XII

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Cuando Nate despertó Matteo lo estaba observando. Se asustó un poco, pero le pareció lindo verlo.

Ambos sonrieron.

— Buen día, bello durmiente.

— Buen día, príncipe azul.

— Hey, eso es muy estereotipado... además, me gusta el lila.

— Lo siento, príncipe lila.

— Mucho mejor... ¿Cómo dormiste?

— Bien... Intento recordar qué soñé.

— Quizá fue conmigo — puso su mano en su barbilla, haciendo pose de divo — aunque si te avergüenza contarme...

— ¿Qué? no soñé contigo, tranquilo.

— Mmm sé que me amas.

Nate se puso rojo otra vez.

— ¡Ja! ¡Lo sabía! te pusiste rojo, te delataste.

— Que me des vergüenza no significa que te amé.

— Auch — puso la mano en el pecho, poniendo cara triste — eso fue cruel.

— No quería... — Matt lo calló — pero...

— Shh... Ya lo arruinaste.

— Lo siento.

Llamaron a Matteo para si sesión con la psicóloga. Nathan sacó su celular del escondite donde lo tenía, no lo dejaban tenerlo, se quedó acostado con él, tratando de averiguar la contraseña, ya que seguía sin recordarla. Luego de una hora de intentos, fallos y esperar para volver a intentarlo, lo logró. — ¿cómo no se me ocurrió? soy predecible — se dijo.

Abrió WhatsApp, tenía más de 400 mensajes, la mayoría eran de grupos. Sólo unos cuantos eran para él. Entre ellos estaba el chat de una vieja amiga.

[138 mensajes sin leer]

Lara: Nate, ¿estás? realmente te extraño

Nathan: Lamento no haberte contestado, con todo lo que pasa olvidé mi contraseña.

Lara: OPD!!! NATE, SEGUÍS VIVO... no quise pensar lo peor, pero después de lo que hiciste y de cómo estabas, no tenía más... espero no haber sido pesada, realmente te extrañaba... aunque no justifica que te haya mandado tantos mensajes, perdón.

Ah y (si mal no recuerdo) tu contraseña era literalmente "contraseña" ¿no?

Nathan: no te disculpes, es lindo que alguien se preocupe por mí, aunque se siente raro... y si, ésa era.

Hace mucho que no oigo de ti, ¿cómo estás?

Lara: mejor ahora que respondes, realmente es un alivio, te extraño

Nathan: Puedes venir cuando quieras

Lara: ¿Dónde estás?

Nathan: mmm... No lo sé exactamente, espera que te envío mi ubicación

[Ubicación en Google maps]

Lara: Whoa... es muy lejos, pero creo que puedo llegar, ¿hay un horario al que tenga que ir?

Nathan: Entre las 2 y las 7

Lara: Genial, voy mañana, hoy realmente no puedo.

Nathan: Está bien, te espero.

Y luego hablamos, tengo que hacer muchas cosas aquí

Lara: Está bien, ¿mañana me contás todo? plis

Nathan: Okay, hasta mañana.

Salió de WhatsApp. Guardó su celular, justo a tiempo, ya que lo llamaron para ir a su sesión.

Cuando salió estaba Matt, con cara de enojado.

— Hola, ¿todo está bien?

— Sigo enojado.

— ¿Qué tengo que hacer para que me perdones?

— Mmm, te perdonaré si adivinas qué estoy pensando.

Nate pensó por un rato.

— ¿Otra travesura?

— Bueno, sí y no... Pero la daré como válida.

— ¿En qué piensas exactamente?

— Tú sígueme.

Matt lo llevó al patio, hablaron, jugaron y se rieron casi toda la tarde, En un momento Matt se paró y le dijo a Nathan que lo siga. Eran las 6 P.M. estaba por anochecer. Fueron hasta al lado del muro, cerca de los matorrales.

— ¿Puedes explicarme qué hacemos aquí?

— Está bien, pero no es una idea apta para cobardes...

— Te la seguiré, ya dime.

— Bien... ¿Recuerdas cómo es el mundo fuera de ésta cárcel?

— No realmente, al parecer, hace mucho que estoy aquí, podría haber cambiado todo.

— Bien... ¿Ves esas escaleras? — Señaló unas escaleras entre el muro y las paredes del edificio, un poco tapada por un árbol y matorrales. Nate asintió con la cabeza — Bueno, subiremos al techo, así verás todo fuera de aquí.

Nathan estaba entusiasmado por la idea, aunque le daba miedo que los descubran. De todas formas, fueron cautelosos. Subieron lo más rápido que pudieron.

Ellos estaban felices. El sol se escondía entre las nubes y el horizonte, Nate estaba hipnotizado por la escena. Matt lo abrazó.

— Esto es muy cliché, ¿no te parece?

— Las personas hacemos estas cosas porque nos gusta, nos sentimos como en una película o novela, lo cual hace que nos dispersemos en el momento, y así, olvidar lo que nos daña.

— Qué profundo eres, príncipe.

— Puede ser...— miró a Nate de arriba a abajo — te ves aún más bello con el brillo del sol en el horizonte.

Nate amagó a besarlo, pero Matt se dió vuelta.

— ¿Qué pasa?

— Shh.

Matt se puso serio, se asomó para ver qué pasaba en el patio, había escuchado ruidos.

Unos guardias los estaban buscando.

— Nate... Estamos en problemas.

— ¿Qué sucede?

— Nos están buscando.

— Fuck. ¿Qué hacemos?

Matt se puso a pensar, quería hallar una salida para eso. Sabía que si bajaban y los veían, los castigarían, y ya no se verían. Si esperaban más, se haría de noche, la guardia aumentó desde los frecuentes ataques de nuevos pacientes.

Estaban prácticamente acorralados.

Matteo estaba entrando en pánico.

Sauce GrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora