P R Ó L O G O

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Una brisa helada me despertó. La tierra sobre la que yo estaba se hallaba húmeda y cubierta de ceniza. Apenas pude reincorporarme y notar no sin cierta frustración que un poco más allá habían hombres agonizando, mientras que otros se encontraban muertos en el suelo.

El olor a sangre no tardó en hacer presencia, mi estómago tampoco demoró en revolverse, haciéndome vomitar. No recuerdo cómo llegué aquí, estando en pleno campo de batalla; o mejor dicho, en donde hace unos instantes se había dado fin a una gran batalla.

Mis piernas empezaron a flaquear, y a los segundos caí nuevamente al suelo. Con esfuerzo logro recordar algunos gritos, unos de valentía y ganas de asesinar, a la vez que otros se oían llenos de desesperación, embargados de temor.

Agito levemente la cabeza y hago el segundo intento de levantarme, pero en el acto alguien se para delante mío, y sin saber si era amigo o enemigo reuní valor y alcé la vista.

Un hombre de unos cuarenta años me extiende su mano derecha, y entendiendo el gesto no dudo en aceptarlo. Tratando de memorizar el cómo terminé en este lugar, aquel hombre acabó por decir aquellas palabras que cambiarían drásticamente mi vida...

"A partir de hoy quedarás bajo mi responsabilidad. Te criaré y te daré la suficiente educación para que en un futuro no tan lejano te conviertas en un gran Gladiador."

Sangre y Acero | StingueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora