Game is not over| K. SeokJin

10»Penumbra.

Y en las penumbras de mi cuarto en una tarde de primavera, me di cuenta de que siempre encontraría la forma de pensar en ella.

Que siempre la vería, incluso en las cosas más simples.

Quizás porque ella era como la penumbra que entraba por mis ventanas en las tardes. Ese pequeño vestigio de luz que quedaba antes de que la oscuridad de la noche de apoderara de ella.

»※«

Kim SeokJin

―Sé que estás enojado conmigo, hyung―repitió Namjoon por tercera o quizás cuarta vez detrás de la puerta de mi habitación―Pero esta vez no estoy desarmado. No has salido de ahí desde hace un tiempo y asumo que debes tener hambre...

Agudicé mi oído.

Bajé la mirada hacia mi estómago algo confuso. Pasé una mano sobre mi panza, por encima de mi remera, como si esta pudiese descifrar si realmente tenía hambre o no. Finalmente, la tripa hizo un pequeño ruido, afortunadamente bajo como para que mi hermano no pudiese escucharlo. Diablos, sí que tenía hambre.

―¿Sabes algo? Fui a la tienda que se encuentra abajo, cruzando la calle, y traje una de esas frituras que tanto te encantan―intencionalmente, comenzó a mover el envoltorio frente a la puerta―Sería una lástima que se comieran solas...

Oh, ya tenía suficiente. Ningún enfado valía más que esas frituras.

Cuando abrí la puerta, el movimiento brusco produjo una leve corriente de aire que voló algunos pelos de su flequillo. Aun así, se mantenía sonriente, reluciendo sus hoyuelos.

―También traje cervezas―anunció agitando la bolsa del mercado sobre una de sus manos. Fruncí el ceño.

―Sabes que no tomo desde el accidente―murmuré tajante.

El chasqueó la lengua.

―Es por esa razón que también traje gaseosas―volvió a agitar la bolsa en alto.

Solté una risa incrédula. Como si fuese una exhalación de aire directa de mi pulmón hacía mi boca. Corrí la mano que tenía apoyada sobre el marco de la puerta (y la cual servía para retenerlo en el pasillo) e hice un ademan con mi cabeza para indicarle que pase, dándome media vuelta y tirándome sobre la silla de escritorio.

―No puedes seguir pretendiendo que puedes arreglar todo con comida cada vez que me enojo contigo―advertí cuando lo vi echarse sobre mi cama, frente a mi escritorio. No obstante, alargué mi mano para tomar uno de los envoltorios.

El alzó ambos hombros. Tomó una de las latas de cervezas de la bolsa y la abrió, logrando que el característico sonido de la lata resonara en toda la habitación.

―Tengo que aprovecharlo hasta que pierda su efectividad―bromeó―Ya, en serio, discúlpame por lo de hace unas horas. Nunca fue mi intención hacerte sentir de esa manera.

Torcí los labios en una mueca. Kim NamJoon había nacido con algo a lo que nuestra madre llamaba el don de la palabra. Pues, no importaba si usaba las palabras más básicas y menos rebuscadas del mundo. Siempre había algo su mirada, el tono que empleaba o la manera en que se expresaba que lograba reflejar sus pensamientos, emociones y sus intenciones. Era algo muy único, como una particularidad suya que representaba su esencia. Como si fuesen sus hoyuelos, su piel naturalmente bronceada o su gran inteligencia, definitivamente las palabras eran algo que lo caracterizaban.

Solté un suspiro.

―Tampoco era mi intención recordarte lo de SeoYeon, simplemente exploté y...