¿Cuánto daño puedes recibir al tratar con la Yakuza?
(Todobaku)
Portada realizada por la EditoriaBNHA
Este escrito contiene vocabulario vulgar, escenas de violencia, violaciones, torturas, temas adultos y otras situaciones explicitas.
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El viento frío de la noche choca fuertemente contra el cuerpo del ojirubí, a la vez que mese los suaves cabellos dorados, causándole un ligero picor cuando estos rozan su rostro. Katsuki despierta e intenta salir del estado de somnolencia, abriendo con pesadez sus ojos, sintiendo como el derecho se cierra al instante. Otra vez vuelve a intentarlo, parpadeando ligeramente, viendo el cielo estrellado y libre de nubes; se preguntó cómo llego hasta allí. Dejó caer su cabeza hacia la izquierda y solo vio tierra árida y pasto seco. Estaba en campo abierto y eso era muy raro porque no recordaba que él se hubiese trasladado desde la ciudad a...
Los recuerdos lo envolvieron de sopetón y el cenizo abrió sus ojos de forma inconmensurable, con la pupila dilatándose a medida que el sueño se desvanecía. Lo revivió todo, los yakuzas, el secuestro, kirishima...
"Tengo que huir"
Katsuki intentó ponerse de pie pero el brusco movimiento de su torso elevándose hizo que tuviera que sujetarse la cabeza con ambas manos; sentado en el piso Bakugou notaba como la vista se le nublaba paulatinamente para luego volver a la normalidad, producto de haber estado tanto tiempo recostado. Pestañeó varias veces e intentó levantarse de nuevo, siendo consciente de sus músculos terriblemente cansados y adoloridos "¿Qué mierda?"
Sintió un ligero ardor en sus piernas y un dolor sordo proveniente de su cuello y espalda; supuso que se debía a la incómoda tierra en la que durmió por quién sabe cuánto tiempo. El cenizo se quedó sentado masajeando la parte interna de sus muslos y pantorrillas mientras miraba a su alrededor con los ojos entornados, alerta. No había nadie, toda la planicie se veía desierta pero a la lejanía Katsuki podía ver el pasto seco creciendo sin control, con la altura perfecta para que alguien pudiese esconderse ahí.
Su respiración se estaba volviendo pesada y notaba como su corazón le retumbaba contra el pecho en ansiedad. Miró hacia la derecha y en su paranoia creyó ver la silueta de un hombre moviéndose entre la maleza; el rubio tragó con fuerza percibiendo como una gota de sudor resbalaba por su cuello. No sabía que estaba pasando pero en ningún momento se creyó libre.
Recordaba haberse rebelado, intentar escapar y ser detenido por un par de desgraciados muy distintos a los demás yakuzas con los que había tratado, se veían más peligrosos. Recordó otra vez a Todoroki, con sus fríos ojos azules, mirándole como mercancía valiosa y lo último que escuchó antes de caer inconsciente: "Quizás ellos le teman a Todoroki Enji, pero yo no".
Todo era muy extraño, pero parecía ser que aún se encontraba en las garras de Todoroki.
O en las de alguien mucho peor.
Bakugou agudizó el oído y aún así no podía escuchar nada fuera de lo común, sin embargo su mente hacía un esfuerzo por comparar el sonido del pasto seco meciéndose en el viento con el sonido de la vegetación crujiendo ante sigilosas pisadas. Katsuki creía ver y oír muchas cosas y jamás pensó que la luz de la luna sería tan brillante y a la vez tan insuficiente. Tenía miedo de moverse, sabía que no estaba solo, sentía la amenaza cernirse en torno a él, asechando desde donde Katsuki no podía verlo, agudizando sus sentidos y temiendo que todo fuera parte de un truco sucio en su mente.