Amenazas

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Advertencia: Este capítulo contiene Lemon, no apto para mentes sensibles o menores de edad. Se recomienda discreción.

Capítulo XVII

—Si Kagome rompió el compromiso, tú debes saber la razón...— Bankotsu miró fijamente a los ojos a su hermana menor, la cual había estado hojeando una revista en la sala de la casa.

—Lo ignoro hermano, será mi amiga pero no sé todo sobre ella y sus razones, te lo digo y espero entiendas, las desconozco— Arrojó el folleto sobre la mesita de centro y se puso de pie para retirarse y así evitar que la siguiera riñendo, pero el joven le bloqueo el paso.

—¡Mientes! ¡Tú lo sabes y quiero que me lo digas, ahora!— Demandó mientras se alejaba y se dejaba caer sobre el sofá, abrumado por la situación.

Recordaba con rabia la noche anterior, en la que aquella decidió romper el compromiso así como así, poniéndoles en vergüenza. No solo a él, si no a su prestigiosa familia también.

—En verdad que no lo sé... ¿Crees que de saberlo lo hubiera ocultado? Qué poco me conoces— Le recriminó.

—Porque te conozco lo digo. Nunca has sabido mentir—

Ella calló ante su acusación, sabía el porqué, pero  no podía dejar que se enterara de las circunstancias. Bankotsu tuvo un fuerte problema de alcoholismo y drogadicción en el pasado, además intentó quitarse la vida varias veces y si acaso supiera lo de Sesshomaru y Kagome, sería terriblemente catastrófico.

Después de tantas luchas y desvelos, los resultados de su tratamiento serían en vano.

—Olvídala y se feliz. Yo sé que la querías muchísimo pero tú sabrás salir adelante— Se acercó a su persona y lo rodeó con sus brazos desde atrás del sillón.

—Por favor Sango, haz que vuelva a mi. Tú puedes convencerla de no dejarme...— Le suplicó asiéndola fuertemente de su extremidad.

Odiaba la situación pero no había nada más que hacer. Entre su mejor amiga y su hermano, eligió su sangre.

—Está bien, hablaré con ella, pero, no prometo nada ¿está bien?— Una sonrisa de satisfacción se dibujó en la cara del moreno y ella se regañó mentalmente, ahora sí que estaba envuelta en un embrollo del que difícilmente escaparía.

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La música suave de un piano le había despertado abruptamente.

Se desperezó levantándose de la cama y cubrió su desnudez con una sábana. Comenzó a buscar su ropa y cuando la hubo encontrado, entró al cuarto de baño para darse una ducha.

El agua tibia pronto la cubrió, y esa sensación le parecía tan placentera. Se enjabonó la nívea piel para después comenzar a lavarse el largo cabello. Permaneció pensativa unos instantes más, mientras el agua se deslizaba sobre su existencia.

Estaba de frente a la ducha y pronto sintió unas manos invasoras. El cuerpo caliente de Sesshomaru hacia presión contra ella y su pene rígido se frotaba contra sus nalgas. Aquel comenzó el juego de amasar sus voluptuosos senos y pellizcar con ahínco sus pezones erectos.

¡No me sueltes!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora