Capitulo 26: Los ojos no mienten

5 1 0
                                    

Campo de entrenamiento

—Joven hoy tomáremos una leve práctica, primero correrás 5 vueltas alrededor del campo, al culminar pelearas con un troll, suerte— me guiño el ojo Vestebar. Aun no le pido disculpas a ninguno de los dos, admito que me estaba tardando pero hoy le demostrare que puedo, ya después me disculpo.

Empece a correr las 5 vueltas tarde 40 minutos, tenia pies pesados al correr, era muy lento corriendo.
Al terminar la carrera efectivamente me toco enfrentarme a un troll.

Xanen me miro serio enseguida le hizo señas a Vestebar —Observa su respiración, observa sus ojos, los ojos lo dicen todo— dijo Vestebar.

Asentí.

Nos pusimos en posición de combate, observe sus ojos el como respiraba, sabia que con la respiración si me tenia coraje o no, observe sus puños apretados con odio pero con ganas de ganar.

Vestebar arrojo la piedra.
*Toco el suelo*

Ambos salimos corriendo hacia el otro.

Gruñí, su puño iba directo hacia mi cara, me agache, le di con ambos puños debajo de la cara. Haciendo que se desconcertara, sacudió su cabeza. Al parecer fue un buen golpe.

En eso, me dio una patada justo en el pecho que volé 5 pies lejos. No podía pararme. El contrincante se acerca hacia mi, para dar otro golpe pero ahí lo esquive, y me subí a su espalda ahorcando por el cuello.
Xanen toco el cuerno.

—Joven Mark— me miro serio Vestebar — 5 vueltas más alrededor del campo— aun seguía molesto ambos.
Solte a mi contrincante —buena pelea señor— le dije al troll.
—Mi nombre es Daf, fue un gusto Joven Mark— nos levantamos y saludamos.
Empece a dar las vueltas que pidió Vestebar.

Después de terminar de correr, fui a la casa directamente a la cocina para comer algo, sin duda este entrenamiento me agotó.
Llegue a la cocina y ahi estaba los duendes, no me miraba, no me hablaban.
—Quiero decirles que lo siento— ninguno me miro, se fueron de la cocina —Les dije que lo sentía— alce el tono.
Vaya, que rencorosos.
Tome una pera de la cocina y me fui de ahi.
Estaba en mi cuarto escribiendo una obra dramática de lo que me sucedía.
Estaba aburrido so decidí irme a montar al puma blanco del granero hace tiempo no lo hacia desde la muerte de Katherine.

Estaba en el granero colocándole el asiento —Debo ponerte nombre, que te parece Phil, no suena de humano, y que tal... Ren es un nombre raro pero me gusta Ren, bien muchachon es hora de dar una vuelta— me monte en el.
Empezo a correr como loco, me dirigía a un lugar que me llenara de entretenimiento, que tal, el pueblo Nixon, he escuchado que es conocido por sus fiestas.

Llegué al Pueblo Nixon, ya había caído el sol.
Las calles estaban llenas, había un carnaval de fuego.
Llegué a un bar llamado "Dientes de Acero".
Vaya nombre. Amarre las cuerdas de Ren a un poste y entre al bar.

Cuando entre hubo un silencio, empece a caminar hacia la barra, y todos continuaron con lo suyo pero haciendo murmullos escuche uno que otro comentario "miren quien esta aquí" "Ese tipo mató a su prometida" ese comentario me dolió.
Pedi un trago, me sirvió uno el que atendía llamado "Las traiciones des amor" así mismo se llamaba.
Buen mensaje lo acabo de captar, bebi el trago de un cantazo.
Quedo sorprendido el que atendía —Vaya Joven Mark, nadie sobrevive con el olor de ese trago—
Lo mire serio —¿Tengo algo de normal?—
—Realmente solo lo tonto— esa voz hablo detrás de mi.
Me volteé a ver, era ella Kalila —Gracias por el cumplido, ¿Y que hace una hada por aquí?—

—¿que hace un personaje importante aquí?— me bateó mi comentario —Solo he venido a disfrutar, es mi carnaval favorito del año— me guiño el ojo.

—Esta genial esto, sin duda alguna— sonreía.

—Me contaron que tienes problemas con los duendes, eres de un mundo diferente, y aquí para que te perdonen debes hacer darle algo de valor a los duendes— se sentó al lado mío.
—¿Que propones que le haga de regalo?— observe curioso.
—Vestebar es fácil, ama las joyas, y tienes bastante dinero en el palacio de Ferneculus, te debi recordar que serás el guerrero y legítimo vigilante de este mundo, tu puedes hacer lo que desees—
—bien entendido— asentí.
—Xanen las espadas, pero debe ser a mano, ya que se notaria el esfuerzo, tengo un tio herrero, si quieres puedes aprender con él— ella pidió un trago.
—Perfecto, encantado— sonreí.

Tenia que arreglar las cosas con ellos...

Fuera de lo Común Donde viven las historias. Descúbrelo ahora