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•Ser un jugador detrás de una pantalla era completamente distinto a jugar en la vida real. Tenía riesgos y sacrificios reales, después de todo, la vida no se trataba de otra cosa más que sobrevivir. •

Kim SeokJin.

Era un hipócrita, quizás el más grande en mi especie. Me había metido en un gran problema, de eso estaba completamente seguro. En mi cabeza no dejaba de hacer y deshacer planes, estrategias, alguna jugada que me facilite un poco el peso que acababa de cargar sobre mis hombros. ¿Cómo podría mostrarle a ella sobre lo bueno de la vida cuando yo me sentía igual de perdido? No pensé las cosas,me dejé llevar, todo se fue de mis manos cuando vi su rostro. Quizás no lo parecía a simple vista, pero alguien como yo, que había estado tanto tiempo con DaSeul, podía ver las similitudes que tenían ambas.

La había salvado por el mismo instinto que le implantan a uno cuando es pequeño, ese que siempre repetía "salva a las personas, se un héroe", pero ahora quería mantenerla viva por su leve parecido con mi exnovia. ¿Qué tan mala persona podía ser?

No era ningún superhéroe, era más bien, un patán hipócrita que fingía ser uno.

―Entonces...―comencé luego de carraspear, ella subió su mirada, fría, asustada y rota. Como si se tratara de un glaciar que mantenía su humanidad bajo un constante estado de ausencia―¿Planeas hacer algo hoy?

Ella ahogó una sonrisa amarga entre sus labios. No podía dejar de mirarla. Más allá del parecido físico también había varias diferencias. Algo que la hacía incluso más llamativa. Atractiva, en fin. Como si se tratara de un cover de tu banda favorita sobre tu canción favorita de otro grupo. Algo originalmente bueno, que, con varios detalles nuevos, resultó incluso mejor.

―¿Por qué me miras tanto? ―escupió con bastante enfado y entonces salí de aquel estúpido estado, dándome cuenta de que en realidad, merecía aquel trato por ser tan molesto.

―Lo lamento―mencioné torciendo mi sonrisa―Es solo que me recuerdas a alguien.

―Pues lo lamento por ese alguien―acompañó su comentario con un movimiento de hombros, remarcando lo poco que le importaba la conversación, la situación y la vida en sí.

¿Acababa de llamarse a sí misma fea?

La observé una vez más. Porque si, maldita sea, no podía dejar de hacerlo. Sus expresiones eran completamente neutras, me arriesgaría a decir que tenían una gran similitud con las de un robot. Aquel que intenta ser humano, pero solo consigue una mueca que causa más miedo que confianza. En cierto punto, así era ella, no podía negar que algo de la situación me daba miedo, me aterraba y me mantenía los pelos de punta con tanta intensidad que podía sentir mis terminaciones nerviosas ardiendo como si fuese lava lo que circulara por mis venas y no simple sangre.

La vida o la muerte no eran temas que debiesen tratarse sin cuidado alguno y ella hablaba de la muerte como si esta fuese una vieja amiga que espera ver con ansias.

Me detuve unos segundos en los que fruncí mi ceño para analizar seriamente aquello, pero cuando una brisa gélida nos sacudió en la terraza de aquel edificio ella comenzó a caminar hacía las escaleras.

―¿Te marchas? ―pregunté cuando llegué hasta ella.

Ella se volteó a verme solo para dedicarme una mueca de fastidio, por la cual bufé con resignación, y luego volvió su mano al picaporte.

―Me preguntaste si tenía planes para hoy―respondió mientras abría nuevamente la puerta solo para sí misma, por lo que perdí unos segundos en abrir la puerta para mí y bajar a su lado. Sin embargo, cuando escuchó mis pasos cerca de ella, siguió―Algo me hice que, independientemente de lo que responda, me seguirás de todas formas.

Game is not over| K. SeokJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora