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–No se nada sobre ti, chico desconocido– habló ella al sentarse en la arena luego de haber soltado a Everest.

–Claro que sabes algo– contradijo Bruno.

–¿Qué?– preguntó.

Hasta donde ella sabía y se acordaba, jamás dijeron nada sobre sí mismos.

–Que soy un chico– contestó Bruno y ella rió.

–Sinceramente no me espera esa respuesta– dijo tratando de parar de reír.

Para Bruno su risa sonaba tan dulce, le transmitía amor, algo que desde hacía mucho no sentía y esperaba, que esa no sea la última vez que la escuchaba reír. Tenía un gran presentimiento con respecto a la chica.

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