Capítulo 1

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Corría el año de 1964 en la ciudad de Brooklyn, me encontraba tocando la guitarra acústica de mi padre en la sala de estar, mi madre me llamo para almorzar ya que eran las 3:00 de la tarde y ella era muy estricta con los horarios de comida. Después de comer me dirigí de nuevo a la sala con la intención de seguir practicando pero algo capto mi atención, una familia se estaban mudando a la casa de enfrente.

Eran cinco integrantes el padre, la madre, dos chicas de unos 16 o 18 años y un chico que parecía de mi edad. Llame a mi madre para que observara la situación, ella pareció haberse emocionado, le encantaba conocer gente nueva, era de esas personas que le gustaba hacer amistad con todo el mundo. No dudó ni un segundo en preparar algo de comer para los nuevos vecinos; después de una hora aproximadamente nos emprendimos a la casa donde se encontraban los nuevos habitantes.

Nos encontrábamos delante de la puerta, antes de tocar mi madre comenzó a acomodarse su falda y cabello mientras que yo solo la miraba con un poco de gracia sosteniendo la charola donde se encontraba la comida. En ese momento mi madre tocó la puerta y abrió una señora de aproximadamente 38 años, nos recibió con una calida sonrisa.

-¡Hola, buenas tardes!-

-Hola- dijimos mi madre y yo al unísono.

-Soy Connie Caravello, mucho gusto-

-Yo soy Sandra Becker y ella es mi hija Jane- Salude agitando mi mano a lo que ella respondió de la misma forma.

-Pasen, son bienvenidas- Dijo dándonos el paso por la puerta.

-Muchas gracias- Le contesto mi madre.

Entramos a la casa y comenzamos a mirar todo a nuestro alrededor, la señora Connie nos llevó a la sala de estar donde se encontraban las dos chicas, ellas nos miraron y sonrieron como lo hizo su madre con nosotros al llegar. Admito que con tan solo verlas me cayeron muy bien, parecían ser buenas personas.

-Ellas son mis hijas Loretta y Sissy- Dijo mientras que las dos chicas se levantaban y nos daban un apretón de manos.

-¡Hola!

-Mucho gusto, es bueno empezar a conocer gente nueva, nos estábamos comenzando a aburrir aquí ¿No Sissy?-

-Sí, la verdad es que no pensábamos que alguien nos iba a recibir pero parece ser que nos equivocamos-

Mi madre, Connie y las chicas siguieron conversando durante una hora. Por lo que me estaba comenzando a aburrir, iban a hablar de temas que no me interesaban como marcas de ropa famosas, perfumes y todo eso. Así que decidí explorar la casa, me encontré con cosas en cajas, muebles tapados con sábanas y alimentos enlatados, ya saben, lo típico que te encuentras después de una mudanza.

Después de algunos minutos me encontraba viendo la cocina, cuando de pronto escuche que algo cayó de uno de los muebles. Me puse en alerta de inmediato comencé a creer que alguien me iba a hacer daño o algo peor pero afortunadamente todos mis pensamientos se borraron después de notar que solo se trataba del hijo menor de la familia.

-Yo... lo siento, n-no quería asustarte- dijo con muchos nervios y un pequeño sonrojo en sus mejillas mientras que se levantaba del suelo.

-N-no te preocupes... ¿Cómo te llamas?- le dije tratando de no soltar una carcajada por tan graciosa situación. Pero no pude lograrlo haciendo que sacara una risa.

-No te rías... no es gracioso- dijo muy avergonzado, lo cual me pareció muy tierno -Me llamo Paul... Paul Charles- dijo mientras estiraba su mano para saludarlo a lo cual yo le correspondí diciendo.

-Mucho gusto Paul, yo soy Jane Becker- nos soltamos del saludo y en ese momento entro Connie.

-Con que aquí estabas Jane, tu madre... - se detuvo al ver que Paul estaba conmigo y sonrió- ¿Con que ya se conocieron verdad? ¡Que bien que lo hayan hecho me alegro mucho!- dijo mientras nos acariciaba la cabeza. Para mi fue un acto tierno pero para Paul era algo vergonzoso ya que estaba rojo a más no poder.

-¡Mamá! ¡Ya tengo 14 años! - Gritó él haciéndonos reír al instante.

Sin más salimos de la cocina con dirección a la sala de estar donde se encontraba mi madre con las hermanas de Paul. Mi madre en cuanto notó mi presencia tomó mi mano y nos dirigimos a la puerta para volver a casa, ya estando afuera la señora Connie siguió hablando con mi madre un por unos minutos más.

Mientras ellas dos mantenían la conversación no dejé de sentir la mirada de alguien sobre mi. Al mirar a la ventana que estaba a lado de la puerta principal pude ver a Paul, note que abrió los ojos como platos mientras que sus mejillas tomaban un tono rosado, atrás de el venían Loretta y Sissy, se miraron de una forma cómplice como si estuvieran a punto de hacer algo que a mi parecer no era nada bueno... para él.

-Fue un gusto tenerlas aquí, esperamos que vuelvan pronto y muchas gracias por la comida tan deliciosa que trajeron- dijo Connie con una gran sonrisa.

-No hay de que, pueden contar con nosotros cuando gusten- dijo mi madre devolviendo el gesto.

Seguían con la despedida mientras yo seguía mirando la ventana, Loretta tomó a Paul del brazo izquierdo y Sissy el derecho. Estaban en las escaleras y se empezaban a escuchar gritos por parte de Paul.

-¡¿Que esta pasando?!- pregunto Connie asustada.

En la puerta se asomaron las hermanas sosteniendo a Paul con la cara completamente roja -¡Nada mami, solo queremos que "Eric Carr" sea educado y se despida de sus invitados! ¿No es así hermanito?- dijo Loretta en forma de burla, Paul no hizo nada.

-¿Eric Carr? ¿Porqué lo llaman así?- pregunté curiosa

-Dice que es su nombre artístico, que le gusta que lo llamen así- Respondió Sissy

Connie miraba todo muy avergonzada y enojada, no entendía por que sus hijas le hicieron eso a Paul de forma tan inesperada.

-Adelante Eric- dijo Loretta con una sonrisa burlona. Él miro a mi madre y le extendió la mano como despedida.

-Hasta luego pequeño Eric- le dijo mi madre mientra correspondía acariciando su cabello.

-Hasta mañana, Eric- le dije mientras le daba un pequeño beso en la mejilla, el tenia una cara de no haberlo creído.

-H-hasta m-mañana- respondió nervioso.

Me despedí de Connie y las chicas las cuales miraban de forma graciosa a Eric... ¿saben? Ese nombre le queda mejor. Sin nada más que hacer salimos de la casa Caravello y regresamos a la nuestra.
Me cambie y arregle para ir a dormir y mientras estaba acostada en mi cama no pude dejar de pensar en lo que paso. Sentí que algo bueno saldría de eso.

Tenías que ser tú (Eric Carr)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora