Corría de la mano de alguien, estaba muy obscuro, no alcanzaba a diferenciar. Habían piedras, rocas, arena, y muy poca luz de los faros. Llegamos a una roca, no sé que pasaba pero lo único que sabía era que estabamos perdidos. Escuché unos pasos que se acercaban a nosotros, él me empujó entre su espalda y la roca para estar protegida, los pasos se detuvieron y fué cuando supe que quien sea que fuera estaba justo enfrente de nosotros.
— Dí tus últimas palabras— su oración produjo un eco—
— No te tengo miedo— susurró—
— Ya lo veremos— saqué un poco la cabeza y observé que era Paul, vestía completamente de negro y tenía una mirada fría. Miré hacia arriba y era Danial, él me miro y su mirada me transmitió preocupación, no por él sino por mí. Me volvió a empujar atrás de él y fué cuando escuché tres disparos—
Abrí los ojos de golpe, me había quedado dormida recargada en la pared, estaba congelada del cuerpo y unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos.
— Cariño— dijo la voz de mi tía—
— ¿Si?— contesté adormilada—
— Tus amigas llamaron, dijeron que venían en camino.
— ¡No quiero ver a nadie!— grité de vuelta—
— Verlas te hará bien, por favor— dijo en tono de súplica—
Suspiré— Que suban cuando lleguen— dije dando por terminada la conversación—
— De acuerdo, yo me iré a almorzar con Paul, cuidate amor.
— Si.
Ya no escuché nada más, deduzco que ya se fue. Me levanté para regresar al suelo de un sentón, me dolían como nunca las piernas, las miré y tenían sangre seca y estaban a carne viva, me levanté con ayuda de la pared y me recargué en ella, sentía como palpitaban las heridas.
Caminé al baño y agarré una toalla, la mojé con alcohol del botiquín y empecé a dar pequeños toques en las heridas, ardía como el demonio pero que se le podía hacer, no podía dejar que se me infectara. Después de limpiar mis heridas, lavé la toalla y fuí a donde me había quedado dormida, limpié el suelo que se encontraba lleno de sangre, y empecé a levantar el celular y las pequeñas partes que se habían desprendido de él, tomé el más grande con el que me había cortado y decidí guardarlo en un cajón, lo demás lo tiré a la basura. Lavé la toalla y la dejé colgada en el toallero para que secara. Del botiquín saqué dos vendas una para cada pierna, las enrollé y caminé hacia mi habitación. Abrí el armario y saqué unos pantalones blancos con flores de diseño y un sueter rosa pálido, me quité el estúpido vestido y me puse el cambio de ropa. El pantalón apretaba mis piernas pero no importaba, caminé con dificultad hasta la puerta, quité el seguro y la puerta se abrió de golpe dejandome en el suelo... otra vez.
— Es que como es posible que---— se interrumpió— ¡_______! Qué haces ahi tirada— dijo Jabby con las manos en la cintura—
— Nada, pasándola— contesté con un toque de sarcasmo—
— Levántate, mujer— me tomó de los brazos pero solo me levantó milímetros del suelo para dejarme de nuevo ahí—
— No puedo, estas muy pesada— estiró los brazos hacia arriba—
— Yo ayudo— Anita rodó los ojos y llegó a mi lado, entre las dos me levantaron con una en cada brazo—
— Listo, débil— canturreó Samantha a Jabby y esta abrió la boca para después cerrarla—
— Déjala en paz— dijo Lore entrando a la habitación— ¿Qué hacias ahí?
— Gravedad— traté de sonar divertida y ella asintió mirandome raro—
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Adrenaline (Danial Malik y tu) Terminada
Novela JuvenilAlguna vez habéis estado en una montaña rusa? Esa sensación de que vas a morir en cual quier momento y lo pasas fatal pero la adrenalina te puede y vuelves a subir una y otra vez? Digamos que algo así es el amor.El no podía parar de parecer el menos...