XIX

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Nathan estaba en una habitación blanca, descalzo. No podía gritar, no podía caminar, no se podía mover. Su vista comenzó a nublarse. Escuchó una voz que se le hacía familiar. Sintió una mano en su hombro izquierdo, pero no había nada allí. Se dió vuelta, era Thiago. Parecía asustado.

Nate cerró los ojos, no paraba de repetirse que sólo estaba soñando y que no estaba allí.

— Nate, no me ignores. Escuchate, por favor.

Nathan despertó por un grito. No había luz. Fuera de su habitación, todo era pánico, dentro de su cabeza, todo era igual, sólo que en silencio, porque su mente estaba dormida.

Matt vino corriendo, lo tiró, y cerró la puerta con llave.

— ¿Tenés llave de mi cuarto?

— ¡¿En serio eso es lo primero que me vas a preguntar?! Mientras el bello durmiente hacía lo suyo, afuera todo es un caos.

— ¿Qué pasó?

— Bueno, por si no lo notaste, se cortó la luz, cosa que acá nunca pasa porque tienen una fuente de energía propia. ¿Tenés idea de qué significa eso?

— No realmente, y perdón príncipe, recién me despierto y estoy medio muerto.

— Okay, te explico. Si mal no recuerdo, no tienen una, tienen dos fuentes de energía, porque todo lo que hay acá funciona con electricidad. Más que nada las puertas del tercer piso.

— Uh, ya veo por dónde va esto.

— Si pensas bien, si, hay médicos y guardias corriendo a muchas personas que sólo hacen caos, todo llegó al punto en el que vienen guardias armados.

— ¿Armados? ¿Con qué?

— No lo sé, son armas, pero si son balas o balines, no tengo idea, lo cual da miedo.

— Tenés razón.

Un gran golpe se escuchó, venía de la puerta de Nate. Ambos se tomaron de las manos, pensaban lo peor. Después de cuatro golpes, con los cuales ambos cerraban más y más fuerte los ojos, la puerta se abrió.

Nada.

Todo estaba oscuro, la nada los abrazaba, algo los llamaba a salir, pero eran susurros malos, lo sabían. No quisieron seguirlos, decidieron darse vuelta, a veces es mejor darle la espalda a la cosas.

Matt sintió algo, algo que debía hacer. Soltó a Nate, él estaba helado. Cerró la puerta, fue hacía la ventana y la abrió. Tocó la pared negra, se sentía extraño, era frío, más de lo normal. Un pensamiento fugaz pasó por su cabeza y arrancó un pedazo de su oscuridad. Le dolió, pero sentía que debía seguir con eso.

Nate seguía sin reaccionar. A Matt le sangraba la nariz, por cada pedazo de oscuridad que arrancaba, otra gota de sangre brotaba.

Después de 5 minutos, Nate reaccionó. Matt estaba en el piso. La habitación estaba normal. La puerta cerrada, conteniendo golpes leves. Corrió a verlo, no reaccionaba. Sé el escapó una lágrima. Pensó en tomarle el pulso, latía.

Intentó despertarlo, luego de un rato lo logró.

— ¿Qué está pasando?

— Te desmayaste, ¿qué hiciste Matt?

— Arranqué la oscuridad.

Ambos se quedaron en silencio después de eso, no un silencio incómodo, ambos estaban pensando. Por un momento, ignoraban lo que pasaba afuera, pero una explosión los hizo reaccionar.

— Nate, tenemos que irnos.

— No creo que salir de la habitación sea buena idea.

— Pero salir y no volver, sí.

— ¿Cuál es tu plan? ¿Escaparnos de acá, nos vamos por la ruta, haciendo dedo para que nos lleven, ir a algún lugar para dormir, y huir de todo? Matteo, date cuenta, nos van a buscar, ésto es como una cárcel

— Está bien, tenés razón... pero ¿qué podemos hacer? adentro nos matan, afuera nos matan. ¿Qué hacemos?

Ruidos fuertes se acercaban cada vez más rápido a la habitación de Nathan.

Sauce GrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora