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La noche era fría, más que las anteriores. Todo el día había llovido y ni siquiera un rato el sol se dignó a aparecer, pero a pesar de eso, Serena y Bruno se encontraban en la playa charlando.

–Si tuvieras un deseo, ¿cuál sería?– preguntó él.

–Tener dinero infinito– respondió ella– para poder viajar, conocer nuevas culturas y por supuesto ayudar. Una de las cosas que quiero hacer al terminar la universidad es ayudar a las organizaciones que llevan aguas a las zonas de países que no tienen y esas cosas. ¿Y vos?

–Volver a surfear.

Serena se había sorprendido, esperaba que le diga volver a ver. Creyó que eso era lo que Bruno más deseaba.

–Creí que dirías volver a ver– se sinceró ella.

–Si me hubieras hecho la misma pregunta años atrás, te hubiera respondido eso, pero ahora ya no es lo que más me importa. Dejó de hacerlo cuando conocí a este chico– acarició a Sam, quién se encontraba acostado pegado a él.

Serena jamás había conocido a alguien que amara tanto a su mascota como Bruno.

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