IV

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"Definitivamente el prisionero no mintió. Pudimos confirmarlo al dirigirnos hacia donde tal cual nos indicó."

Rogue quiso golpear una y mil veces a aquel maldito rubio después de oír esas palabras por boca de Gray. Sin embargo había sido muy fácil de manipular, aunque el acercamiento que tuvieron la noche anterior no dejaba de perturbarlo.

Unos dos días habían pasado luego de que Rogue recibiera aquella información junto a los legionarios que fueron a atacar por sorpresa a los sobrevivientes de la batalla ya ganada. A paso apresurado se dirigió a las celdas en donde convivían los esclavos que sin objeciones debían salir y enfrentarse a las fieras o Gladiadores en el Anfiteatro.

Al estar próximo a la celda individual del rubio, vió que éste le sacaba filo a una daga ya deshecha por los años, utilizando una piedra en el acto.

─Ves que tenía razón? hiciste bien en confiar en mí─se adelantó a hablar Sting, sintiendo la presencia del ojirojo.

─Aún así no podrás safarte del final que te espera dentro de poco─le advirtió Rogue, creyendo que así le infundiría un poco de miedo.

─Cómo será? al menos tengo derecho a saberlo─objetó el rubio, dejando de lado lo que estaba haciendo para acercarse a los barrotes oxidados de su celda.

─Dentro de unos días se dará comienzo a la Munera Gladiatoria, en modo de celebración por la derrota de las tribus germanas gracias al emperador─al ver que el rubio no estaba satisfecho con la respuesta, prosiguió─. Será una lucha entre Gladiadores, y cada pareja peleará entre sí hasta que uno de los dos caiga.

─No lo entiendo. Por qué quieren que muera de esa manera, en una lucha en donde participarán más personas? no sería más fácil que me ejecutaran y ya?─cuestionó Sting, alzando una ceja.

─El emperador Gildarts quiere ver tus habilidades en batalla, ya que no tuvo la oportunidad de hacerlo cuando se dió la guerra contra tus aliados─una voz desde atrás los interrumpió de repente─. Quiere que seas su objeto de entretenimiento tanto para la plebe como para él mismo─Gray sonrió de forma burlona al decir lo último.

Rogue pudo comprender la verdadera razón de por qué Gildarts decidió dejarlo con vida: tan sólo para humillarlo y exponer sus últimas horas de vida frente a toda Roma.

─Sucedió algo?─le preguntó el ojirojo por mera costumbre.

─El emperador quiere verte en la sala de reuniones, ya que tiene un asunto importante que tratar contigo─le informó Gray─. Retírate, yo me quedaré vigilando al condenado.

Rogue asintió, y en silencio se dirigió hasta dicho lugar. Mientras tanto, Sting apretó levemente los barrotes de la celda al ver que éste se alejaba, para después recibir una mirada de pocos amigos por parte de Fullbuster.











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En la sala de reuniones...

─Gracias por venir, Rogue─le agradeció Gildarts cuando su "hijo" ya se encontraba dentro de la sala.

─No es necesario agradecer, siempre serviré lealmente al emperador─Rogue hizo una pequeña reverencia.

─Como sabes, no falta demasiado para que la lucha entre Gladiadores empiece, y eso también concierne al prisionero bajo tu cargo─comenzó a hablar Gildarts.

Sangre y Acero | StingueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora