Capítulo 10

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Hey mocosa ¿Qué haces aquí? — la pequeña niña de 8 años alzo la mirada hacia la persona que le llamaba.

El chico de no más de 18 años le veía con indiferencia, a pesar de que la menor estuviera toda sucia y con restos de sangre sobre su pequeño cuerpo.

— Escape — respondió.

Bufo notablemente irritado.
La tomo del cuello de su camisa y la alzo sin ninguna delicadeza.

— Comenzara a nevar, y no quiero que contamines este lugar mas de lo que esta

Abrió los ojos sorprendida, sonrió levemente bajo sus mejillas sonrojadas, para el, no fue invisible.

Y a pesar de su tosca actitud, era una manera especial de ayudarla.

...............

— Nunca bajes la guardia — hablo frío mirando desde arriba a la niña retorciéndose de dolor en el suelo por el golpe recibido.

Jadeaba a dolorida, como pudo se levantó, colocándose nuevamente en pose de ataque, haciendo sonreír de lado a su maestro.

Corrió hacia el, golpeando inútilmente su pierna.

— Mocosa idiota, aumenta tu fuerza

Tras decir eso, volvió a golpearla en el estómago alejándola.

Tras 2 horas d largo entrenamiento y unos cuantos golpes nuevos hacia el adulto, se acercó hacia Sarada.
La cargo como costal de papas y comenzó a caminar fuera del campo de entrenamiento.

— Bien hecho Mocosa — sonrió orgulloso.

Sarada sonrió levemente orgullosa, cerrando los ojos por la felicidad.

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— Así que tienes un gemelo

Sarada asintió, justamente habían pasado 3 años desde que se conocieron.
Por extraña razón, su maestro por primera vez toco el tema de su familia.

— ¿Usted tiene un familiar? — cuestionó curiosa.

Lo miro fruncir el ceño, chasquear la boca y suspirar aguantando no soltar una pista.

— Una hermana menor, del cual no tengo interés

No cuestionó las razones de su maestro, el tenia sus razones, y ella no le obligaría a contárselo.

Sonrió nerviosa, al sentir unas caricias en su cabeza, como un padre orgulloso de su retoño.

— Eres única mocosa, eres mi discípula, no me de fraudes Sarada — la chica no comprendió lo que le decía, pero asintió feliz.

Por primera vez, el la llamaba por su nombre.

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