Damon fumaba un cigarrillo en la banqueta del Motel. Jamie había acudido a una cita para un trabajo de ilustración, ya que ahora siendo dos, necesitaban el dinero. El rubio se sentía inútil por no poder ayudar y sólo causar problemas, pero las palabras de Jamie resonaron en su psique:
"Lo importante es superar esto, juntos."
Suspiró mientras pisaba el cigarrillo y observó cómo siempre las luces neón del lugar. Jamie había salido desde la tarde y las horas parecían eternas para Damon. Necesitaba las píldoras pero habían hecho un acuerdo común de no tomar ninguna si el otro no estaba presente. Sus piernas temblaban de ansiedad y necesidad pero no volvería a cometer el mismo error. No le fallaría. Recordó todos sus errores y sintió una punzada de deseo por tomar unas cuantas gotas al menos, cuándo al instante Jamie apareció con bolsas de super y una sonrisa amplia cómo nunca la había visto —¿Qué sucedió Jamie? —preguntó confuso—¡Tengo el trabajo, Damon! Les mostré mi portafolio y me eligieron.
Damon se levantó de un salto y lo abrazó, no por el trabajo ni las buenas nuevas, si no por aquella felicidad en Jamie. El castaño se quedó inmóvil sin saber que hacer, el abrazo fue repentino y por un instante le pasó por la cabeza que quizá Damon estaba malinterpretado todo, pero no quiso arruinar su efusividad y le correspondió —Ven, vamos dentro o te resfriaras, prepararé algo de comer. Damon asintió alegre y ambos entraron, no sin antes mirar de nueva cuenta las luces neón iluminando la noche.
Una vez dentro Jamie comenzó a contar a Damon todo lo que había acontecido esa tarde en la entrevista, se sintió apreciado por primera vez al notar cómo el rubio no perdía el interés en sus palabras. Quizá la llegada de Damon a su vida le ayudaba más a él. Si el rubio no estuviese ahí estaría sólo, recriminando cada decisión de su vida. Sintiéndose fuera de lugar en éste mundo dónde equivocarte una vez te condena por siempre.
Cenaron juntos entre risas y charlas comunes hasta llegar la madrugada. Damon se quedó dormido en el sofá y Jamie permaneció mirándolo fijamente durante varios minutos. Sonaba patético pero lucía cómo un ángel. Se acercó a él para llevarlo a la cama y así estar más cómodo, quedando en el proceso a escasos centímetros de sus labios. Se mantuvo así sin saber si era correcto obedecer sus impulsos o seguir la moral. Finalmente negó y lo tomó entre sus brazos, el rubio era demasiado delgado y no le costó ningún trabajo alzarlo, lo recostó en la cama y lo cubrió. Besó su frente sintiéndose avergonzado y volvió a la sala que le servía de estudio.
Todo estaba en desorden pero lo hizo sonreír. Damon cambiaba muchas cosas en él, por ejemplo su obsesión por el orden. Fue en ese instante que se percató de un detalle, todos sus materiales estaban perfectamente ordenados en una pequeña mesa en la esquina del lugar. Todos con sumo cuidado. Se enterneció y sonrió. Mientras preparaba un café se dispuso a comenzar su trabajo.
Transcurrieron un par de horas y Damon abrió los ojos agitado. Intentó volver a dormir pero fue en vano, se removió entre las sábanas pero sabía que no conseguiría dormir de nueva cuenta sin la medicación. Probablemente durmió a causa del alcohol pero ahora que había despertado necesitaba las píldoras. Se sintió frustrado al máximo, quería gritar, arrojar cosas, más no quería que Jamie se enterara, sin embargo —pese a todo ello— recordó su promesa y deshaciéndose de la ropa que le sofocaba caminó en bóxer hasta Jamie.
Observó la luz en el restirador de estudio y lo miró desde la puerta con las lágrimas a punto de brotar. —¿Jamie? No quiero molestar pero, mierda que no me siento bien. Necesito...
Jamie lo miró y caminó hacia él rápidamente sin importarle lo que estaba haciendo —Tranquilo Damon, estoy aquí, ven sentémonos — Lo condujo hasta el sofá y lo abrazó —¿Dónde está tu ropa? Estás temblando.
—No es por eso —el rubio respondió— necesito tomar algo, lo que sea, no puedo Jamie siento que voy a morir —sus lágrimas cayeron sin control. Jamie se aferró a él con más fuerza y sus propios recuerdos lo inundaron —Damon, te daré algo porque no puedo quitarlo de golpe pero sólo será lo que yo considere, ¿está bien?
Damon asintió efusivo y Jamie se levantó a dónde guardaba las medicinas bajo llave, tomó un frasco y un gotero y regresó. Los ojos de Damon brillaron y aquello hirió un tanto a Jamie —Sólo serán cinco gotas, Damon, ni una más.El rubio asintió rápidamente y esperó con ansias. Jamie tomó una cuchara y vertió las gotas con cuidado de no sobrepasarse. Finalmente le tendió la cuchara a Damon que la bebió con ansiedad y cerró los ojos. Bien sabía que cinco gotas no eran para nada suficientes pero era mejor que nada. Agradeció a Jamie pero de inmediato se sintió una basura al ver sus ojos decepcionados. —De verdad que no quiero hacer más esto, Jamie. Pero es más fuerte que yo —los sollozos le obligaron a cubrirse el rostro, el castaño tomó sus manos y unió sus frentes —Lo sé, Damon. Pero lo lograras, te lo prometo con mi vida.
Damon lo miró con devoción mientras una leve esperanza brotó en su corazón y asintió.—Vamos, ve a dormir, llevaré el sofá a la habitación para cuidarte. ¿Me prometes que me llamarás si vuelves a sentirte mal? Ante el asentimiento de Damon arrastró el sofá frente a la cama y ambos se recostaron. Cuándo Jamie se percató que Damon dormía se levantó y con cariño besó su frente. Damon que aún no era vencido del todo por el sueño, sonrió a escondidas antes la tranquilidad que le causó.
La Farmacodependencia es un asunto tan grave cómo los son otras adicciones, no hay que menospreciar el dolor de quiénes la padecen. Omito los nombres de los fármacos para evitar que alguien lo tomé cómo uso. Como lo he mencionado esta historia es muy personal por el tema de la farmacodependencia pero no todos los eventos deben tomarse como reales. Recomiendo mucha discreción en el siguiente capitulo y si te sientes identificad@ puedes encontrarme en las redes en mi perfil pero más importante aún es buscar ayuda con un profesional, la familia, un amigo o las autoridades. No estás sol@
ESTÁS LEYENDO
BROKEN (Jamion) Jamie Hewlett/Damon Albarn
FanfictionCon los Jeans y los labios desgastados, un delgado rubio se pasea en los suburbios. Está roto. Y lo sabe. No le teme a nada ni nadie, excepto una cosa; creer. «El tabaco se comparte, el humo se disipa, los besos se compran y el amor te reivindica...