Capítulo 4.

36 5 0
                                    

CAPÍTULO 4.

Era increíble la forma en la que mientras pasaban las horas, mi cuerpo y mente, se transportaban a un mundo en el que sólo estábamos Joseph y yo. Era cómo un sueño perfecto del que no queria despertar. La gente pasaba, iba, venía, llegaron altas horas de la madrugada, ya iban a cerrar la teteria:

Camarera: - Perdonen, ya vamos a cerrar, en 10 minutos.

Joseph: - Oh sí, disculpen las molestias.

Joseph: - Increíble cómo han pasado las horas y no me he dado cuenta princesa. Quieres que te acompañe a casa?

Caroline: - Me encantaría.

No podía decirle otra cosa, lo deseaba, deseaba que se quedara conmigo también, pero no podía ser. Nos levantamos de esa mesa que habia sido cómplice de tantos temas de conversación, de tantas sonrisas, de tantas risas compartidas, y ofreciéndome su mano, salimos de aquella fantástica teteria rumbo a mi casa.

Joseph: - Qué casa más bonita, es más grande que la mía sin duda Jajaja.

Caroline: - No te creas que me gusta tan grande, se hace inmensa cuándo tengo que pasar tantas horas sola en ella.

Joseph: - Qué vives sola? (se puso serio repentinamente)

Caroline: - No no! Vivo con mi madre y mi hermano, pero ambos desaparecen a todas horas, mi madre por trabajo, mi hermano por estudios... en fin, cómo si viviera sola.

Joseph: - Bueno.. Pues si quieres mañana te haré una visita, al haberte visto hoy, ya no imagino no ver tu preciosa sonrisa cada día (dijo sonrojándose). A las 11 te parece bien?

Caroline: - Claro que sí, así te invito a desayunar, me ha encantado conocerte Joseph, muchísimo. Nos vemos mañana.

Me acerqué lentamente para darle dos cálidos besos en sus mejillas,  cuándo giró su cara repentinamente, y me besó con pasión, cómo si se acabara el mundo. Nos fundimos en un tierno beso, que no esperaba, pero no negué, en el fondo de mi alma, deseaba que pasara.

Estuvimos largo rato besándonos, cuándo se separó, y se fué sin despedirse. No lo entendí mucho, por eso al instante, cogí mi teléfono y le escribí un mensaje:

"Joseph, qué tengas buena noche, ya qué no me has dado tiempo a despedirme. Nos vemos mañana. Carol."

No recibí respuesta. Una vez más no contestaba cómo días atrás. Seguia sin entender nada, pero entré en mi casa, y enseguida me fuí a dormir. No pasé una buena noche, mi cabeza no dejaba de darle vueltas. 

Nuevo día. Un día muy soleado, y muy bonito. Me levanté prontísimo ya que a las 11 Joseph vendría a desayunar, cómo le habia propuesto. Ni me vestí, con el mismo pijama empecé a recojer la casa y a preparar unas tortitas con sirope. Se acercaba la hora y deseaba muchísimo verlo. Estaba empezando a sentir ilusión, deseo, ganas de abrazarlo, sentirlo.

Con muchos nervios, esperé, y esperé... Y no llegaba. Yo me desespero muy rápido pero, eso ya era demasiado. Pasaron las 11... 12... 1... Y no apareció. Decidí comerme mi parte de las tortitas, ya que si seguía esperando se iban a poner malas.

Si la noche anterior no entendía nada del porqué se fué sin despedirse, aún menos entendí que no acudiera a la cita. Soy orgullosa, sí, pero no era momento de serlo y le envié otro mensaje:

"Joseph, soy Carol cómo ya sabes, sigo esperando. Si no vienes pronto las tortitas las tendré que tirar, y sé que te gustan mucho, besos. Carol."

Otro mensaje sin respuesta. Ya estaba empezándome a enfadar y mucho. Cómo puedo ilusionarme tan rápido de una persona que he conocido por internet, pensé. Pero supongo que toda adolescente pasa por ahí.

Pasé el día, cómo si no tuviera vida, en mi habitación encerrada con la música, y haciendo cosas absurdas, entre leer, cantar, y discutir con mi hermano cómo de costumbre.

Empecé a aburrirme de estar encerrada, y me decidí a ir a tomar un café a Starbucks, no estaba muy lejos, pero tenía que caminar, lo necesitaba para despejarme, el paseo y el café. Me acomodé mis bambas, me mojé el pelo sin peinármelo, y con mis pantalones cortos y la primera camiseta que cogí de los pies de mi cama, salí por la puerta de mi casa sin despedirme de mi hermano.

Iba caminando por la calle, en ese día soleado, habia mucha gente, varias niñas de mi edad corriendo de un lado a otro ya que esa noche Justin Bieber estaba en la ciudad. Típico, cómo si se tratara de Demi o 1D, yo haria lo mismo.

No recuerdo porqué, cogí un atajo para llegar a Starbucks lo antes posible, necesitaba mi café, y fuí por un camino apartado de la ciudad, un campo muy relajante dónde actualmente suelo ir cuándo tengo ganas de despejarme. Mi cabeza estalló en milésimas de segundo, cuándo al cruzar la calle para tomar el atajo, en un banco apartado del camino, en medio del campo, vi a Joseph, pero no estaba solo...

----

Mi dulce e infinita adicción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora