Una familia

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Helga empezaba a abrir los ojos, el sol que se asomaba por su venta, no la dejaba en paz cuando respiró percibió un aroma, un sutil aroma que su memoria había guardado muy bien, se abrazó ala almohada y volvió a respirar. Y pensó.

"Arnold"

Era real, estaba en su casa, y también le había besado la anoche anterior, eso provocó que se durmiera tarde, pues empezó, otra ves a escribir poesía, volvió a respirar el aroma de su almohada, Le recordó todas esas ocasiones en que solía oler su pelo, su ropa y en lo bien que se sentía después, todos estos años sin saber que solo se debía al jabón con el que lavaban la ropa, para ella no importó era  su aroma favorito. Volvió a abrazar la almohada y dijo -oh Arnold... - en eso sonó la puerta de la habitación.

-quien es?-

-soy Arnold.... quería avisarte que el desayuno está listo.... para que bajes a desayunar con nosotros, los niños ya están desayunando....-

Helga se levantó espantada y empezó a buscar su celular para ver la hora. Eran las 10:20 y ella se avía quedado dormida.

-ahhh enseguida bajo-dijo nerviosa

-ok helga-

Helga se apresuró a cambiarse y se quedó pensando por un minuto, no debía verla así, por lo que tomó sus cosas y trató de verse lo mejor que podía.

Arnold avía preparado panqueques, por lo que los niños estaban. Muy contentos comiendo, por un minuto Arnold se vio a el disfrutando de días así, miro a los niños mientras jugaban con sus panqueques, el podía acostumbrarse a eso.
Fue hay donde nació la idea. porque no tener días así? Lo único que tenía que hacer es conquistar a Helga.

En eso ella bajo. Y observo la escena era el hombre rubio tormento de su corazón, frente ala estufa preparando más panqueques

-tu has echo esto Arnold?- dijo sorprendida jamás le avía tocado ver a un hombre preparar el desayuno.

-Mira mama, el profesor shortman nos dio panqueques amo los panqueques -decía Mathew

-siéntate mamá-dijo su hijo Arnold

Ella se sentó, pero seguía sorprendida.

Arnold Shortman la miro y aún así recién levantada lucia hermosa, su cara no ocupaba maquillaje y le encantaba esa mirada de asombro que últimamente parecía habitar en su cara.

-quieres que te prepare otra cosa-

A Helga jamás le avían dado a escoger o le habían echo desayuno, eso no le pasaba a ella, estaba muy sorprendida, por lo que Arnold la miro y dijo

-creo que no estás acostumbrada a que te preparen de desayunar verdad- le dijo mientras soltaba una risa traviesa

Eso hizo que Helga saliera de su trance, y sonriera.

-no la verdad es... -penso por un momento ella quería decirle que no nunca nadie se había preocupado por ella, por prepárale el desayuno o invitarle a desayunar. Pero no quería darle falsas esperanzas ella aún estaba casada y eso le impedía muchas cosas-que.... creo que yo los hago mejor-sonrió lo miro y luego puso serio el rostro -aún así gracias Arnoldo-

-de nada helga-

-nos tenemos que ir hay que ir ala ciudad niños así que apresúrense-dijo Helga tratando de ocultar lo que sentía.

Pues ella miraba el cuadro, los niños jugando, el haciendo desayuno y le parecía tan Bello, si tan solo no siguiera casada, si tan solo jamás hubiera salido de Hillwood, si tan solo Arnold y ella si hubieran quedado juntos así se miraría su familia? Arnold hablo por lo que ella sacudió la cabeza y se sorprendió.

El hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora