Renacimiento

Magia

Sora, yo, y... bueno, Casiopea a hombros de Sora dormida, íbamos llendo al castillo cuando era de noche.

-Hace mucho frío jeje, aunque me gusta —Dijo Sora.

-Si, a mi también me gusta, pero hace demasiado, ¿No crees? —Contesté yo frotándome los brazos

-Estoy acostumbrado a bajas temperaturas —Sonrió —Therix, ¿Puedo hacerte una pregunta?

-Claro —Contesté.

-Therix... ¿Tienes novio? —Preguntó Sora sonrojado y feliz.

-Agssb ¡¿Que?! ¡No! —Dije muy alto y colorada.

-Jeje, eres graciosa, me agradas.

-Haces que me sonroje mucho, ¡para! —Grité vergonzosa.

-Así no tienes frío. —Con esta frase empecé a entrar en calor.

Cruzamos el bosque nevado y seguidamente llegamos al castillo. Sora se pausó de repente cuando fuimos a entrar.

-Espera aquí ¿De acuerdo? —Sonrió.

-Si. —Esperé mientras Sora llevaba a Casiopea a su habitación. Me quedé mirando hacia la luna, era color plata, algo similar a "mi mundo". Ahora que lo pienso, ¿Cómo es que estoy aquí? ¿Y por qué no soy una humana con una vida normal?.

Todas las preguntas vinieron a mis pensamientos mientras estaba sentada en la nieve con la cabeza en las rodillas. Cuantas más preguntas salían de mis labios, mayor era el vaho que se formaba en el contacto conmigo y con el frío.

-¿Therix? ¿Estás... —Levante la cabeza y vi que estas palabras eran de Sora.

-Estoy Bien —Le interrumpí seria.

Sora me extendió su mano y yo seguidamente le di la mía para que me ayudase a levantarme. De repente, sin ni siquiera estar de pie, sentí que ni mis piernas ni mis pies estaban en el suelo.

-¿Q-que hacemos volando? —Dije mientras abría los ojos como platos y observaba el suelo lejos de mí.

-Shh, no te quejes que estoy usando mi magia sólo para que puedas ver las mejores vistas de Freyland. —Me callé mientras Sora me llevaba casi en sus brazos.

Los dos llegamos a uno de los puntos más altos de todo el castillo, nos sentamos allí con mucho cuidado y dejamos de flotar.

-Se que tu puedes volar, pero es lo máximo que puedo hacer por ti ahora mismo. —Dijo Sora.

-No te preocupes, has hecho una cosa impresionante. —Sonreí.

Giré mi vista hacia el frente, podía ver absolutamente toda la ciudad, ahora de noche estaba iluminada, y se veía aún más bonita que antes. Dejé de tener frío por un momento.

-Increible... —Me quedé boquiabrierta.

-Casiopea no te lo ha enseñado así ya que ella va al grano siempre jaja —Carcajeó —Por cierto, ¿Podrías hacerme un favor?. Sabes... yo te he llevado hasta aquí y te he ido a buscar...

-¿Que es lo que quieres? —Pregunté.

-¿Podrías enseñarme tus alas? —Me quedé algo impactada al escuchar esta pregunta. —Sé que Casiopea te echó un hechizo para que no saliesen tus alas con facilidad, pero ya se habrá gastado el efecto.

-De acuerdo... pero, ¿Sabes cómo hacer que crezcan?

-Si, sólo tienes que estar al borde de la muerte —En ese instante, Sora me arrojó al vacío de un empujón, acto seguido se lanzó él.