Mi Nuevo Jefe (Minv) [CORRIGIENDO]

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—¿Y que piensas hacer?— solté un suspiró, sentándome en el sillón.
—Si sigue insistiendo en lo mismo, voy a hacer lo que hace mucho debí hacer hobi.— Hobi se cruzó de manos, Minnie acaba de caer dormido.

—¡Pero es tu padre!— exclamó con preocupación.
—Si, pero no por eso voy a dejar que haga lo mismo que con Baek.— espete con furia.
—Yo no soy su maldito titere y me despreció toda una vida y ahora me quiere controlar no señor. — la rabia se filtró en mi voz.

—Esta bien, pero si pasa algo me lo tienes que decir sin dudar y también opino que le deberías de decir a Jimin.— ya lo había pensado, pero esto realmente no vale la pena de contar.

—Para que, esto no tiene caso, él ahorita esta ocupado con la empresa.— dije restándole importancia.

—En la cual tu trabajas... Y a parte él te podría ayudar con Minnie, entre la empresa de tu padre y Jimin. Están casi al mismo nivel, aunque la de Jimin esta en mejor posición que la de tu padre. — comentó sentándose frente a mi, y él tenia razón, Jimin me podría ayudar pero el caso es que no se si quiera ayudar.

—Ve a la empresa y despejate un poco de aquí, no te preocupes por Minnie yo me quedo a cuidarlo. — comentó Hobi asentí más rogaba por no sentir miradas ajenas.

Después de tanta insistencia por parte de Hobi termine llegando a la empresa, entre sin ánimos siendo lo que había pensado tenía la atención de todos sobre mí y me comenzaba a molestar. Caminé directo sin saludar a nadie hasta el elevador donde se cerró dejando a todos con dudas.

Salí del elevador y me dirigí a la oficina, revise el horario de Jimin y hoy tendría que estar aquí en punto.
De alguna forma tenia miedo de encontrarme a Jimin con otra de las secretarias inhale un poco y abrí la puerta.

Jimin estaba trabajando en su computadora, y en cuanto vio la puerta abrirse levantó la vista y se sorprendió de verme, sentí un enorme alivio de no ver a ninguna zorra merodear por aquí.

—Hola, ¿Que haces aquí?— preguntó sorprendido, pero al momento me regalo una de sus hermosas sonrisas.

—Vine a trabajar y a pedirte un favor muy grande si no te molesta. — dije cabizbajo y un poco temeroso a que me dijera que no.

Pase sin pedir permiso y me senté frente a él, quien por su parte dejo de hacer todo y puso sus codos sobre su escritorio y su rostro en sus palmas.
Adoro cuando me ve de esa forma. Como si fuera lo único y más interesante que viera en toda su vida, lo más hermoso y precioso pero a la vez frágil y hermoso.

Le conté sobre mí papa y lo que me quería obligar hacer al inicio pensé que no le iba a tomar tanta importancia, pero a medida que iba platicando su ceño se iba frunciendo cada vez más. Sabía que se estaba enojando, cuando acabe le conté sobre mi idea y sobre si me podría ayudar aunque lo dije temeroso tanto que me termino temblando la voz al momento de hablar.