La lluvia pronto se convirtió en brisa y la noche se cubrió de silencio. Jamie se perdía en el aroma natural de Damon. No recordaba haberse sentido atraído por un hombre en alguna época de su vida, más los años le habían enseñado que los humanos son criaturas extrañas, solitarias. No hay género para la compañía ideal. Su mirada estaba fija en Damon, éste alzó el rostro sonriente, Jamie le devolvió el gesto con sinceridad.
—Creo que volverá a llover —comentó el rubio escudriñando la nubosidad en el firmamento— estoy quedándome en un motel cercano. Puedes venir si quieres. Es tarde para que regreses solo. —Jamie notó lo sugestivo de sus palabras y se regañó por no pensarlas.
Damon se tensó levemente, aquello implicaría un acercamiento aún mayor en la vida de ambos y no estaba seguro de estar preparado para eso, no obstante, un deseo frágil le suplicaba no volver a casa solo esa noche. Le asintió con dulzura a su acompañante y ambos caminaron en silencio, la noche parecía querer hablar de sus penas y anhelos por ellos.
—No tienes que responderme pero, ¿Has tenido problemas con tu chica? —inquirió Damon, mirando de reojo al hombre a su lado. Jamie lo pensó un instante. Hasta ese momento no había pensado en el asunto, se sintió culpable de que le importará tan poco. —Decidimos terminar, teníamos una visión muy diferente de las cosas. Incluso... —Jamie sonrió con cansancio—, puedo decirte que nunca estuve más seguro de una decisión en mi vida. El rubio sólo se limitó a asentir.
Después de un largo tramo en silencio se vislumbraba el panorámico neón del motel. Damon observó la solitaria avenida a esas horas de la noche y se sintió perdido. Jamie por su parte pensaba en lo que hacía y el porqué, sin llegar a una razón.
La habitación los recibió en penumbras y con el aroma clásico de las esencias de ambiente. Jamie se hizo a un lado e invitó a pasar al rubio que observaba todo con atención a pesar de la oscuridad. El castaño encendió las luces y la decoración fue más nítida, Damon se paseó por el lugar e ignoró el sonido de la puerta al cerrarse. Observó con sutileza los trabajos de Jamie regados por el poco espacio y finalmente se giró hacía él, que lo analizaba en silencio.
—Bienvenido a mi hogar temporal —sonrío—. Siéntate, iré por algo de beber ¿cerveza está bien para ti?
Damon afirmó y se dirigió al sofá, se sorprendió de lo mullido que era, desearía tener uno así en su apartamento. Desde su lugar podía vislumbrar las luces neón haciendo imagen sobre el pavimento de la avenida. Dándole a la noche un conjunto de colores nostálgicos y futuristas.
Jamie le extendió una lata de alcohol y tomó lugar junto a él sin decir palabra. Podía sentirse completo en ese momento, pero la mirada perdida y afligida del rubio le hizo imposible seguir en silencio. —Damon, sé que esto puede no ser asunto mío, pero seré impertinente y lo diré, sé qué estás luchando contra algo fuerte, lo veo en tus ojos y demonios, no sé porqué me afecta tanto. No nos conocemos pero... desearía poder cambiar eso.
Al terminar de hablar el rubio le miraba con tristeza pero una falsa sonrisa —Ahora no siento que pueda haber algo que hagas por mí —Damon se arrepintió de sus palabras pero tampoco las negó. Era demasiado sencillo confiar en Jamie y eso le aterraba, la última vez que lo hizo fue cómo las demás, terminó burlado hasta volverlo un ser herido y frágil.
—Tal vez sea así —Jamie contraatacó—, pero no puedes evitar que sea yo quien pida tu ayuda.
El rubio borró su gesto y lo analizó con duda y sorpresa. ¿Qué podría necesitar alguien cómo Jamie de él? parecía tener su vida resuelta y estable. Aunque había una tristeza absoluta en su aura. La lámpara de noche apenas alumbraba sus rostros, las latas permanecían intactas, casi lograba escucharse el sonido rítmico de ambos latidos.
—Puede parecer que llevo una buena vida —Jamie sonrió decepcionado— Pero estoy en recuperación. No he consumido en un año, pero me siento igual que cuándo era adicto. Una porquería andante que finge ser parte de la sociedad. Me siento absurdo y vacío, sin una motivación. Pero ese momento en que cruzamos palabra, por estúpido que suene, me hizo sentir visto por primera vez. Lograste verme, a pesar de todo lo que quizá nublaba tu mente.
El rubio tragó el nudo en su garganta y permaneció inmóvil asimilando las palabras que se clavaban en él sin remedio. Ya era tarde para huir. Volvía a creer, tan rápido, en un extraño que apenas conocía. Absurdo y peligroso. ¿No era así su vida?
—Probablemente pienses que no tengo derecho a decir que sé lo que vives, pero de algún modo, conozco esa mirada, esa forma de mirar cansada y rendida. No sé tu lucha, pero puedo saber que estás herido... porque yo también lo estoy. Y sólo deseo aminorar tu carga cómo tu lo hiciste conmigo, a pesar de no saberlo —después de esas palabras hubo un silencio que Jamie no logró interpretar. Damon tenía total derecho a burlarse o pensar en todo aquello cómo una idiotez. No se puede confiar en un instante, no puedes cederle tus secretos a un personaje que cree saber lo que vives, pero Dios, deseaba que Damon lo hiciera. Él mismo no se comprendía, porqué de pronto se abría y necesitaba tanto ayudar y la ayuda de un extraño. Después de minutos que parecieron eternos en los que él rubio miraba absorto el ventanal, finalmente habló.
—Yo... creo que soy farmacodependiente. Comenzó por ansiedad, quizá depresión, luego insomnio, joder, noches enteras sin lograr dormir, repletas de pensamientos obsesivos que se repetían una y otra vez. Una culpa enorme por el pasado o por no poder evitar lo que vendría o lo que sucedió, terror a lo que podría suceder en cualquier momento. De malas decisiones que me impedían cerrar los ojos, del pasado que se negaba a desvanecer. Era una pesadilla. Conocí a alguien que prometió ayudarme. Me consiguió una receta, todo iba bien al principio, después... joder todo se volvió un infierno —Damon tragó el nudo en su garganta mientras Jamie escuchaba— Las píldoras cada vez ayudaban menos, los frascos iban aumentando, lo único que tenía en la cabeza además de mis problemas eran un sinfín de nombres genéricos —sonrió con ironía—, Las dosis se volvieron mayores, hasta que comencé a sentirlo una necesidad, el dinero se perdía por completo en ello. Quién me metió en esto desapareció y me quedé sólo con mi maldito error. Hice cosas, cosas que no me dejarán, sólo para conseguir más. Porque las necesitaba para controlar mi vida, para cerrar los ojos, para respirar, para dejar de temblar...
Jamie en un impulso aprisionó la delgada mano del rubio que parecía haberse quebrado. Sabía que dolía, pero el primer paso era sacarlo todo, y está vez estaba en él ayudar, no quería que Damon lo enfrentará sólo cómo él tuvo que hacerlo. Acarició sus cabellos y le murmuró sin saber la razón detrás de su necesidad de verlo sonreír: "—Saldremos de esta, puedo jurarlo."
Damon observó el agarre en su mano y miró al castaño con dolor y confusión — ¿Por qué es tan importante para ti ayudarme? No he hecho nada por ti, apenas cruzamos palabra...
—Ya me has ayudado, acabas de darme la razón que busqué por tanto tiempo. También es demasiado repentino para mí, apenas lo asimilo, pero estoy seguro de esto, y no lo dejaré pasar. Y creo que con el tiempo incluso lo llegaré a entender mejor. Sólo, aunque sea ilógico, confía en mí, confía una vez más.
Ambos hombres se miraron fijamente para sonreír con un deje de esperanza.
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BROKEN (Jamion) Jamie Hewlett/Damon Albarn
FanfictionCon los Jeans y los labios desgastados, un delgado rubio se pasea en los suburbios. Está roto. Y lo sabe. No le teme a nada ni nadie, excepto una cosa; creer. «El tabaco se comparte, el humo se disipa, los besos se compran y el amor te reivindica...