~Capitulo 8

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- Su excelencia, la duquesa viuda

de Claremont - Entonó

mayestáticament e el mayordomo

desde el umbral del salón donde

estaba sentado Charles Fielding,

duque de Atherton.

El mayordomo dio un paso a un

lado y entró una imponente

anciana, seguida por su abogado

de semblante tenso. Charles

Fielding la miró, con los

penetrantes ojos de color avellana

rebosantes de odio.

- No te molestes en levantarte,

Atherton - Soltó la duquesa con

sarcasmo, fulminándole con la

mirada mientras este permanecía

deliberada e insolentemente

sentado. Sin mover una pestaña,

permaneció con la vista fija, en un

silencio sepulcral. Charles Fielding,

que estaba en mitad de la

cincuentena, era aún un hombre

atractivo, de cabello espeso y

entrecano y ojos castaños, pero la

enfermedad había causado

estragos en él. Demasiado

delgado para su altura, surcaban

su rostro profundas arrugas de

tensión y fatiga.

Incapaz de provocar una

respuesta, la duquesa se dirigió al

mayordomo:

- ¡En esta habitación hace

demasiado calor! - Espetó,

golpeando el bastón de puño

enjoyado contra el suelo - Corra

las cortinas y deje entrar un poco

de aire.-

- ¡Déjelo todo como está! - Gritó

Charles, con una voz teñida por el

odio que la mera visión de la

duquesa le había despertado.

La duquesa le dirigió una mirada

fulminante.

- No he venido aquí a asfixiarme -

Dijo en tono amenazador.

- Entonces vete.-

Su delgado cuerpo se envaró con

la rigidez del resentimiento.

Su delgado cuerpo se envaró con

la rigidez del resentimiento.

- No he venido aquí a asfixiarme -

Insistió apretando los dientes - He

venido aquí a informarte de mi

decisión sobre las hijas de

Katherine.-

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