Apariencia

1.1K 132 34
                                    

Shouto abotonó su saco negro, deslizó el delgado fusuma de la habitación y observó el interior del cuarto como quien asiste por compromiso a un funeral

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Shouto abotonó su saco negro, deslizó el delgado fusuma de la habitación y observó el interior del cuarto como quien asiste por compromiso a un funeral. Su semblante indiferente era menos expresivo que una piedra y las miradas inquisidoras de sus excéntricos invitados se posaron sobre él. Después de todos los errores que había cometido esa noche era momento de hacer algo bien, de usar la cabeza.

El olor a cigarrillo casi le hace torcer los labios pero logró reprimirse al hacer una leve reverencia antes de ingresar; los cuatro presentes le miraban portando sonrisas altivas, con la burla bailando en sus ojos o simplemente retribuyéndole el gesto estoico; el bicolor se preguntó si habrían escuchado todo el lío que hubo con Dabi y Bakugou.

-Disculpen la demora.- Se adentró en la sala y se sentó en uno de los cojines predispuestos en el suelo de tatami, justo en la cabeza de la mesa baja que servía para dividirlos. Aisawa que lo había escoltado hasta su reunión, salió reverenciando a los invitados y cerró las puertas corredizas para conferirles privacidad.

El ambiente era tenso y todos actuaban con cautela, Shouto desearía no estar reunido con el grupo Yakuza que domina en Osaka, pero su padre le impuso la prueba de conseguir su financiamiento. No sabía cómo iba a lograrlo con su falta de carisma.

-Seré directo, no le veo nada nuevo a este sitio- la máscara de la peste y los guantes médicos desechables eran lo más extravagante de la apariencia de Overhaul, quién mantenía un tono de voz calmado- Tiene buenas instalaciones pero nada que el dinero no pueda comprar. La idea de poner a novatos en lugar de prostitutas profesionales no me agrada.

Shouto asintió mientras sus ojos se mantenían fijos en los del castaño; la opaca luz de la habitación confiriéndole un tono más oscuro a su mirada.

-El Ukiyo no es nuevo, buscamos recrear el ambiente hedonista* de los prostíbulos del período Edo- el bicolor explicaba sereno y con confianza mientras algunos invitados intercambiaban miradas entre sí-, por eso las instalaciones se asemejan a un castillo tradicional japonés. Es un mundo flotante; lo que haremos aquí no lo verá en ningún burdel de Tobita o del barrio Rojo de Tokyo, es casi una atracción histórica, el placer desde sus más oscuros cimientos.

Cuando Shouto respondía preguntas o cuando intentaba convencer a un posible comprador, debía olvidarse de sentimientos, ideales y moral; tenía que acallar su conciencia y olfatear qué quería su interlocutor. Eso se lo había instruido su padre a base de golpes y regaños, lo hacía casi por reflejo, su ética no podía imponerse por sobre el dinero. El dinero rige el mundo de los negocios, y en los negocios solo hay ratas que se comen una a la otra con tal de prevalecer.

El único pelinegro de la habitación sonreía como si de un niño pequeño se tratase, irradiaba luz y confianza con esa sonría encantadora y rostro atractivo, sin embargo desde su posición Shouto podía notar la peste que lo rodeaba, la malicia retratada en sus ojos oscuros.

-Con respecto a las prostitutas y los gigolós, no todos son novatos; nos hemos encargado de acumular una amplia variedad para satisfacer todos los gustos, la mayoría ya se han hecho un nombre en este mundo.- explicó tratando de no recordar al rubio de hace unos minutos, sufriendo desmayos y atragantandose con comida por todos esos días de en que lo dejaron sin comer.

IndemneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora