|6|Escalas de grises

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Cuando Jamie abrió los ojos Damon ya no estaba ahí. Se enderezó y permaneció en el sofá preocupado y decepcionado. Quizá lo incomodó la noche anterior con su atrevimiento.

¿Dónde demonios estás?
Los peores escenarios corrieron por su mente, ese era el eterno conflicto con las adicciones, cualquier ausencia era una señal de alarma. Desde el punto de vista de un rehabilitado, las farmacias creaban más adictos que las calles. En otra perspectiva, la medicina era una maravilla. Paseó entre el cuarto, en la cama su ropa permanecía intacta, Damon se había marchado con la propia. ¿El dolor poseía aroma? Observó fijamente las prendas y con una negativa tomó su abrigo y él también salió.

Durante algún tiempo sus promesas no tenían valor, pero ahora lo eran todo para él. Buscaría al rubio las veces que fuesen necesarias, lo arrastraría de vuelta si se resistía. Demasiado pronto pero se aferraba al deseo de salvarlo. A las ansias de mantenerlo cerca.

Damon caminaba de brazos cruzados, presionando su pecho por una sensación de sofoco y angustia. Sin píldoras no resistiría el día, quería mantener su palabra con Jamie pero... Sin desearlo se encaminaba hacia un destino vano, buscando a una persona que podría ayudarle en su mísera tarea bajo un decepcionante precio. Al rubio no le gustaba pensar en lo que hacía cómo "vender" si no cómo un intercambio de bienes. Aunque tenía reservas en su apartamento pronto se terminarían y la amenaza era latente, no habría más si no llevaba efectivo.

Esto es más fuerte que yo, perdóname, Jamie.

Llegando a su destino esperó con ansias en mitad de la calle. Tras unos minutos que parecieron eternos, un hombre apareció de entre las calles, éste le miró y le sonrió.
¿Soy yo quién engaña o eres tú?

Tratando de devolver el gesto fingió la mejor de sus sonrisas. Por dentro sólo quería huir de ahí y aferrarse a Jamie, a la esperanza que le inspiraba y pedir perdón por tan poca voluntad de sobresalir.

—Hey —Damon saludó con desgano y repugnancia a si mismo.

—Hola, Damon. Tenía tantas ganas de verte —el hombre respondió tratando de abrazarlo y besarlo en el momento. El rubio se sintió incómodo, sucio y vacío.
¿Qué es lo que haces, Damon?

Sí, igual —Damon se alejó rápidamente— Oye ¿tienes el dinero? —preguntó tratando de desviar y apresurar el asunto.

El hombre asintió y tras tomarlo de la mano lo encaminó a un sitio apartado. Damon suspiró derrotado y cerró los ojos con fuerza al sentir cómo era sujetado de forma vulgar, mientras aquellos labios ajenos presionaban los suyos en un beso torpe y lleno de repulsión. Quiero irme. No quiero hacer más esto. Si Jamie viera esto Le daría asco.

Damon se escabulló rápidamente —En verdad tengo que irme. Gracias por el dinero, lo pagaré —sonrió con cansancio.

Las píldoras, Damon. Las necesitamos.

—No tienes que hacerlo, Damon, sabes que lo hago de corazón —el hombre respondió sin soltar su mano en un agarre agresivo. Claro, hijo de puta.

—Lo sé. No sabes cuánto te agradezco. Yo, necesito, de verdad irme —Damon intentó alejarse pero el chico lo retuvo del brazo con fuerza —¿Por qué no te quedas un poco más?— Insistió en medio de un tono que pretendía ser inocente pero tenia el matiz contrario.

Damon —asqueado de sí mismo—, sentía su ansiedad ir en aumento pero ahora que tenía el dinero en sus manos su voluntad flaqueaba. Era su culpa, tenía el dinero y era justo lo que pedía. Aunque eso no fuera parte del trato, él jamás estipuló una cláusula. Si tan sólo tuviera las malditas píldoras podría soportarlo un rato más, pero la abstinencia lo estaba hundiendo.

Su adicción, lo estaba hundiendo.

Jamie lo había visto todo —Damon no era del tipo que elige los mejores lugares para esconderse —Aún reprimiendo el ardor en su garganta al descubrir lo que Damon era capaz de hacer, no estaba decepcionado, sino herido. ¿Cuánto debe cargar una persona para que esa sea su única salida? Deseaba intervenir pero no podía, aquello sólo podría finalizarlo Damon.

Observó el refrigerio que cargaba y dejándolo a un lado encendió un cigarrillo. Sintiendo la nicotina tragó aquél dolor. ¿Cuál era esa otra sensación? ¿Celos por ver a Damon vender sus labios?

El rubio logró deshacerse del hombre al estar al borde del llanto —¡Ya basta! — Exigió— ¡He dicho que te pagaré!

—¡Tranquilo, Damon. Lo siento, no era mi intención hacerte sentir mal! —El chico gritó mientras el rubio corría entre las calles vacías. Encogiéndose de hombros regresó por donde vino.

Damon se secaba las lágrimas con la manga de la camiseta caminando a toda prisa. Compraría las píldoras, todas las que pudiera y olvidaría aquello. Entonces buscaría a Jamie al día siguiente para pedirle perdón. Sus pensamientos corrían cuándo escuchó un —Shhtt— provenir de la banqueta de un taller. Intentó ignorarlo pero bajó la velocidad de sus pasos. Una silueta se formaba en la lejanía, la reconoció al detenerse unos metros antes. Su corazón se estremeció y las lágrimas cayeron sin cesar.

Jamie se levantó de su lugar y lo abrazó con fuerza, el rubio se aferró a él con la misma intensidad. No lo merecía pero era todo lo que deseaba —Me viste... —Damon habló entre sollozos.

—No me importa lo que vi, si no por qué lo vi. Sé que puede parecer ser más fuerte que nosotros, pero estoy aquí —Jamie susurró acariciando su cabello húmedo por el sudor a causa de su crisis y su llanto. —No quiero hacerlo más, ¡No lo haré más! Lo prometo, Jamie, perdóname —Damon se aferraba más a él y él castaño sentía su corazón quebrarse.

Era su reflejo, pero ésta vez estaba él para proteger a alguien. —No me pidas perdón por algo que no deseabas hacer, Damon. Respira, estamos bien —Tomó su rostro rojizo entre sus manos y lo miró fijamente, besando instintivamente su frente— Mira, te he traído algo, anda, siéntate.
Jamie lo ayudó a tomar su lugar aún sin soltar su mano y de una pequeña bolsa de papel sacó un par de sándwiches —seguro que no has comido nada, ¿cierto? —hablo con calidez, Damon lo observó con los ojos húmedos y le sonrió con gratitud volviendo a esconderse en su pecho.
—Estaremos bien, Damon. Te lo prometo.

Te lo prometo...

N/A: Si están pasando por alguna crisis, adicción, o circunstancia similar, no duden en acudir con un profesional, el primer paso es el más difícil pero el detonante para comenzar nuevamente a vivir. De igual forma si necesitan hablar, cuentan conmigo.

BROKEN (Jamion) Jamie Hewlett/Damon AlbarnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora