Trece

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Liam se removió bajo el cuerpo del moreno, jadeando por la erección que se clava en su cadera y abriendo los ojos, miró que la oscuridad aún habitaba en la habitación. No encontrando que lo despertó, se acurrucó más en el mentón de Zayn y cerró los ojos, unos segundos en silencio permaneció la habitación hasta que el lloriqueo sonó lejos.

Damián estaba llorando, probablemente porque se la pasó toda la tarde dormido, saltándose la comida y solo había despertado para la cena, lo más seguro fue que tenía hambre. El castaño se removió, saliendo bajo el cuerpo de Zayn mirando las tres y media en el reloj digital en la mesita de noche.

Zayn lo tomó por las caderas, intentando traerlo de vuelta, en medio del sueño besó su cabeza y Liam río bajito, lastimosamente tuvo que deshacer el agarre. Se colocó la suave bata cubriendo su cuerpo de un solo bóxer y salió, camino por el pasillo hasta la puerta de Leight donde ahí provenían los lloriqueos del más pequeño.

Liam abrió la puerta, una sonrisa se iluminó al ver a sus dos hijos en la cama, Leight tratando de calmar a su hermano menor, arrullándolo con palmadas en la espalda y Damián se negaba a dormir.

—Vamos piraña, duérmete ¿quieres?— susurró bostezando. —Dime que es lo que quieres— suplico al mirar que el niño tiraba de su cabello.

Liam busco en la mochila de Damián sobre el escritorio el biberón preparado que tenían ahí, luego se acercó a Leight y sonriente pidió al bebé. Sin dudarlo Damián salto a los brazos de su padre, mordiendo desesperado el biberón y se acurrucó en la calidez del castaño.

—Solo tenía hambre— Leight hizo espacio a su padre en la cama.

El chico resopló.

—Esto demuestra que no estoy listo para ser padre— dijo dejándose caer sobre las almohadas.

—Cariño, tú apenas serás mayor de edad— Damián comenzó a cerrar los ojos, ganándole el sueño. —

—Tu no fuiste mayor de edad cuando te embarazaste de Chris— señaló.

Las mejillas de Liam se ruborizaron.

—No fuimos precavidos— Susurró, dejando al niño en la cama. —Pero la juventud de hoy en día sabe más de cómo cuidarse.

—No quiero hablar de sexo contigo— Una carcajada silenciosa hizo a Leight darle la espalda a su padre.

—Solo te estoy dando un consejo a basa de mi experiencia— Damián soltó un ronquido.

—¿Te arrepientes?— el chico volvió a mirarlo.

—No, nunca lo haría.—Confeso con una sonrisa.—Solo digo que ustedes deben cuidarse, nadie sabe si tendrán la misma suerte que tuve con su padre— Liam picoteo la nariz de su hijo. —Bien, es hora de dormir, Damián ya lo ha hecho. ¿Estarás bien con él?.

—¿Seguirá dormido hasta mañana?— el castaño asintió. —Entonces supongo que si.

—Buenas noches, bebé— Liam se agachó y besó la frente del chico.

—Eso le dices a los demás— sonó celoso.

—No estoy listo para verlos como adultos— una sonrisa con un pequeño destello de tristeza se dejó ver por él. Una vez más se acercó para darle un beso.

Liam arropó ambos, bajo de la cama dejando el biberón vacío en la mesita de noche y camino lento, sin embargo se detuvo a unos pasos de la puerta y giró para mirar a Leight apuntó de apagar la lámpara.

—Lo que hiciste hoy por tu hermano fue lo más valiente que he visto, eres un excelente hermano por cuidar de Stan.

—Lo hubiera hecho por cualquiera que se viera en una situación similar— contestó. —Pero jamás hubiera sentido el instinto por acabar con Michael por haber tocado a Stan.

La Lección de ZaynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora