor de piel
RomanceSexo Donovan es un hombre maduro, sabe lo que quiere y cómo lo quiere. Esther es una mujer inteligente y sensual que se acerca a sus cuarentas y ha pasado por pésimas experiencias Ambos han llegado a un "tratado de no agresión" con el cual compart...