Presente

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Shouto veía sin parpadear como uno de sus supuestos subordinados amenazaba con una pistola a otro chico de cabellera rubia

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Shouto veía sin parpadear como uno de sus supuestos subordinados amenazaba con una pistola a otro chico de cabellera rubia. El azabache movía su lengua por el cuello blanquecino del cenizo y este se tensaba con antelación.

La respiración del bicolor era acompasada pero algo dentro de él empezó a calentarse y no era consciente de sus reacciones. Veía con tal nitidez la escena, que casi pudo apreciar los vellos de la nuca del rubio erizarse ante el húmedo tacto. No sabía que pensar, una parte de él no respondía, estaba en blanco, y la otra alcanzó a susurrarle con cinismo, con el mismo tono burlesco de Enji "Acostúmbrate, lo verás muy seguido".

El lado pragmático y racional de Shouto estaba de acuerdo en que lo mejor sería no tomarle mucha importancia al asunto, que se volvería común, pero había algo que al bicolor le torturaba, que le roía la conciencia como una rata hambrienta, daba zarpazos en su pecho y le inmovilizada de pies a cabeza. Por la mente del heterocromático surcaron los vívidos recuerdos de su madre, los hombros siempre tensos, su mirada asustada y el níveo cuello siendo estrangulado por la tosca mano de Enji.

Todoroki avanzó y sus pasos fuertes sonaron con brusquedad en la madera, Dabi no se giró a tiempo y los otros dos Yakuzas que acompañaban a Shouto se miraron confusos entre sí. El bicolor sacó la pistola que su padre le había dejado y con ella apuntó a la cabeza del pelinegro, quitando el seguro del arma que resonó fuerte y claro para todos los presentes.

— Suéltalo— exigió con frialdad. Shouto apretaba entre sus dos manos el ahora tibio metal de la pistola y se sentía listo para disparar en cualquier momento.

Dabi tragó seco pero el repentino escarnio que recibió no fue suficiente para que su pecho no burbujeara y una sonrisa ladina se instalase sus labios. Con lentitud se apartó un poco del estático cuerpo del cenizo, levantó ambas manos y su arma quedó apuntando hacia el techo. Sentía el calor proveniente del bicolor y despacio se dio la vuelta para encararlo, disfrutando ver los fieros ojos de tonalidades dispares mirarle con tanta ira. Dabi relajó su postura y elevó una ceja mientras sonría mirando a la semiautomática en manos de Shouto, y luego a él.

— ¿Es en serio, niño bonito? ¿Vas a dispararme?— Shouto afiló su mirada y sus cejas se hundieron más; una sombra, producto de ceño fruncido, tapo el brillo de sus ojos. Estaba tenso y en posición para disparar justo en la frente del pelinegro, su respiración, a pesar de todo, era suave y lenta, calmada.

Katsuki, por otro lado, agitaba su pecho y sentía que el aire le quemaba los pulmones en cada inhalación. En su cabeza las cosas no estaban tan calmas como el pulso de Todoroki. Su cuerpo estaba quieto pero la mente del cenizo maquinaba a toda velocidad. Porque Dabi aún estaba cerca con una postura relajada y su arma convenientemente al alcance de Bakugou.

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